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Análisis económico Act. 02 nov 2018

Volvieron las cosechas récord con una demanda alimenticia sin fin

El agro se convirtió en la locomotora de la economía argentina, y la fuerte inversión en infraestructura (caminos, ferrocarriles, obras hidráulicas) contribuirá a mejorar el costo argentino, despejando el camino para un crecimiento que, a la luz de la persistencia de una demanda sólida, parece de horizonte infinito.

La agroindustria vuelve a revelarse como el sector más dinámico de la economía argentina. Los cambios en el contexto macroeconómico, a partir de la asunción del presidente Mauricio Macri, en diciembre de 2015, establecieron una nueva plataforma y el campo reaccionó velozmente, generando un fuerte incremento de la producción, la inversión y el consumo en el interior.

En rigor, desde mediados de los años 90, el agro venía lanzado en una fuerte era de cambio tecnológico y organizacional. Una nueva generación de productores, y la irrupción masiva de nuevas herramientas, habían comenzado a plasmarse en una sucesión de cosechas récord, año tras año.

A pesar de las inclemencias climáticas, volvieron las cosechas récord, se inició un proceso de recomposición de la ganadería y crecen todas las actividades

Entre 1990 y 1995, la producción agrícola promediaba las 45 millones de toneladas, de las cuales 15 eran de soja y 30 de cereales (maíz y trigo fundamentalmente).

A partir de 1996, cuando se libera al mercado la soja modificada genéticamente a través de la biotecnología, se inicia el despegue de esta especie, que poco a poco se convertiría en un nuevo maná lloviendo sobre la pampa argentina. Ya para el año 2000 la producción agrícola había crecido a más de 60 millones de toneladas, de las cuales 20 eran de soja.

Este proceso fue estimulado por una mejora del contexto internacional, al despuntar el siglo XXI.

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La agroindustria ha reaccionado a las políticas del presidente Macri incrementando su producción, inversión y consumo.

Después de varias décadas de cotizaciones bajas, fruto de los excedentes agrícolas generados por los subsidios y el proteccionismo de los países más desarrollados, los precios se disparan sorpresivamente a niveles inéditos. Esto fue consecuencia de dos grandes factores: la 'transición dietética' en la sociedad asiática (en particular en la República Popular China) y el aumento del precio del petróleo.

Transición dietética

Cuando una sociedad mejora sus ingresos, no come más sino distinto. Pasa de dietas basadas en féculas (arroz, trigo, legumbres) a dietas más ricas en proteínas animales. Las carnes se producen a partir de los granos. Pero este proceso es ineficiente, requiere entre cinco y diez veces más recursos que la producción de granos para consumo humano directo.

El crecimiento de la demanda china de proteínas animales fue exponencial, arrastrando el consumo de proteínas vegetales (soja) y granos forrajeros (maíz, cebada, trigo no panificable, etc).

La cuestión del petróleo

El petróleo tuvo la misma vertiente: una mejora en los ingresos disparó el consumo de energía. El petróleo, que valía 20 dólares el barril a comienzos de siglo, multiplicó su precio por cinco, superando los 100 dólares. Ello arrastró a los precios agrícolas, al habilitarse la posibilidad de sustituir las naftas y el gasoil por dos alternativas nuevas: el etanol y el biodiesel.

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El efecto combinado de los dos 'drivers' fue la rápida digestión de los excedentes agrícolas y la irrupción de una era de escasez relativa. De pronto, un mercado con más vendedores que compradores se convirtió en uno de más compradores que vendedores.

En el plano local, esta nueva situación encontró al campo en plena expansión. Pero a partir de 2008, todo comenzó a frenarse.

Persisten problemas de competitividad, sobre todo en las denominadas 'economías regionales', afectadas por la lejanía a los puertos y el costo laboral

El aumento de las retenciones (derechos de exportación), el desdoblamiento cambiario y las restricciones a la exportación, en la inteligencia de que así habría más oferta para 'la mesa de los argentinos', se convirtieron en un freno de mano.

En la primera semana de la administración Macri estos factores se removieron. Sólo quedaron retenciones para la soja, en descenso. El sector retomó de inmediato el sendero interrumpido y hoy exhibe una enorme pujanza, convirtiéndose en la locomotora que mueve al conjunto de la economía.