Un viaje en tren desde la inocencia al Holocausto nazi
En 1939, el compositor Steve Reich era un niño que viajaba en tren entre Nueva York y Los Ángeles para visitar a sus padres divorciados. Mientras tanto en Europa, otros niños –judíos como él– se subían a otros trenes con destino a los campos de exterminio nazi. Cincuenta años después, el contraste entre sus recuerdos infantiles y el horror del Holocausto inspiró Different Trains, una pieza musical que Beatriz Caravaggio ha recreado ahora en formato audiovisual.
Ganadora del Grammy a la mejor composición de música clásica en 1989, Different trains es una obra compuesta para ser interpretada por un cuarteto de cuerda y cinta pregrabada. La grabación contiene sonidos reales de trenes americanos y europeos de los años cuarenta y voces de personas que cuentan sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial.
Para reescribir la música de Steve Reich en imágenes, Beatriz Caravaggio también recurre a documentos reales grabados en esa época. Las películas filmadas por los propios nazis, y más tarde por los aliados, documentan la deportación, el exterminio y la liberación de los judíos europeos.
A partir de todo este material de archivo, la artista selecciona y reordena las imágenes, fotograma a fotograma, para crear un hilo argumental que se proyecta en una pantalla dividida en tres partes al ritmo de la música de Reich. El montaje se puede contemplar de forma gratuita en la sede de la Fundación BBVA en Madrid, hasta el próximo 5 de marzo.
Los trenes de deportación nazis protagonizan el segundo movimiento de la obra.
En el primer movimiento de la pieza, titulado “América – Antes de la Guerra”, las voces de la niñera de Reich y de un empleado del ferrocarril americano se mezclan con la música y los pitidos de los trenes. A través de sus palabras, el autor rememora los larguísimos viajes que hacía de niño entre Nueva York y Los Ángeles para visitar a sus padres divorciados.
El recuerdo de su aventura infantil contrasta con el segundo movimiento, apasionado y terrible, que recrea lo que les sucedía en esa misma época en Europa a miles de niños judíos como él: los trenes de deportación, un viaje sin retorno a los campos de exterminio nazi.
Las voces de tres supervivientes del Holocausto –Paul, Rachel y Rachella– y el tétrico ulular de las sirenas acompañan durante esta parte de la obra al lamento de los instrumentos de cuerda.
Tras la guerra, las imágenes de la vida cotidiana se entremezclan con los recuerdos del Holocausto.
En el movimiento final, se escuchan de nuevo las voces de los mismos supervivientes en los días que siguen al fin de la contienda, preguntándose si la guerra ha terminado realmente. Las imágenes de la vida cotidiana de las ciudades se entremezclan en esta parte de la obra con las imborrables huellas del Holocausto.
La reescritura cinematográfica de Beatriz Caravaggio dota a la partitura de Reich de una nueva vida visual. El propio compositor, que ha realizado también obras de creación multimedia como The Cave (1989-1993), ha hecho una valoración muy positiva de esta videocreación.