Cómo la tecnología mejora los festivales, y no solo la música
Los festivales musicales son especialmente populares entre los ‘millennials’. En los últimos años han experimentado una metamorfosis permitiendo a los asistentes, entre otras cosas, pagar las consumiciones a golpe de muñeca. Gracias a las pulseras inteligentes y otras tecnologías, los organizadores de los festivales cuentan con infinidad de datos. Cuánta bebida se ha consumido, cuál ha sido la comida más vendida o si alguien cumple años deja de ser un secreto.
Pantallas táctiles para crear sonidos, sesiones de música en tres dimensiones o plataformas para que los artistas se expresen con mayor libertad… La tecnología está ayudando a reinventar el mundo de la música, y también la forma de disfrutar los festivales.
El cashless está revolucionando la manera en que se viven los festivales a día de hoy y esta solución ha sido abrazada tanto por los organizadores como por los asistentes gracias a su comodidad y beneficios. Festivales de la talla de Tomorrowland o Coachella han decidido apostar por la tecnología RFID (Radio Frequency Identification) que se está incorporando en los chips de las pulseras de acceso a los festivales, aunque también a otro tipo de eventos como el Mobile World Congress de Barcelona e incluso a clubs de electrónica.
El objetivo es ofrecer una mejor experiencia al público y dejar atrás las colas y la necesidad de tener efectivo para comprar, por ejemplo, un bocadillo. Las pulseras inteligentes aseguran el acceso rápido al recinto y funcionan como una cartera digital, permitiendo la compra de alimentos, bebidas y merchandising en cuestión de segundos.
Pulsera inteligente para entrar al recinto. Fuente: Djmag España
Una de las primeras plataformas en introducir soluciones RFID para festivales y eventos alrededor del mundo es Intellitix. Además de agilizar el acceso y permitir las transacciones virtuales, Eric Janssen, CRO de la empresa, destaca la amplificación de la marca como otra de las ventajas que supone la utilización de pulseras de alta tecnología. “Los invitados pueden participar con los patrocinadores en el evento, compartiendo sus interacciones e impresiones en redes sociales como Facebook o Twitter. Algunas de las interacciones más populares incluyen sorteos instantáneos de premios, listas de reproducción personalizadas, cabinas de fotos, votaciones en vivo, juegos y competiciones, contenido descargable exclusivo y mucho más”, explica en una entrevista.
La información es poder
Pero no solo los asistentes disfrutan de los beneficios de la RFID. Las pulseras aportan a los promotores y organizadores una información privilegiada que facilita el control y monitorizado de todo lo que ocurre dentro del evento y, por tanto, poder trabajar en mejorar su funcionamiento. Gracias a la tecnología, es posible saber cuántas personas han entrado, por qué puntos de acceso, cuántos faltan por entrar, dónde se acumula la gente, en qué bebidas y comida gastan su dinero, dónde y cuándo lo gastan, y poder cruzar toda esa información con los datos personales de cada usuario.
La wearable technology, es decir, todos aquellos objetos de uso diario a los que se les incorpora un microprocesador, como las pulseras inteligentes, no ha hecho más que empezar y queda mucho por descubrir acerca de su potencial. La realidad virtual y la realidad aumentada también despiertan expectativas. Vender entradas a todos aquellos que no puedan asistir físicamente u ofrecerles el acceso a un contenido exclusivo behind the scenes son opciones a tener en cuenta. El festival Coachella ya lo hizo con las lentes Google Cardboard el año pasado. Los clientes recibieron una caja de bienvenida con lentes personalizadas para el evento y acceso a una app. Los usuarios pudieron dar una vuelta en fotos de 360° de ediciones pasadas, ver entrevistas, shows de los artistas y hacer un tour virtual por las instalaciones.
Los festivales más punteros
La tecnología RDIF hizo que los asistentes del Rhythm & Vines, celebrado en Nueva Zelanda, lo viviesen como nunca. Con la colaboración de Spotify, el público disfrutó de la opción de “My Festival Story”. A través de una pulsera inteligente, fue posible hacer el check-in en distintas localizaciones y guardar los setlists de los conciertos en listas de reproducción de Spotify. Con toda esta información, los espectadores pudieron crear su historia personal del festival, que pudieron compartir con los demás a través de las redes sociales.
Otra de las apuestas más originales fue la de Brahma Smile Festival. Gracias a los wearables, la marca de cerveza Brahma diseñó unos vasos especiales llamados Copoke que mostraban las letras de las canciones para que aquellos que no se sabían las letras pudiesen cantarlas.
En el ámbito español, el festival Cruïlla destacó el año pasado al recibir el premio al Festival más Tecnológico por los Iberian Festival Awards gracias a su aplicación de la tecnología al servicio de los asistentes.
Además de ser el primer festival full-cashless del mundo, los organizadores emplearon en la última edición la tecnología para interaccionar con el público de forma individualizada. Una copa de cava para los mayores de 65 años, un regalo a los asistentes más fieles al festival con un mayor número de ediciones asistidas o un trozo de tarta para los cumpleañeros fueron iniciativas llevadas a cabo gracias a los datos que suministra la tecnología. “Una acción tan simple como celebrar el cumpleaños con los asistentes que hacen años los días del festival es un detalle que se queda grabado en la memoria para siempre”, afirma Jordi Herreruela, director del festival.
El equipo de Cruïlla en los Premios Fest 2016. Fuente: Cruilla Barcelona
Lejos de tratar al público como una masa que sigue a los artistas, el objetivo de Cruïlla es tratarlos como seres únicos con nombres y apellidos. “Queremos que cada asistente se sienta especial, que tome consciencia de que el festival conoce su existencia y disfrute con una actitud mucho más activa que simplemente ver los conciertos”, explica Jordi.
En la actualidad, Cruïlla está trabajando con herramientas de big data y BI para conocer mejor al público. Esto abre un abanico de posibilidades donde se puede potenciar la fidelización, por ejemplo, priorizando la venta de entradas al público más fiel o ofreciendo experiencias únicas a aquellos que más participan y más ilusión muestran. Para Jordi, esta nueva visión apenas ha iniciado su camino. Sin embargo, la idea del Cruïlla es ofrecer, por lo menos, una experiencia singular a cada uno de los asistentes, fidelizar al público generando un vínculo emocional real con la organización y ampliar la actividad a lo largo de todo el año para mantener vivo el vínculo con el festival.