¿Qué es la ‘green inflation’ o inflación verde y por qué se caracteriza?
La inflación verde es el alza de los precios de los materiales y los procesos necesarios para fabricar las tecnologías renovables. La transición energética tiene un precio pero, ¿puede ser una aliada frente al cambio climático?
Inflación climática, inflación fósil e inflación verde (o 'green inflation'). Los tres términos fueron los tres pilares que sustentaron el discurso de Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, durante la conferencia Watchers XXII celebrada en Fráncfort (Alemania) en marzo de 2022. Durante su intervención, la economista desgranó las causas de la escalada de los precios de la energía durante el último año, un ascenso que ha arrastrado al resto de precios de bienes y servicios y ha disparado la inflación en todo el mundo.
“Hoy, nuestra dependencia de las energías fósiles no solo es un peligro para el planeta, sino que también es cada vez más una amenaza para la seguridad nacional y nuestros valores de libertad y democracia”, señaló Schnabel en su intervención, haciendo también referencia a la dependencia de la Unión Europea del gas y el petróleo de origen ruso. “Acelerar la transición hacia las energías renovables es innegociable. Es cierto que esta transición tiene un precio (...), pero es un precio que merece la pena pagar”. ¿De qué hablamos, entonces, cuando nos referimos a la inflación verde?
El precio de la transición energética
La constatación de que la quema de combustibles fósiles está cambiando el clima del planeta y poniendo en riesgo la estabilidad de los ecosistemas y las sociedades humanas que dependen de ellos ha cristalizado en diferentes estrategias. Las políticas de transición energética, que buscan construir alternativas sólidas a las energías fósiles, se han acelerado en los últimos años, impulsadas por la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a cero durante las próximas tres décadas. Sin embargo, esta transición acelerada tiene un precio.
De acuerdo con el informe 'The green transition: inflation that we cannot afford not to bear', del Swiss Re Institute, se espera que la transición energética cree presiones inflacionarias adicionales durante los próximos años. Esto se debe fundamentalmente a tres factores, según el informe:
- Dependencia de los combustibles fósiles.
- Incremento de las cargas fiscales para pagar la transición energética.
- Inflación verde, que motiva el alza de los precios de los materiales y los procesos necesarios para fabricar las tecnologías renovables.
Así, tal como señala Julián Cubero, economista líder de BBVA, la inflación verde sería “la aceleración de precios de consumo desencadenada por el encarecimiento de productos ligados a la transición hacia una economía sin emisiones de carbono”.
Inflación climática: ¿qué diferencias tiene con respecto a la inflación verde?
La subida de los precios en general (y de la energía, en particular) es evidente. De acuerdo con el análisis del Swiss Re Institute, la mayor parte de esta inflación no está tanto relacionada con la parte verde como con la dependencia de los combustibles fósiles.
A medida que los países intentan reducir su dependencia del carbón, el gas y el petróleo, las dificultades de sustituir todas las fuentes fósiles por renovables parecen más evidentes, por lo que los mercados energéticos están ganando en volatilidad y vulnerabilidad. A esto se le añade la presión causada por el conflicto en Ucrania y las medidas de la Unión Europea y Reino Unido para sancionar a Rusia mediante la reducción de las importaciones de combustibles fósiles del país eslavo.
Aun así, el informe señala que el impacto de la inflación verde no debe ignorarse. La subida de los precios de las materias primas ligadas al aprovechamiento de las energías renovables (como los minerales utilizados para los aerogeneradores y las placas solares), motivada por el aumento de la demanda y la dificultad para incrementar la producción, es clara. De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, si todos los países cumplen con los objetivos del Acuerdo de París, la necesidad de minerales para las tecnologías renovables se multiplicará por cuatro en los próximos 20 años.
Si bien es necesario controlar la inflación a corto plazo por sus efectos negativos sobre el consumo y el bienestar de las personas, la transición energética es una de las mejores herramientas disponibles para contener, a largo plazo, la llamada inflación climática. Es decir, es la forma de anticiparse a la subida de precios causada por el impacto del cambio climático sobre los recursos, las infraestructuras y las economías si no hacemos nada para evitarlo.
En este sentido, es importante establecer instrumentos para convertir la inflación verde en una aliada. Los impuestos al carbono, por ejemplo, suben el precio de los combustibles fósiles y sus derivados, incentivando que se dejen de usar. Y, al mismo tiempo, la redistribución de los ingresos obtenidos con estas tasas puede ayudar a mitigar el alza de precios en los hogares más vulnerables y puede usarse para acelerar el despliegue de las renovables.
¿Qué es inflación fósil o 'fossilflation'?
Otro de los términos mencionados por Isabel Schnabel fue inflación fósil: se refiere al coste heredado por la dependencia de las fuentes de energía fósiles. Una dependencia que, según Schnabel, "no se ha reducido con la suficiente fuerza en las últimas décadas. La lucha contra el cambio climático es uno de los factores que está contribuyendo a encarecer los combustibles fósiles y, por tanto, a hacer más visibles sus daños medioambientales".