Viajes interestelares y poshumanos, ¿vivirá el hombre fuera de la Tierra?
El cambio climático, los choques de asteroides, las epidemias y el aumento cada vez más acelerado de la población está provocando que nuestro planeta comience a quedarse sin recursos. Sin embargo, hay quienes piensan que el ser humano no presenciará la extinción del Sol dentro de 6.000 millones de años. Serán las criaturas fruto de la evolución poshumana las que contemplarán el fin de la vida de la Tierra, probablemente desde fuera de ella.
Muchos expertos, entre los que se encuentra Stephen Hawking, proponen buscar nuevos planetas habitables por el hombre. El astrofísico —galardonado en 2016 con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento—recomienda volver a la Luna antes de 2020 y establecer una base permanente en menos de 30 años donde probar la tecnología necesaria para alcanzar planetas más lejanos. A lo largo de este periodo, el ser humano debería prepararse para llegar a Marte en 2025. “No tenemos futuro si no colonizamos el espacio. El mundo se está volviendo demasiado pequeño para nosotros, ha llegado la hora de explorar otros sistemas solares” afirma Hawking.
Martin Rees, profesor de Cosmología y Astrofísica en la Universidad de Cambridge, también apoya la idea de explorar el cosmos. El astrofísico británico afirma en el libro ‘El próximo paso. La vida exponencial’, que se puede descargar gratuitamente en la web del proyecto OpenMind de BBVA, que la capacidad para explorar el espacio será determinante para moldear el futuro del ser humano y del universo.
El mundo se está volviendo demasiado pequeño para nosotros, ha llegado la hora de explorar otros sistemas solares” Stephen Hawking
Dado que la huella de la humanidad es cada vez más grande debido a la demanda de recursos y el aumento demográfico, Rees pronostica que las criaturas que presencien el fin de la Tierra serán fruto de la evolución poshumana. Es posible que los humanos estemos cerca de alcanzar nuestros límites. En cambio, la robótica carece de dichas barreras por lo que, en su opinión, será la inteligencia inorgánica la encargada de extenderse más allá de nuestro planeta.
El avance tecnológico hace que los viajes espaciales tripulados sean cada vez menos necesarios. Sin embargo, la constante necesidad de explorar origina iniciativas privadas que ofrecen vuelos orbitales. Gracias a empresas como Virgin Galactic o Blue Origin, la ingeniería espacial va un paso más allá y pone al alcance de unos pocos aventureros poder viajar al espacio.
Pese a ello, Michio Kaku, físico y autor de ‘El futuro de nuestra mente’, considera que el problema fundamental de los viajes al espacio no son la tecnología o la ciencia, sino el coste. Tal y como afirmó durante el evento 'El Mundo en 2050', organizado por El País-Materia y BBVA, a través de su iniciativa OpenMind, mandar medio kilo de cualquier cosa a Marte cuesta más de un millón de dólares. Por suerte, el aumento de inversores privados está haciendo descender los gastos. Kaku alerta de que hay que abandonar la Tierra sin lugar a dudas. “Lo necesitamos para asegurarnos de que, por un lado, no nos hagamos explotar a nosotros mismos y, por otro, de que tampoco lo haga la naturaleza”.
El fundador de Space X, Elon Musk, ha dado a conocer en el Congreso Internacional de Astronáutica detalles de su plan para colonizar Marte en 2022. El sudafricano pretende enviar un cohete de 9 metros de diámetro y 48 de largo totalmente reutilizable. El BFR, acrónimo de Big Fucking Rocket, tendrá espacio para alrededor de 100 personas. Musk asegura que el coste de lanzamiento será el más bajo en la historia de la carrera espacial.
La exploración humana queda restringida a los planetas y lunas de nuestro sistema solar. Los viajes interestelares, exceptuando sondas no tripuladas, son una empresa poshumana. Puede que para 2100 algún pionero establezca una base independiente de la Tierra en Marte o algún asteroide. Estas bases asegurarían la supervivencia de formas de vida avanzadas, incluso en el caso de que nuestro planeta sufriera la peor de las catástrofes. Sin embargo, Rees no cree que sea posible una emigración masiva desde la Tierra. No hay ningún lugar en nuestro sistema solar que ofrezca un entorno habitable, no existe un “planeta B”. Los primeros viajeros a las estrellas serán criaturas con un ciclo vital ajustado al viaje.
Tal y como afirma el cosmólogo, el espacio interestelar, un medio hostil para los humanos, podría ser el terreno óptimo donde los intelectos poshumanos desarrollarían conocimientos tan alejados de nuestra imaginación como lo está la teoría de cuerdas para un ratón. Si nuestros descendientes de un futuro lejano llegan a las estrellas, seguramente no solo nos habrán superado en longevidad, también en conocimientos y tecnología.