Test de estrés a la banca europea: ¿cómo se medirá el colchón anticrisis?
El próximo 2 de noviembre la Autoridad Bancaria Europea (EBA) publicará los resultados de los test de estrés que está realizando este año a los bancos de la zona euro. Como novedad, en esta edición los escenarios macroeconómicos bajo los que se llevará a cabo el examen serán más severos.
Los test de estrés a la banca europea de 2018, cuyos resultados se conocerán previsiblemente el 2 de noviembre, cuentan este año con varias novedades. Una de ellas es que las entidades no tendrán que cumplir un requisito mínimo de capital. Será el supervisor quien fije un umbral para cada entidad, que no se publicará. Sin embargo sí que formarán parte del proceso de SREP ('Supervisory Review and Evaluation Process') que el supervisor realiza a las entidades para determinar el capital adicional que exige a cada una de ellas. Una vez realizado este proceso podría llegar a ajustarse el requisito MREL si la autoridad lo considerara necesario.
El MREL entró en vigor en 2016, pero será exigible a partir de 2020. Se trata del requerimiento regulatorio que deben afrontar los bancos europeos con el fin de crear un colchón de solvencia que absorba las pérdidas en caso de resolución. El objetivo es que, en caso de crisis de la entidad, las pérdidas las absorba este colchón sin necesidad de recurrir a dinero público. En mayo de este año, el Banco de España, comunicó a BBVA el requisito que deberá cumplir en enero de 2020. La entidad estima que la actual estructura de fondos propios y pasivos admisibles de este grupo de resolución está en línea con el citado requisito.
Se incorpora la normativa contable IFRS9
Otra novedad de los test de estrés de 2018 es que incorporarán por primera vez la nueva normativa contable internacional IFRS9, que se diferencia de la anterior en que, en el capítulo de riesgo de crédito, las provisiones no se generan en función de pérdidas incurridas (ya producidas), sino en función de pérdidas esperadas. Es decir, los bancos deben guardar ya las provisiones para hacer frente a pérdidas generadas por morosidad que se estime vayan a producirse en el futuro.
Como sucedió en los test de estrés de 2014, en esta ocasión tampoco habrá un umbral de aprobado o suspenso del test, sino que el resultado del ejercicio se incorporará en el Proceso de Revisión y Evaluación Supervisora (SREP) que el Banco Central Europeo (BCE) realiza a las entidades periódicamente para determinar qué capital exige a cada una.