Una nueva estrategia de crecimiento para Chile
El cobre, el principal producto de exportación de Chile, ha tenido una caída sostenida en sus precios hasta ubicarse en niveles cercanos a los costos promedio de producción de las empresas mineras que operan en el país. Lo anterior no sólo se ha traducido en una caída en la inversión y ha golpeado fuerte el empleo en dicho sector sino que ha afectado el dinamismo de la economía chilena como un todo.
Después de expansiones promedio del producto interno bruto (PIB) de 4,7% en el periodo 2004-2013 (5,4% si excluimos el 2009), la tasas de crecimiento del país se han reducido a niveles en torno a 2%. Un escenario que ha llevado a las autoridades y expertos a corregir las estimaciones de crecimiento potencial de la economía, desde tasas cercanas a 5% a un rango entre 3% y 3,5%.
La pregunta que todos se hacen en este contexto es: ¿cuál va a ser el motor impulsor del crecimiento en Chile de aquí en adelante?
Volver a las respuestas de antaño y volcarse a una nueva suerte de industrialización pareciera ser un error. Tal como se menciona en el artículo Retos de la economía chilena, escrito por el economista principal de BBVA Research Chile Hermann González, el modelo económico con el que ha funcionado el país en las últimas décadas ha sido exitoso en crecimiento, calidad de vida y reducción de la pobreza, entre otros aspectos. Somos una economía abierta, con una institucionalidad fuerte, que ha sabido sacar provecho a los aspectos positivos del comercio exterior y ha potenciado cada vez más la entrega de servicios no transables. De todas formas, aún hay desafíos importantes que abordar, teniendo cuidado de no dar un paso atrás en lo que se ha avanzado.
Consensuar una nueva estrategia de crecimiento para Chile tomará tiempo. Durante las últimas décadas nuestra ventaja comparativa ha estado en la extracción y venta de barras de cobre, pero estamos en una etapa de ajuste, en la cual los recursos deberán trasladarse a nuevos sectores. La pregunta clave es: ¿cuáles son esos sectores?
Servicios
Chile es un país pequeño, de solo 17 millones de personas, y cuyas tasas de crecimiento de la población se proyectan acotadas (gráfico 1), pero al mismo tiempo es un país atractivo para la migración. ¿Hay espacio para que los servicios, que han explicado casi un 40% del crecimiento en los últimos seis años, ganen mayor protagonismo? Las nuevas tecnologías abren una puerta para mejorar la calidad de los servicios financieros, empresariales y personales. Volviendo a citar el artículo Retos de la economía chilena, las crecientes demandas de la clase media por una mejor calidad de servicios pueden ser cubiertas de una mejor forma. Ejemplos puntuales, como el espacio para avanzar en educación financiera, dan cuenta que los servicios aún tienen mucho por aportar.
La exportación de servicios merece un punto aparte. Aunque no se trata solo de servicios de turismo, incluso allí hay potencial de desarrollo. Poseemos muchos lugares de alta atracción turística. El número de turistas crece y se diversifica cada año (gráfico 2), en un contexto de población que en su mayoría solo habla un idioma y cuya potencialidad no se asimila por completo. Pero, de nuevo, no solo se trata de turismo. Por ejemplo, respecto a servicios empresariales, hay muchas áreas donde podemos constituirnos en un referente para la región u otras economías en vías de desarrollo, desde el manejo, extracción y uso de recursos naturales, pasando por la correcta elaboración de un sistema de concesiones, hasta la profundización de los mercados financieros.
Sectores transables
Con condiciones macroeconómicas que generen los incentivos correctos para trasladar recursos productivos a estos sectores (tipo de cambio real depreciado), la inversión en sectores exportadores no mineros podría ganar un dinamismo que no se ha observado (gráfico 3). Incluso en la minería, hay espacio para avanzar en la industria de procesamiento de los metales que se extraen en nuestro territorio.
Innovación
Chile es uno de los países con menor gasto en I+D en la OECD y en la región, donde es el sector público el que más aporta en el total (gráfico 4). Pero, aún con lo pequeña que es la comunidad científica, es bastante productiva. Según cifras de Scopus, mientras el crecimiento de la producción científica en el mundo fue de 4,4% en 2008-2012, en Chile fue 10,1%. Y año tras año la estatal Corfo destina importantes montos a emprendimientos innovadores. En otras palabras, pareciera que con los incentivos apropiados, el proceso innovador debiese darse con naturalidad.
Los diagnósticos realizados por el gobierno para mejorar en temas de innovación apuntan, entre otros aspectos, a: 1) incrementar los incentivos para un aumento del gasto en I+D por parte de privados, y 2) tender puentes entre los centros de conocimiento y la industria. Actualmente hay un plan nacional de innovación para mejorar en estas y otras áreas. Además, existen instancias públicas para apoyar el emprendimiento, como los capitales semilla que entrega Corfo y Sercotec, o el apoyo al estudio científico por parte de Conicyt. Con todo, estos servicios del Estado no han logrado suplir por completo la parte de la curva restante para que Chile pueda llegar a ser un país innovador de primer orden.
Digitalización
Chile es el país latinoamericano con mayor uso de tecnologías, con un estatus digital similar a países como España o Luxemburgo, como se observa en la presentación del contexto digital chileno que realizamos en BBVA Research. El uso de teléfonos móviles inteligentes es mayoritario en nuestro país, y por lo mismo no estamos ajenos al uso de nuevas aplicaciones. La digitalización tiene un potencial de crecimiento único en Chile, y una vez penetre en áreas con vástagos de burocracia del siglo pasado, puede llegar a ser una fuente de crecimiento que hoy no logramos dimensionar.
Aunque la coyuntura actual nos ha llevado a preguntarnos a dónde mirar después del boom de los commodities, hay espacios para que Chile vuelva a retomar tasas de crecimiento elevadas. Para esta nueva estrategia de crecimiento, más concentrada en servicios, sectores transables no mineros, innovación y digitalización, se requiere no solo mantener una macroeconomía ordenada, logros que alcanzamos en años anteriores y que no debemos descuidar, sino también re-orientar la discusión y la agenda para potenciar estas áreas que sostendrán el crecimiento en el futuro.