Uruguay, recuperación en marcha liderada por el consumo privado
En los últimos trimestres, el crecimiento mundial se ha estabilizado a un ritmo robusto y nuestra estimación es que esta tendencia logrará consolidarse. Se prevé una sólida expansión del comercio mundial y fortaleza del consumo privado que serán los pilares de un crecimiento sostenible tanto para países desarrollados como en emergentes.
Uruguay no escapa a la tendencia global y también muestra un importante dinamismo del consumo privado, en este caso, propiciado por la mejora en el poder adquisitivo y de la confianza del consumidor que se dio a partir de un significativo crecimiento en los salarios reales. El proceso de apreciación cambiaria que se inició en segundo trimestre de 2016 provocó una desaceleración de los niveles de inflación que influyó positivamente en el consumo privado. De hecho, en los dos primeros trimestres de este año el consumo crece por encima del 4% anual y es la variable que está impulsando el aumento del PIB.
Como lo señalamos en el informe Situación Uruguay segundo semestre 2017, al cerrar este año, Uruguay, con 3,2%, será el segundo país con mayor crecimiento de la región, luego de Paraguay, y las estimaciones que tenemos para 2018 también lo posicionan con un crecimiento económico de 3,1%, por encima de su potencial.
Tras la revisión de la metodología de las cuentas externas y la ampliación de la base de exportaciones, la cuenta corriente mostró saldos menos deficitarios a lo largo de la serie revisada (desde 2012) e inclusive mostró superávit en 2016. Siguiendo con esta metodología, estimamos que en 2017 se vuelva a repetir un saldo en cuenta corriente positivo, similar al del año previo (1,7% del PIB), pero dicho resultado se irá deteriorando en la medida en que las importaciones comiencen a dinamizarse, no solo por el mayor crecimiento, sino también por los requerimientos de la construcción de la tercera planta de celulosa que implicarán importantes compras de bienes de capital. Para 2018 proyectamos un resultado por cuenta corriente de apenas 0,3% del PIB.
Al cerrar 2017, Uruguay, con 3,2%, será el segundo país con mayor crecimiento de la región"
En lo que hace a las cuentas públicas, la consolidación fiscal va en la dirección correcta pero a un menor ritmo del esperado. Este año, a pesar de los ajustes impositivos llevados a cabo desde el año 2016, el resultado global alcanzará a -3,5% del PIB y con una mejora adicional hasta -3,1% del PIB en 2018. El mayor problema que sigue presentando Uruguay es la inflexibilidad del gasto a la baja, por la elevada proporción de gasto en salarios y pasividades. Para poder acercarse a la meta fiscal de 2019 (-2,5% del PIB) debería mantener el crecimiento en los ingresos en términos reales y continuar reduciendo en el margen el gasto en términos de PIB en la medida que aumente el nivel de actividad.
En línea con las monedas de la región, el peso uruguayo ha mostrado una incipiente devaluación en los últimos meses, motivada por el aumento de probabilidades del aumento de tasa de la Reserva Federal de EE. UU., la necesidad de mantenerse alineado a la evolución de sus socios comerciales, en especial Argentina y Brasil, y una política monetaria menos contractiva. La suma de los factores mencionados y dada la prioridad otorgada por el BCU a la reducción de la volatilidad cambiaria, estimamos que el dólar terminará el año en $ 29,5 por unidad y $31,4 a fin de 2018.
Por su parte la inflación, que ha recorrido un importante sendero de desaceleración hasta ubicarse dentro del rango meta, ha comenzado a revertir ligeramente esta dinámica al terminar de procesar los efectos de la fuerte apreciación del peso y la regularización en la comparación interanual de precios estacionales. La entrada en vigor de las pautas salariales nominales decrecientes está moderando la inercia inflacionaria como lo muestra la contención de la inflación subyacente. Por esto hemos ajustado a la baja nuestra estimación de inflación para 2017 a 6,3% anual y 7,0% para 2018.
Si bien es entendible la postura del BCU de aumentar la tasa de crecimiento del agregado monetario M1, que amplió para acompañar la mayor demanda de pesos originada por la apreciación cambiaria y caída de la inflación, es pertinente monitorear de cerca la propensión del público a mantener pesos puesto que los objetivos trazados por la autoridad monetaria podrían quedar desalineados en caso de mayor volatilidad cambiaria.