¿De verdad se descambian los regalos?
Imaginen la escena: en el restaurante, la luz cenital atenúa su intensidad; los camareros retiran el postre; es la hora convenida y la llama de la vela trémula en el centro de la mesa. También él está nervioso: guarda una caja de terciopelo en la chaqueta, retira la mano que segundos antes se posaba sobre la de ella y toca el anillo oculto. Aunque la mujer no se anima a ilusionarse, en el ambiente flotan los primeros compases de su canción: «Mira lo que se avecina a la vuelta de la esquina...».
«¿Quieres casarte conmigo?», pregunta el novio a hincarrodillas. «¡Es precioso!». La mujer contempla el diamante, mira el rostro del amado y devuelve la vista a la joya de compromiso. Cierra entonces los ojos para grabar ese momento en su corazón mientras la música continúa: «Viene Diego rumbeando / Con la luna en las pupilas...». Arrasadas de lágrimas las mejillas, asiente con la cabeza.
«Te quiero», remacha él e introduce la sortija torpemente. «¡Ay!». «¿Qué sucede?». «El anillo. No me entra». «En la tienda me aseguraron que esta talla daba de sí después de unos lavados». «¿Te importa si lo descambiamos?». «Tengo el tique. Lo guardé por si me rechazabas». Y de fondo: «Aserejé ja dejé /dejebe tude jebere...».
Imagínense la escena y pregúntense ahora si estarían dispuestos a contraer matrimonio con una persona que utiliza el verbo descambiar. Piénsenlo con detenimiento porque la población está dividida: ¿de verdad es correcto?, ¿o es un uso vulgarote, a ras de almóndiga? Familias enteras ven arruinado el día posterior a los Reyes Magos por semejante disputa. Ante desencuentro tan irreconciliable, partidarios de uno y otro bando se han lanzado a la calle para reunir firmas y convocar un referéndum. Algunos, los más extremistas o tacaños, han aprovechado para negarse a realizar regalo alguno por más bodas a las que se los invite.
¿Ser o no ser?, ¿cambiar una prenda o descambiarla?
Para atajar hostilidades, la Fundéu BBVA recuerda en una recomendación el criterio de la Academia: en concreto, el Diccionario panhispánico de dudas considera que se trata de un verbo de uso muy habitual en la lengua coloquial de España, equivalente a ‘devolver una compra’. Esta misma obra añade que la validez de este verbo se explica por el hecho de que se pretende deshacer un cambio previo realizado en el momento de la adquisición, al entregar dinero a cambio del artículo.
Por otra parte, el Diccionario de la lengua española añade que descambiar se utiliza en numerosos países de América con el sentido de ‘convertir billetes o monedas grandes en dinero menudo equivalente o a la inversa’.
Imaginen de nuevo a nuestra pareja de enamorados en una papelería: tienen un billete grande y solo quieren comprar un bolígrafo; les da vergüenza, quisieran pagar con suelto, pero no encuentran monedas: «¿Nos puede descambiar el billete?». «Por supuesto —responde el dependiente—. Y, ya saben, si no les gusta cómo escribe el boli, con el tique se lo descambio». «An de bugui an de güididipí...».