Tristán del Pozo, la casa del arte en Arequipa
Cuna del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la ciudad de Arequipa es reconocida como uno de los centros fundamentales de creación artística no solo en el Perú, sino también en Latinoamérica. Las pinturas rupestres de Sumbay, la cerámica de Churajón y de Chuquibamba, los enigmáticos diseños de los petroglifos de Toro Muerto o de las placas pintadas de Chucu, la singular e irrepetible arquitectura virreinal, los pintores y acuarelistas contemporáneos, la textilería del Colca, entre otros, conforman el ingente capital cultural arequipeño. En ese contexto, Virgilio Freddy Cabanillas realizó una meticulosa investigación histórica sobre la Casa Tristán del Pozo, patrimonio emblemático de la ciudad blanca que es preservado por la Fundación BBVA Continental.
A media cuadra de la Plaza de Armas, se encuentra la casona que posee una galería de arte que presenta alrededor de 40 obras pertenecientes a la colección de BBVA Continental y cuyos autores han nacido al pie del volcán Misti.
La historia de la casona se remonta al siglo XVIII cuando fue edificada por Domingo Carlos Tristán del Pozo y su esposa Ana María Carazas en 1738. El primer dueño ejerció el cargo de corregidor de Arequipa. Otros propietarios famosos fueron Juan Pío de Tristán y Moscoso y su esposa Joaquina Flores, ambos descritos por su sobrina Flora Tristán en Peregrinaciones de una paria (1838).
La casa ha sido propiedad de notables familias arequipeñas como los Gutiérrez, Ugarteche, Ricketts, entre otros. En 1974, el BBVA Continental, comprendiendo la necesidad de que la empresa privada aporte a la recuperación del patrimonio monumental del país, la adquirió siguiendo una política coherente que se ha manifestado también con la puesta en valor de la Casa de la Emancipación en Trujillo y la Casa Cabrera en el Cusco.
Fachada de la monumental casona Tristán del Pozo en Arequipa.
Una de las salas de la casona arequipeña se enfoca específicamente en revalorizar el edificio desde la óptica histórica y arquitectónica. Tanto la fachada y puertas se conservan originales con las particularidades propias de la escuela arequipeña. La casona ha sido restaurada respetando los criterios propios de la conservación.
El edificio es una notable muestra de arquitectura civil de la época virreinal y un hito clave para entender el proceso histórico de la arquitectura peruana. Su diseño y dimensiones corresponden al estilo barroco mestizo, con las particularidades propias de la escuela arquitectónica regional de Arequipa.
Agrega Cabanillas que su ornamentación planiforme-textilográfica es la más representativa de esta ciudad. Se trata de un tratamiento de los relieves tallados en superficie externa plana que nos hace recordar la disposición de los diseños en los textiles. Además, la casona tiene tres ventanas de doble dintel en su fachada; sobre ellas se aprecia unos monogramas que celebran a María Purísima sin pecado concebida.
El interior se organiza en dos patios con las habitaciones cubiertas con bóvedas de medio cañón. Y en el patio principal hay unas inscripciones dedicadas a la Santísima Trinidad: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. El monumento demuestra que la arquitectura peruana virreinal no fue una mera copia del arte español, sino supo enriquecer con valores propios aquello que los europeos implantaron en el Perú.
Aspecto de la sala de la acuarela en la casa Tristán del Pozo.
La acuarela ha tenido un notable desarrollo en Arequipa y aún mantiene un prestigio de proyección internacional. Como observa Virgilio Cabanillas, el luminoso cielo sureño ha sido constante inspiración para la Escuela Arequipeña desde sus albores a fines del siglo XIX. BBVA Continental posee una colección de cuarenta acuarelas de artistas arequipeños; en ella, los temas recurrentes son el paisaje rural y urbano de la Sierra Sur, las actividades cotidianas del pueblo y los retratos caricaturizados de personajes de la elite social.
La colección incluye nombres como Jorge Vinatea Reinoso (1900-1931), pintor que logró algunas de las mejores representaciones del Perú profundo, en los tiempos en los que el arte y la cultura salieron a la búsqueda de la elusiva nación peruana. BBVA Continental posee una decena de sus celebradas caricaturas de caballeros de la década del veinte del siglo pasado.
Del mismo modo, Teodoro Núñez Ureta (1914-1988), uno de los artistas peruanos fundamentales del siglo XX. Hacedor de acuarelas, óleos y murales, además escritor y docente, un auténtico humanista. Guillermo Mancilla Canessa (1933-1994), memorable maestro de quien BBVA Continental conserva un importante conjunto de vistas, como aquellas en las que una flamígera vegetación se conjuga con los muros, los contrafuertes o la curvatura de las entrañables escaleras adosadas.
Luis Palao Berastain (1943), artista afincado en el Cusco, que trabaja también al óleo y que ha logrado un lugar de renombre en la historia de la pintura peruana contemporánea. Mauro Castillo Gamarra (1946), nacido en Puno pero formado artísticamente en Arequipa y con importante recorrido internacional. Su Cantera grafica el trabajo de los hombres que domestican las masas pétreas hasta convertirlas en materiales para la creación. Germán Alarcón Cornejo “Kinkulla” (1947), acuarelista que se dejó atraer por el encanto del paisaje arequipeño y cusqueño. José Ricketts Escomel (1950), artista cosmopolita que incursiona también en las formas contemporáneas del arte. Alejandro Nina Arana (1956), de resonante éxito en varios premios de acuarela.
Oscar Luis Cuadros (1948), autor de logradas imágenes serranas en acuarela y en óleo. Y, también, Víctor Martínez (1932) que ha conseguido un lugar para su obra en el mercado norteamericano. Una frase suya puede sintetizar la labor de estos creativos: “Quiero captar lo que está más atrás, lo que no se ve con los ojos”.
Todo este arte representativo forma parte de una muestra que BBVA Continental pone a disposición del público de manera rotativa, dada la delicadeza de los materiales empleados en esta técnica artística.
Dibujo del francés Paul Marcoy de la calle arequipeña donde se levantó la casa Tristán del Pozo.
Una sala presenta un grupo de pinturas al óleo. Un conjunto de obras maestras de Carlos Baca Flor Soberón, Jorge Vinatea Reinoso, Teodoro Núñez Ureta, Luis Palao Berastain y Oscar Cuadros Velasco, que BBVA Continental se enorgullece en compartir con la ciudadanía.
La visita a esta sala permite comprender el enorme aporte de los artistas arequipeños a la historia de la pintura peruana. Son todas obras figurativas que ponen de relieve aspectos esenciales del hombre peruano: su carácter, su lucha y su cotidianidad.
Preside la sala el cuadro Arequipa de Jorge Vinatea Reinoso. Mucha tinta se ha volcado en el papel para tratar de explicar lo que es Arequipa, pero Vinatea ha conseguido la síntesis en una tela. Ahí están el volcán, la blanca arquitectura, el camarón, la chicha, el rocoto, la fe, el hombre. Contundente.
La casa Tristán del Pozo alberga, a su vez, las dos únicas obras de Carlos Baca Flor que se encuentran en su ciudad natal: dos retratos de damas (María Teresa Granda y Rosa María Granda), ambas de perfil, que exhiben sus atuendos y psicologías marcadamente diferenciadas. Baca Flor es, sin duda, el más famoso pintor arequipeño, neoacadémico, conocido por su estilo realista y objetivo, así como también por desarrollar la técnica del impresionismo.
También se exhibe cuatro pinturas de gran formato de Teodoro Nuñez Ureta, lo que nos recuerda la obra mural del maestro arequipeño. Dos de los cuadros muestran la vida diaria de los barrios populares. El muro sin acabados, el vehículo destartalado y la provisionalidad del mercado nos hacen pensar en un país en proceso, que se alimenta para renovar sus energías y terminar de construirse. El otro par de pinturas -con dominio de los colores fríos- nos remite a la actividad de la gente costera. Además están presentes en la sala Luis Palao y Oscar Cuadros. Sus obras son verdaderos retratos psicológicos y testimonios sociales de los hombres y las mujeres de los Andes.
La Casa Tristán del Pozo es un monumento nacional que BBVA Continental y su Fundación ponen a disposición gratuita de la colectividad e, incluso, la oficina principal del banco tiene su sede dentro de ella. De esta forma, la entidad financiera busca contribuir con la actividad cultural de la ciudad blanca y continuar con su trayectoria de protección del Patrimonio Cultural del Perú.