Vida en pareja, cómo unir las finanzas personales
Una de las cosas más difíciles de hacer cuando una pareja decide compartir su vida y su espacio (es decir, mudarse juntos) es compatibilizar el tema del dinero y los gastos. Es cierto que las discusiones pueden empezar por manías personales, aunque rara vez es el cepillo de dientes en la cocina o la ropa sucia en la ducha lo que amenaza a las parejas más que el asunto de la economía.
“Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana”, es un dicho más o menos extendido que muchas personas asumen como cierto. La realidad, sin embargo, es que el dinero es una de las convenciones e instituciones sociales más importantes de la cultura del siglo XXI: tener liquidez permite enfrentar el presente y el futuro con más herramientas (porque garantías no hay) y menos incertidumbre. A las personas les gusta pensar que el dinero no es tan importante, pero es necesario ser prácticos.
Antes de mudarse juntos
Cuando una persona decide vivir con alguien comparte más que solo la habitación y el baño o la sala y la cocina. La mayoría elige también compartir los gastos y el presupuesto. Por eso es importante hablar de finanzas desde el principio y sin apasionamientos.
Se trata de un tema sensible y es fácil herir a la otra persona o generar rencillas que terminan convirtiéndose en desconfianza. Por eso es bueno asesorarse, buscar ayuda o recurrir a plataformas como BBVA Manager, un aliado perfecto para manejar ingresos y gastos de una manera fácil y efectiva a través de la banca por internet de BBVA Continental.
A diferencia de como era cuando se vivía con los padres, si se deja de pagar algo, ese algo no se paga solo. Es decir, la persona se queda sin ese algo y su pareja también. Si una persona no paga la luz, se la cortan, lo mismo con el agua, el teléfono, el cable, internet, etc. Ser capaces de hablar abiertamente de dinero construye confianza, dice la consultora de finanzas Lauren Lyons Cole.
Ser equitativos
Una forma inteligente de compartir los gastos es repartiendo la carga presupuestal equitativamente. Eso, por supuesto, no significa dividir las cuentas 50/50, significa que los gastos se reparten de acuerdo a cuál es el ingreso de cada uno. Por ejemplo: si A gana el doble que B, esperar que B pague la mitad de todos los gastos no es equitativo. Y viceversa.
Si A gana 2,000 soles y B gana 1,000, y los gastos mensuales de la casa (servicios y mantenimiento) son 600. Si A paga la mitad estaría aportando poco más del 17% de su sueldo, mientras que para B la mitad que le toca representa el 33% de su ingreso.
Pero todo va más allá porque todavía hay que comer y vestirse, transportarse y salir a divertirse, lo que eleva la cuenta mensual a 1,000. Manteniendo los porcentajes, ahora A aportaría el 25% de su sueldo (500), mientras que B aportaría la mitad del suyo. Y aún no han ahorrado un solo sol para emergencias e imprevistos.
Fondo de emergencias
Lo ideal es que se calculen los gastos totales (1,000) más el ahorro para el fondo de emergencias (10% del sueldo de cada uno). Eso significa que entre ambos deben juntar 1,300 soles al mes: 1,000 para gastos y 300 para imprevistos. Después de aportar al fondo de emergencias, A tiene 1,800 soles y B tiene 900. Es fácil hasta aquí porque A y B tienen que separar 10% su sueldo para emergencias, independientemente de cuánto ganan.
Otra fórmula es que cada uno pague idéntico porcentaje de su sueldo para cubrir los 1,000 de gasto mensual. Al quedarse con los ejemplos de A y B, cada uno debe entregar el 37% de su salario, es decir, A paga 667.5 soles y B 333.5.
Este ejemplo, por supuesto, no pretende ni quiere ser una camisa de fuerza, sino aportar con una idea práctica y simple de llevar a cabo. Existen tantas maneras de hacerse cargo de un presupuesto como existen personas y parejas. Y, como ya se dijo en este artículo, si la persona no se lleva bien con las fórmulas y los cálculos, puede recurrir a BBVA Manager, que realmente ayuda a tener un presupuesto bajo control y claras metas de ahorro.
Lo importante, lo imprescindible, es que las parejas siempre hablen con transparencia y se sientan cómodas con el acuerdo financiero al que lleguen, independientemente de cuánto gana cada uno. Transparencia y empatía son la clave.