Reducir la brecha digital: 1.800 pequeños satélites ya llevan internet a zonas desfavorecidas
Miles de millones de personas en todo el mundo aún no están conectadas a internet, según un reciente informe de GSMA. Incluir a todas ellas dentro del mundo digital no solo es una cuestión de justicia social. El despliegue de tecnología, por ejemplo el de muchos pequeños satélites para llevar internet a todos los rincones también tiene que ver con las oportunidades, que se traducen en un aumento del bienestar común.
Las cifras ponen de relieve que el acceso a internet sigue siendo un lujo. Según datos del Banco Mundial, en 2019 tenía conexión a la red un 56,7% de la población mundial. Sin embargo, entre los países menos desarrollados (etiquetados así por Naciones Unidas), el porcentaje de usuarios de internet solo alcanzaba el 21%. Un desajuste que hace evidente la brecha.
La carrera por mejorar el acceso a internet habitualmente comienza en los países desarrollados. A las regiones más pobres llega con retraso, cuando llega... Si bien en los últimos años han surgido tecnologías más susceptibles de llegar a parte de la población desconectada. Aunque el freno a la expansión de estas soluciones siempre es la rentabilidad.
“Es un tema complejo por la barrera que supone la falta de retorno económico, para el inversor, necesario para llevar a cabo el despliegue de una red terrestre”, apunta José Francisco Monserrat, profesor del departamento de Comunicaciones de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). “Solo queda, por tanto, abordarlo desde la cobertura satelital. Pero tampoco esto es inmediato, porque no hay tantos satélites en órbita y, hoy por hoy, priorizan la cobertura en entornos con clientes con capacidad adquisitiva suficiente para pagar el coste, aún alto, del servicio”.
Satélites para acercar la conexión
Los despliegues de satélites han cobrado relevancia en los últimos años liderados por la capacidad mediática de Elon Musk. Su compañía SpaceX ya ha puesto en órbita alrededor de 1.800 satélites y tiene licencia para elevar este número hasta 12.000. Con ellos pretende dar conexión a muchas áreas donde la red convencional no llega. Sin embargo, solo el ‘kit’ para conectar con los satélites cuesta 499 dólares, a lo que hay que sumar la tarifa mensual.
No es, desde luego, una opción barata. Aunque cabe pensar que con la proliferación de estos sistemas se producirá un abaratamiento de la tecnología. SpaceX no es la única compañía con una red satelital. Amazon tiene su propio proyecto para lanzar satélites en 2022 y hay alternativas como la británica OneWeb o la canadiense Telsat. Ambas trabajan en iniciativas similares.
Conectar a aquellos que están excluidos digitalmente no es solo una cuestión de igualdad social. Un informe de Deloitte estima que si las regiones en desarrollo tuvieran el mismo acceso a Internet que los países desarrollados, su productividad se incrementaría de media un 25%. En África, crecería un 29%, mientras que en América Latina lo haría un 13%.
“Creemos que, hoy por hoy, la tecnología es la herramienta clave que facilita y garantiza la igualdad de oportunidades tanto a nivel social como económico y, ahí es donde seguiremos poniendo el foco de nuestra labor”, destaca Yolanda Rueda, presidenta de la Fundación Cibervoluntarios. “Es muy importante seguir trabajando cada día para reducir la brecha digital, para que la tecnología llegue a todas las personas y facilitarles las herramientas que se adecuen a las necesidades de cada uno”.
En su informe, Deloitte también calcula que con las mismas tasas de acceso a internet, en los países en desarrollo se crearían 140 millones de empleos, un 9% más que si se mantuvieran los niveles actuales de conectividad. Sería en las regiones más pobres donde se crearía más trabajo, según la consultora. Dada la relación que hay entre la creación de riqueza, mediante el aumento de productividad y la generación de empleo, la firma estima que alrededor de 160 millones de personas podrían salir de la pobreza extrema con un acceso a internet comparable al de los países desarrollados.
Por ahora las soluciones tecnológicas más inmediatas son las redes de satélites, pues son más eficientes en costes para lograr la cobertura de lugares remotos y dispersos. “Básicamente se despliega una red de satélites que orbitan a baja altura sobre la tierra. Estos satélites se conectan entre sí y, con varios puntos, bajan a localizaciones terrestres que les conectan a internet”, explica Monserrat. “Los usuarios del servicio, en tierra, dotados con antenas parabólicas de alta distancia, son capaces de mandar y recibir paquetes de datos al satélite más cercano que en ese momento esté sobrevolando su cielo y, a partir de este, el paquete se reconduce a través de la red de satélites en uno o más saltos, hasta encontrar un satélite que tenga enganche con un punto de conexión a internet que haya en la superficie terrestre”.
El reto va más allá de la mera infraestructura de telecomunicaciones, como indican desde Cibervoluntarios. “La cuestión no es solo el acceso, que es importante, sino saber utilizar las herramientas necesarias para impulsar un negocio, para hacer cualquier gestión de la administración pública, para formarse, para seguir conectado”, sostiene Rueda. Y añade que el acceso a Internet y la adquisición de competencias digitales pueden ser claves para las empresas. “Durante la pandemia vimos cómo hubo negocios que tuvieron verdaderas dificultades para dar el salto al canal digital, y otros incluso tuvieron que echar el cierre”, comenta.
Precisamente, la Fundación Microfinanzas BBVA organiza el miércoles 10 noviembre el acto ‘Conectados por la oportunidad digital’, bajo la presidencia de la reina Letizia y con la participación del presidente de BBVA, para hablar del desarrollo de personas de pocos recursos más allá de la responsabilidad social. A esta, que es ineludible, se suma la oportunidad que supone la inclusión de poblaciones vulnerables y remotas cuando se despliegan las telecomunicaciones a bajo coste. El objetivo del evento es, por lo tanto, visibilizar las ventajas, a nivel global, de un despliegue tecnológico inclusivo.