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Tipos de maquinaria de siembra directa para reducir la erosión del suelo

Los surcos profundos tienen ventajas pero también someten el suelo a un mayor desgaste. La siembra directa reduce ese riesgo con máquinas especiales que depositan semillas sobre terrenos sin preparación previa y cubiertos con rastrojos o restos de la cosecha anterior.

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Un arado tirado por mulas o con una yunta de bueyes, un tractor equipado con vertederas… Ambas imágenes vienen a la mente al nombrar la siembra en un campo de labor. Pero también existe un método que prescinde de abrir surcos tan profundos y le basta con una estrecha franja donde depositar las semillas. Es la siembra directa.

Forma parte de la llamada agricultura de conservación, cuyo objetivo es proteger de la erosión los suelos, es decir, del desgaste del terreno y “la pérdida de las capas más fértiles” por la acción del agua, el viento y el ser humano, como explica Jesús Antonio Gil, catedrático de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Córdoba (España).

La cubierta vegetal

“Un suelo labrado y desnudo se erosiona más fácilmente por lo que hay que cubrirlo con los restos del propio cultivo. Si se deja el rastrojo o las cubiertas vegetales espontáneas que crecen en la zona, el riesgo de erosión se reduce”, completa el experto.

Así, la siembra directa permite una alteración del suelo menor que el cultivo convencional de arado o vertedera. “Este sistema de manejo se caracteriza porque no se realiza ningún tipo de labor mecánica sobre el terreno, al menos el 30% de su superficie se encuentra protegida por los restos vegetales del cultivo anterior y la siembra se realiza con maquinaria específica habilitada para sembrar sobre dichos restos”, detalla Gil.

Además de proteger el suelo, la siembra directa contribuye a la sostenibilidad y ayuda a mitigar el cambio climático. “Se emite menos dióxido de carbono (CO2) porque, al no labrar, reduce la contaminación que causaría el tractor, pero también evita la emisión del CO2 que el propio suelo secuestra y que se liberaría al remover la tierra”, añade.

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Labranza cero

Esta técnica alternativa a la convencional y sin labranza previa cuenta con una maquinaria especializada: sembradoras de siembra directa. Fundamentalmente se diferencian de las tradicionales en el tren de siembra, más robusto ya que debe transmitir al suelo una presión mucho mayor para asegurar un correcto corte del rastrojo y la adecuada posición y distancia de las semillas. De ahí que sean máquinas más pesadas, como expone el estudio ‘Maquinaria específica para agricultura de conservación’, del proyecto europeo 'Life Agricarbon'.

Chorrillo y precisión

La maquinaria para siempre directa se clasifica en dos grandes grupos: sembradoras de chorrillo y de precisión. Las primeras se emplean en la siembra de cereales y otras semillas. “Se llaman de chorrillo porque proyectan un chorro de semillas separadas en líneas, que al crecer se terminan juntando y cubriendo el suelo”, matiza Gil. Son más pesadas y caras debido a los discos que utilizan para cortar el rastrojo. No obstante, “bien utilizadas pueden resultar rentables porque ahorran muchos costes al agricultor”.

“Se trata de las sembradoras más extendidas porque garantizan la distancia entre las líneas de siembra y el número de semillas por metro”, explica este artículo elaborado por el profesor universitario Mariano Vidal.

Por su parte, las sembradoras de precisión se utilizan para cultivos como el algodón o el girasol y se les llama de esta forma “porque colocan una sola semilla cada vez, a una distancia específica y fija de las otras semillas”, explica Gil. Dichas distancias entre líneas de siembra y de unas semillas a otras se mantiene constante.

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De discos o con rejas

Otra clasificación posible se refiere al apero empleado. “El sistema de rejas se adapta mejor a las parcelas pedregosas, pues el paso de la reja desplaza las piedras y así no interfieren en la localización de la semilla. Mientras que con el otro sistema, el de discos que giran, estos al rodar sobre las piedras no realizan surco, por lo que depositan las semillas en la superficie y se quedan sin germinar”, matiza Mariano Vidal.

Por el contrario, en parcelas con abundantes restos vegetales de la cosecha anterior, el primer sistema no es muy adecuado porque esos restos pueden enredarse y acumularse entre las rejas, hasta el punto de que sea necesario detener la tarea para limpiarlas.

Con el objetivo de impulsar la introducción de criterios sostenibles en un sector como el de la agricultura, entidades como BBVA cuenta en Argentina con acuerdos con fabricantes de maquinaria de precisión y de siembra directa. Además, el banco financia aquellas explotaciones que utilizan la agricultura de conservación como método productivo agrícola.

A simple vista

Los campos trabajados con sembradoras de reja presentan un aspecto más convencional, con surcos y el terreno más removido, mientras que los discos realizan cortes más finos en la tierra, apunta Vidal. No obstante, ambas tecnologías “deben adaptarse a las irregularidades del terreno para mantener la profundidad de siembra lo más constante posible”.

Además de las mejoras ambientales, el informe del proyecto europeo Life Agricarbon menciona otros beneficios de la siembra directa: por ejemplo que reduce el laboreo y las labores necesarias para la preparación del suelo, hasta un 50% menos de horas de trabajo. Así mismo esto se traduce en un descenso equivalente en el consumo de combustible y en la mejora tanto de la eficiencia y como de la productividad energéticas.