'Rissaga' o meteotsunami: un fenómeno meteorológico particular
Olas progresivas y subidas del mar repentinas provocadas por cambios meteorológicos. Los meteotsunamis, también conocidos como ‘rissagas’ (resacas), se dan en zonas costeras de poca profundidad, entre las que destacan el Mediterráneo, el Adriático y algunas zonas de Estados Unidos. La comunidad científica investiga la relación de estas olas con el cambio climático.
21 de junio de 1984. Puerto de la Ciutadella, isla de Menorca. Nada en aquella madrugada de principios de verano hacía presagiar lo que estaba a punto de ocurrir, pero en las capas altas de la atmósfera el proceso estaba en marcha. Un pequeño sistema convectivo que generó potentes ondas de gravedad atmosféricas desencadenó una perturbación en la superficie del mar. De repente, las aguas se retiraron para acto seguido volver con fuerza contra el puerto, convertidas en una ola de más de un metro de altura. Como resultado de esta muralla de agua, más de un centenar de embarcaciones sufrieron desperfectos o acabaron hundiéndose. El evento pasó a la historia como una de las grandes ‘rissagas’ o meteotsunamis de la historia de las Islas Baleares.
Aunque son un evento poco común, suceden con cierta regularidad, tanto en la poblaciones costeras del Mediterráneo como en otras partes del mundo. Sin dejar las Baleares, la Ciutadella volvió a vivir una gran ‘rissaga’ en 2006, cuando la subida de las aguas superó los tres metros de altura, de acuerdo con estimaciones de la Asociación Meteorológica Española, en 2014 y a principios del verano de 2024. Hay también referencias, a partir del siglo XV, que hablan de mareas repentinas que causan el hundimiento de los barcos en puertos del Mediterráneo. Pero, a pesar de que nos acompañan desde siempre, hay mucho que no conocemos de los meteotsunamis.
¿Qué es un meteotsunami?
El término balear ‘rissaga’, que tiene el mismo origen que el español resaca, hace referencia a estas subidas repentinas del mar en zonas costeras. Sin embargo, científicamente, las ‘rissagas’ pueden estar provocadas por dos fenómenos meteorológicos diferenciados: los seiches y los meteotsunamis. Los primeros son olas estacionarias, que se desplazan más verticalmente, están generadas por fuertes vientos y se dan siempre en cuerpos de agua confinados o semiconfinados. Mientras, los meteotsunamis pueden darse también en espacios costeros abiertos, están formados por olas progresivas que se mueven horizontalmente y están provocadas, sobre todo, por cambios en la presión atmosférica y ondas de gravedad.
“Los meteotsunamis son exactamente lo que dice la propia palabra, son olas de tsunami impulsadas por eventos meteorológicos”, explica Greg Dusek, oceanógrafo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). “En lugar de ser tsunamis generados por un terremoto o por un deslizamiento de tierra submarino, son generados por el clima. En particular, por sistemas de tormentas rápidos que causan una ola en la superficie del océano que puede alcanzar varios metros de altura. Además, no son como las olas que se ven en la playa, que duran unos 10 segundos. Estas tienden a durar entre un par de minutos y dos horas”.
Cómo y dónde se forman estas olas de tsunami
La atmósfera y el océano están mucho más conectados de lo que parece a simple vista. Y los meteotsunamis son un gran ejemplo de hasta qué punto lo que pasa en el aire tiene su reflejo en el agua. Todavía hay muchas cosas que no se conocen de los tsunamis meteorológicos, pero los científicos empiezan a delimitar algunas de sus causas. Según señala el proyecto de investigación europeo SHExtreme, liderado por la Universidad de Split (Croacia), para que se forme un meteotsunami deben darse al menos las siguientes condiciones:
- Una zona costera de poca profundidad (100 metros como mucho) que se adentra varias decenas de kilómetros en el mar. Esta formación frena las olas oceánicas que viajan largas distancias, que son diferentes de las que habitualmente provoca el viento en la costa.
- Un sistema de ondas de gravedad en la atmósfera, resultado de procesos desestabilizadores como los frentes meteorológicos o las tormentas. Si la velocidad de las olas y las ondas se iguala, los dos conjuntos se sincronizan, el mar absorbe la energía de la onda atmosférica y la ola oceánica se hace más grande y poderosa provocando un meteotsunami.
Estas condiciones se cumplen en muchos lugares, pero son especialmente habituales en la costa este de EE. UU., donde los meteotsunamis son más frecuentes de lo normal. “En la costa este se producen unos 25 meteotsunamis al año, aunque la gran mayoría son pequeños, con olas de menos de 45 centímetros”, señala Greg Dusek. “Hay puntos muy propensos, como Carolina del Norte y Carolina del Sur, ya que son dos estados que experimentan una gran cantidad de tormentas costeras, tanto en verano como en invierno”. Además, indican desde la NOAA, también son más frecuentes en los Grandes Lagos de Canadá y EE. UU., el golfo de México, el Mediterráneo y el Adriático.
La relación de los meteotsunamis con el cambio climático
Aunque cada vez se conocen mejor las condiciones atmosféricas que suelen generar los meteotsunamis, identificarlos y predecirlos sigue siendo muy complicado. “Todavía queda mucho por investigar. Necesitamos estudiar estos eventos más a fondo, observar meteotsunamis específicos e intentar comprender por qué ocurren con el mayor nivel de detalle posible. Además, estamos desarrollando un algoritmo predictivo que nos ayude en la detección de estos eventos en tiempo real, lo que nos permitiría alertar de forma anticipada a las personas en la costa”, concluye Dusek.
De la misma manera, se conoce poco de la relación entre los meteotsunamis y el cambio climático. De acuerdo con la investigación del proyecto SHExtreme, cuyas conclusiones todavía no han sido publicadas, será importante entender que la subida gradual del nivel del mar hará que los meteotsunamis y las ‘rissagas’ tengan mayor potencial de desplazarse tierra adentro y alcanzar lugares que antes no sufrían sus efectos. Por otro lado, si los eventos meteorológicos extremos que dan lugar a las ondas atmosféricas se vuelven más frecuentes (como parece que está sucediendo), los meteotsunamis podrían ser también más habituales.
Hasta ahora, el equipo ha demostrado que los meteotsunamis que se producen en el Mediterráneo tienden a ser más fuertes en verano. Aunque las condiciones sean tranquilas en la superficie, los vientos rápidos y secos que llegan del norte de África y viajan a 1.500 metros de altura pueden desencadenar en la atmósfera ondas de gravedad cargadas de energía. Conocer este tipo de detalles podría permitir anticiparse a las ‘rissagas’ en cualquier parte de este mar, incluyendo el puerto menorquín de la Ciutadella.