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Planeta> Huella de Carbono 20 jul 2024

¿Cuánto dura el CO2 en la atmósfera? Más de lo que piensas

Una molécula de dióxido de carbono sobrevive entre 300 y 1.000 años antes de desaparecer. Este es uno de los datos recogidos en el monográfico sobre sostenibilidad de BBVA donde se profundiza sobre el impacto de la huella de carbono y sus consecuencias en nuestro día a día.

Estos son los años que sobrevive una molécula de dióxido de carbono

El dióxido de carbono (CO2) es un gas resistente. Es tan estable que una vez llega a la atmósfera no hay quien lo destruya. De media, cada molécula sobrevive entre 300 y 1.000 años antes de desaparecer. Esto quiere decir dos cosas. Por un lado, cuando termine el siglo XXI todavía habrá en la atmósfera restos del humo del carbón quemado en los albores de la revolución industrial, en 1760. Por el otro, nos va hacer falta mucho más que reducir nuestra huella de carbono si queremos frenar el cambio climático.

Ahora mismo, solo hay un país en el mundo que tenga una estrategia de descarbonización clara y suficiente como para frenar el calentamiento global en una subida de 1,5 grados Celsius a finales de este siglo (el objetivo del Acuerdo de París). Es Gambia. Reino Unido y Costa Rica están entre los pocos países que están cerca de cumplir el objetivo, según el último análisis de Carbon Action Tracker. Y la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina, México, Colombia o Brasil no están haciendo lo suficiente.

Si en lugar de los planes de futuro observamos qué se ha hecho hasta ahora, la cosa tampoco cambia demasiado. En 2019, Alemania registró la tasa más alta de descarbonización de entre las 20 mayores economías del planeta. Pero esa tasa todavía necesitaría duplicarse para ser coherente con una trayectoria que nos llevase a no superar los 1,5 °C, según el ‘Net Zero Economy Index’ de PwC.

Además, la huella de carbono nos cuenta solo una parte de la historia. Si nos fijamos solo en las emisiones y los objetivos climáticos, dejamos de lado muchos otros riesgos económicos, sociales y medioambientales. Tanto desde la perspectiva de las empresas como desde el punto de vista de países y personas.

Estos son los años que sobrevive una molécula de dióxido de carbono

Las implicaciones de la huella de carbono

“La huella de carbono solo nos cuenta qué organizaciones producen las mayores emisiones. Pero no siempre nos dice qué empresas están en riesgo desde una perspectiva financiera”, explica Mark Campanale, fundador de Carbon Tracker, un 'think tank' que analiza el impacto de la transición energética y el cambio climático en los mercados financieros. “Por ejemplo, si eres una empresa de ingeniería cuyos principales clientes son petroleras, quizá no tengas apenas emisiones directas, pero tus clientes se van a ver muy afectados por la transición energética”.

De acuerdo con el informe de la organización ‘Decline and Fall of the Fossil Fuel System’, los riesgos financieros de no abandonar una economía basada en los combustibles fósiles son también elevados. Y estos amenazan tanto a las empresas (activos inutilizados y dañados, reducción de la inversión) como a los propios estados y a la estabilidad económica mundial (menos negocio significa menos rentas, menos impuestos y mayor inestabilidad social).

“Si todo el modelo de negocio de una empresa está basado en la supervivencia del motor de combustión interna, tendrá que competir con motores eléctricos más fiables y más baratos de operar, impulsados por energías alternativas que son ya más baratas que las fósiles”, añade Campanale. “Vale la pena conocer la huella de carbono, pero no nos da una imagen clara desde el punto de vista financiero”.

La huella de carbono es uno de los mejores indicadores y, sin duda, el más popular para medir las emisiones. Sirve para saber cuál es la contribución de una persona, de un producto, de una empresa o un país al cambio climático. Pero la alteración de las dinámicas atmosféricas y oceánicas de la Tierra no es el único impacto medioambiental que tienen las actividades humanas.

El modelo de los límites planetarios, desarrollado por el Stockholm Resilience Centre en 2009, nos habla de nueve líneas rojas en los sistemas de la Tierra. Nueve fronteras que la humanidad no debería cruzar si no quiere poner en riesgo su propia supervivencia. El cambio climático es una de ellas, pero también están el uso del agua, la degradación de los suelos o la pérdida de biodiversidad. La huella de carbono tampoco nos cuenta su historia.

Estos son los años que sobrevive una molécula de dióxido de carbono

“La huella de carbono es uno de los indicadores que tenemos que tener sí o sí en el cuadro de mandos del avión que estamos pilotando. Pero no podremos dirigirlo atendiendo solo a esta señal”, reflexiona Iñaki Arto, del Basque Centre for Climate Change. “Lo mejor de la huella de carbono es su gran poder de comunicación y que nos ayuda a entender el impacto de nuestro consumo como individuos”. Pero sin olvidar que los problemas medioambientales son algo más que la quema de combustibles fósiles.

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