Los valores de El Celler de Can Roca
La vida del salmón es un camino de ida y vuelta. Nada más nacer, recorren los ríos para llegar al mar, donde habitan hasta que llega el momento de procrear. Entonces remontan el río, superando todos los obstáculos y llegan al mismo lugar donde nacieron. Un punto de partida al que vuelven enriquecidos por lo aprendido en tierras lejanas y con el objetivo de dejar huella en su lugar de origen.
Los hermanos Roca han realizado su particular ruta del salmón con el barrio de Taialà como punto de referencia. Tercera generación dedicada al mundo de la hostelería, se criaron tras la barra del bar de sus padres, se formaron en las bases de la nouvelle cuisine francesa y la vanguardia vasca y catalana, recorrieron el mundo con las giras junto a BBVA pero siempre volvieron a su Girona natal. No les han faltado oportunidades para replicar el éxito de El Celler de Can Roca en otras partes del mundo, sin embargo, han preferido ser fieles a sus valores y, con la autenticidad por bandera, permanecer en su lugar de origen.
Pensar en grande
Todo nació en una barriada a las afueras de Girona. Un lugar de paso, humilde, sin especial atractivo turístico. El Celler abrió sus puertas con todas las variables externas en contra. Meses de duro trabajo en los que no siempre entraban clientes y en los que las cuentas no salían. Tres décadas después y con las vitrinas llenas de reconocimientos, los hermanos Roca no olvidan esas noches en vela.
“Nuestra ubicación como establecimiento no es en el lugar idóneo en el que plantearías un restaurante con inquietudes de excelencia, en un barrio obrero de tierra de acogida de inmigración”, comenta Josep Roca. A pesar de esto, tuvieron claro que con esfuerzo eran capaces de derribar cualquier barrera. “Ahora, gente de todo el mundo viene con una expectativa muy alta pero sabiendo que detrás de nuestra historia hay superación, honestidad… en definitiva, algo que es auténtico”, añade el mediano de los hermanos.
Un solo equipo
Y aunque ellos son los que se suben a recoger premios y reconocimientos, saben que la clave de todo está en su equipo. “Nada de esto sucede sin un equipo detrás. Somos las caras visibles de un equipo de más de 70 personas repartidas en sala y en cocina que hacen posible que en el día a día lleguemos a cumplir las expectativas más altas de excelencia”, asegura Jordi Roca.
El equipo de El Celler de Can Roca. - BBVA
Profesionales de cocina y sala pero también científicos, diseñadores gráficos e industriales o botánicos, dotan a El Celler de un equipo transversal y multidisciplinar que rema en una misma dirección: “Trabajan en muchos proyectos paralelos que a la vez se retroalimentan y que hacen que todo esto sea de un grupo y no solo nuestro”, confirma el responsable de la partida dulce del restaurante.
El cliente es lo primero
“El cliente es el más importante, a quien le debemos todo, el que da sentido también a que todo esto funcione”. Así de contundente se muestra Josep. Los clientes son el centro de todo y para los que trabajan. “Nos preparamos para seducir, para participar de ese acto fantástico que es gastronómico y, en definitiva, dar felicidad con buen gusto”, continúa. Ahí radica su ilusión y sobre todo su intención, por un camino que les lleva a apuntar hacia la excelencia.
Es la satisfacción de esos clientes el final del viaje, la última etapa de esa ruta del salmón guiada por la autenticidad y los valores que hacen de El Celler de Can Roca una experiencia única y especial.