Sin hambre y sin tentaciones: consejos para hacer la compra y evitar el desperdicio alimentario
Hacer una compra de alimentos sana, económica y sostenible depende de muchos factores, incluido el hambre. Pensar y planificar lo que queremos y necesitamos, revisar lo que hay en la nevera y la despensa, o apostar por productos de temporada son algunas de las recomendaciones para no tirar nada a la basura.
Existen dos grandes tipos de consumidores: los que hacen la compra con hambre y los que no. Hace ya varios años, un grupo de investigadores realizó cinco experimentos. En uno de ellos, los participantes debían recordar las palabras escritas en unas tarjetas. Los que tenían hambre durante el juego memorizaron más términos relacionados con el apetito y la comida que los demás.
En otro, se les ofrecieron ‘clips’ (pinzas metálicas) de forma gratuita. Los que estaban hambrientos se llevaron más cantidades, sin importar si les gustaban o no. Una vez finalizados los demás experimentos, todos relacionados con la cesta de la compra, los científicos llegaron a una conclusión: el hambre afecta a nuestras conductas, determina nuestros pensamientos y nuestros impulsos y nos hace consumir más, no solo alimentos, sino todo tipo de productos.
Este y otros estudios científicos refuerzan lo que ya se sabe por experiencia, que comprar comida con hambre no es una buena idea. Evitarlo es uno de los principales consejos para hacer una compra más sana, económica y sostenible y, además, evitar que los alimentos terminen echándose a perder. Hacemos un repaso de buenas prácticas para hacer la compra y reducir el desperdicio alimentario.
Una compra sin desperdicio alimentario
El desperdicio alimentario tiene importantes consecuencias ambientales, sociales y económicas. Se calcula que, en 2019, se desperdiciaron más de 930 millones de toneladas de comida. “Un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial para consumo humano no llega a ningún plato mientras que 800 millones de personas pasan hambre”, señalan Eva González y Ana Lapeña, responsables del área de Cultura de Sostenibilidad de ECODES, una organización independiente sin ánimo de lucro que trabaja por el desarrollo sostenible y respetuoso con el medioambiente.
“Además, el desperdicio alimentario es responsable de casi el 10% de las emisiones que provocan el cambio climático. Se pierde un 20% del agua dulce para regar cultivos que no se van a aprovechar y se malgasta el 28% de las tierras productivas disponibles. Si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo”, añaden.
Este es un problema presente en todos los países, independientemente de sus niveles de riqueza e ingresos, lo que hace fundamental desarrollar soluciones globales y, también, urgentes. Y, aunque parezca que las acciones individuales apenas marcan la diferencia, también son necesarias.
“Es imperativo un cambio social y cultural en torno a nuestros hábitos de consumo. Lo que realmente cuenta es la suma de acciones. Si pensamos que lo que podemos hacer es poco, el resultado es que no se hace nada. Debemos ser corresponsables, tenemos que actuar todas y todos, y tenemos que actuar ya”, señalan González y Lapeña.
Un buen momento para empezar es el de la compra. De acuerdo con las responsables de ECODES, la falta de tiempo para la planificación es una las causas principales de este desperdicio. Cada vez dedicamos menos tiempo a informarnos y a reflexionar sobre cómo compramos y consumimos, a pesar de que nuestras elecciones pueden reforzar modelos de consumo.
Hacemos un repaso de las principales recomendaciones para planificar la compra que ofrece la Guía de Buenas Prácticas frente al Desperdicio Alimentario elaborada por la Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios del Gobierno de Aragón y ECODES.
1. Preparar un menú semanal
El primer paso para hacer una compra eficiente es elaborar un menú semanal que tenga en cuenta todas las comidas que se realicen cada día: desayunos, comidas, meriendas y cenas. Este debe incluir todo, desde los alimentos que utilizamos para elaborar nuestros platos hasta los aperitivos o tentempiés que sacian el hambre entre otras. Esto es importante para evitar compras impulsivas a lo largo de la semana.
“Lo ideal es preparar un menú semanal que nos ayudará a seguir una dieta variada y que condicionará lo que se vaya a consumir. En el momento de la compra, consultaremos nuestra lista y nos ajustaremos a lo que se haya anotado teniendo en cuenta los ingredientes necesarios para cada plato y las cantidades. Comprar solo lo que se necesita ahorra tiempo, dinero y disminuye el desperdicio de alimentos”, señalan en la guía. Otro buen consejo es hacer la compra siempre en los mismos días. Esto genera un hábito y facilita la organización semanal.
2. Revisar lo que ya hay en casa
Antes de hacer la compra debe revisarse qué alimentos hay en la nevera, en el congelador y en la despensa. Lo ideal es consumir los que ya tenemos antes de comprar otros, y diseñar el menú semanal en consecuencia.
3. Diferenciar entre fecha de caducidad y de consumo preferente
La fecha de caducidad marca el momento a partir del cual los alimentos no se deben consumir dado que pueden suponer un riesgo para la salud. Es la que se presenta en el empaquetado de productos frescos y perecederos como la carne, el pescado y los huevos.
La fecha de consumo preferente, por otro lado, es una fecha orientativa que indica el momento a partir del cual un alimento puede perder algunas de sus calidades organolépticas (aquellas que pueden ser percibidas por los sentidos, como el sabor o el olor). Sin embargo, no indica que el alimento esté en mal estado, por lo que puede seguir consumiéndose sin que suponga un riesgo para la salud. La fecha de consumo preferente está presente en productos duraderos, como el aceite, el chocolate, los yogures, la leche UTH, la pasta o las galletas, entre muchos otros.
4. Comprar sin hambre y no dejarse tentar por las ofertas
“Hacer la compra sin estar hambriento seguramente resultará una compra más racional y menos excesiva”, señalan las expertas. “Por otro lado, las ofertas pueden ser tentadoras y, por ello, es crucial revisarlas con detenimiento para evitar llevar a casa alimentos que no se vayan a consumir, ya que podrían acabar estropeándose y convirtiéndose en desperdicio”.
Un buen consejo es consultar la lista: ¿está presente este alimento? Si no es así, es el momento de plantearse si realmente se necesita o si solamente queremos comprarlo porque está en oferta. También debe tenerse en cuenta el impacto medioambiental de su producción y de su posible desechado. “Tirar comida equivale a tirar agua y además contribuye a generar emisiones causantes del cambio climático, al tiempo que supone una pérdida económica”, recuerdan las responsables de ECODES.
5. Apostar por alimentos de temporada y de producción local
“De este modo se garantizan las condiciones óptimas de frescura, calidad y posterior duración o conservación del producto. Decántate por las frutas y verduras de temporada porque están en su mejor momento, sus precios son más económicos y tu bolsillo lo agradecerá”, señalan en la guía de buenas prácticas de ECODES.
Otro de los consejos que ofrece la ONG es seleccionar los productos no solo por el precio, sino teniendo en cuenta también su trazabilidad. Es muy probable que, cuanto más cercana y sostenible sea la producción, menos alimentos se hayan perdido por el camino.
-
Comprar a granel
Al apostar por las compras a granel se pueden comprar las raciones justas y evitar que lo que no necesitamos se eche a perder. Además, se reduce el número de envases y, con él, el de residuos. En España, recuerdan desde ECODES, los alimentos que más se desperdician son las frutas, las verduras y las hortalizas. Un primer paso para reducir el desperdicio puede ser comprar estos alimentos a granel y no en paquetes demasiado grandes.
Una vez se ha adquirido el hábito de comprar estos alimentos sin envases, puede hacerse lo mismo con otros altamente perecederos, como la carne y el pescado, y otros que tardan más en caducar, como las legumbres, la pasta o el arroz. De este modo, comprar a granel puede convertirse en parte de la rutina en cuestión de pocos meses.
Reducir el desperdicio alimentario tiene consecuencias positivas que se leen en clave medioambiental, económica y social. Y, aunque acabar con este problema es complicado, cualquier aportación, como la de realizar una compra en la que no sobre nada, es necesaria.
“En ECODES decimos que hacer frente a los grandes retos a los que nos enfrentamos, entre ellos los impactos ambientales, sociales y económicos del desperdicio alimentario, es una tarea hercúlea más propia de dioses que de humanos”, añaden Eva González y Ana Lapeña. “De manera que, para hacer frente a esa tarea, necesitamos la implicación de todos los actores en la construcción de las soluciones”, concluyen.