¿Qué son los residuos orgánicos y cómo gestionarlos?
El aceite de freír croquetas, la monda de un plátano o los restos de poda de un geranio del balcón. Todos son residuos orgánicos, desechos de origen biológico que cuando se pueden descomponer de forma sencilla los llamaremos biorresiduos. Su reciclaje puede convertirlos en compost, biogás o fertilizantes orgánicos.
Puede que hayan cambiado los protagonistas, pero el ciclo de la vida lleva millones de años reproduciéndose sin apenas cambios en todo el planeta. En él, nada se echa a perder. Lo que son desechos para unos son alimentos para otros. La escala de la cadena trófica es cada vez más pequeña, hasta que los residuos vuelven a transformarse en las diminutas partículas químicas que dieron origen a todo. Y, así, la economía circular de la naturaleza se pone de nuevo en marcha. Los seres humanos llevamos décadas intentando replicar estos procesos e incluirlos en nuestro sistema económico, pero está resultando más difícil de lo esperado.
Algunos residuos son, directamente, difíciles de devolver a la naturaleza, como sucede con los plásticos. Con otros simplemente hemos roto el círculo natural de descomposición, como con los residuos orgánicos que se producen en nuestras cocinas o en la cadena de la industria alimentaria. Pero, ¿qué son los residuos orgánicos y qué tipos existen? ¿Y cómo podemos gestionarlos de forma que reduzcamos su impacto medioambiental y aprovechar todo su potencial?
Bajo el término residuos orgánicos se engloba una amplia gama de desechos de origen biológico, tanto vegetales como animales. Los residuos orgánicos son, tal como los define el Ministerio de Medioambiente de Chile, “nutrientes no aprovechados que la naturaleza recupera de forma natural” y que corresponden a una importante fracción de los residuos industriales y domésticos. Generalmente, el término se usa también para hacer referencia a los residuos orgánicos biodegradables que podrían descomponerse sin dificultad en un entorno natural, aunque el término más apropiado en este caso es el de biorresiduo.
A nivel europeo, se generan cada año entre 118 y 138 millones de toneladas de residuos orgánicos. Una gran parte procede de los domicilios, donde suponen cerca de la mitad del peso de la basura total. De todos esos millones de toneladas de residuos orgánicos, alrededor del 40% se convierte en compost y otros productos de valor, según el último informe de la red europea de compostaje ECN. El porcentaje reciclado baja al 17% si atendemos sólo a los residuos municipales y dejamos fuera los desperdicios que se generan en la industria (donde las tasas de reciclaje son más elevadas).
¿Qué tipos de residuos orgánicos existen?
La fracción de los residuos orgánicos no es uniforme y varía en gran medida en función de su naturaleza y su origen, su tipología y su composición. Además, cambia en el tiempo en función de multitud de factores, como los hábitos alimentarios o los cambios estacionales. Así, en función de su tipo y origen, podemos hablar de los siguientes tipos de residuos orgánicos:
- Restos de comida y restos de preparación de la comida, ya sean cocinados o crudos. Aquí entrarían, por ejemplo, pieles y restos de fruta, cáscaras de huevo o sobras de comida.
- Restos vegetales de pequeñas dimensiones, que se producen a nivel doméstico.
- Materiales compostables, como bolsas.
- Otros materiales diversos como tapones de corcho o productos de madera, como los mondadientes, de origen doméstico.
- Residuos de origen biológico generados en las plantas de transformación de alimentos y de la hostelería.
- Residuos vegetales de parques y jardines, como restos de poda o de césped.
- Desechos orgánicos de la ganadería, como la orina o las heces de los animales.
- Lodos procedentes de las plantas de tratamiento de aguas residuales.
¿Cuál es el impacto de los residuos orgánicos?
No todos los tipos de residuos orgánicos pueden considerarse biorresiduos. Bajo este término se engloban solo aquellos desechos de naturaleza orgánica que pueden degradarse de forma natural con facilidad. “Los biorresiduos representan una parte importante del volumen global de residuos generados”, explica Inés Moreno García, profesora del Departamento de Tecnología Química, Energética y Mecánica en la URJC y es investigadora del Instituto IMDEA Energía. “En algunos países, suponen más de un tercio del flujo total de residuos”.
Tal cantidad de residuos de carácter orgánico representa desafíos importantes para la sociedad. “En primer lugar, la tasa de generación de este tipo de residuos está en constante aumento debido al crecimiento de la población y los hábitos de consumo”, añade Moreno García. “Pero, si los biorresiduos no se gestionan bien, pueden convertirse en un problema ambiental y de salud pública. Al descomponerse, los biorresiduos liberan metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono (CO2), y pueden dar lugar a lixiviados que pueden contaminar el suelo y las aguas subterráneas”.
El peso de los residuos alimentarios
Los residuos orgánicos están formados, en un porcentaje elevado, por restos de alimentos. Esto es especialmente evidente si atendemos a la fracción orgánica de los residuos domésticos. En España, por ejemplo, y según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, los restos alimentarios representan una fracción mayoritaria de los residuos de los hogares, cercana al 60 %. En Chile, ese porcentaje es del 50% y en México, del 44%.
El dato se mueve en valores similares en casi todos los países. “En general, los residuos alimentarios representan alrededor del 40% de los biorresiduos totales y, si nos centramos solo en el ámbito doméstico, hasta del 60%”, señala Moreno García.
El desperdicio alimentario sigue alcanzando cifras insostenibles en todo el planeta. La FAO calcula que un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial nunca llega a consumirse (un 14% se pierde antes de llegar a las tiendas y un 17% entre el comercio minorista y los hogares). El organismo señala que 1.260 millones de personas que actualmente pasan hambre podrían alimentarse con todos los alimentos desperdiciados.
Las oportunidades de los biorresiduos
No todos los residuos orgánicos son igual de aprovechables. La fracción con mayor potencial de reciclaje y valoración es la de los biorresiduos, que pueden convertirse en compost, biogás o fertilizantes orgánicos. “Al gestionarlos adecuadamente, podemos no solo reducir la cantidad de biorresiduos que terminan en los vertederos, sino aprovechar también su valor como recurso, es decir, en lugar de considerarlos como desperdicios, podemos verlos como materiales valiosos”, explica la investigadora del Instituto IMDEA Energía.
La valorización de los residuos orgánicos no es algo nuevo. Durante siglos, los agricultores los han utilizado como abono en los campos, imitando los procesos naturales de descomposición de la materia orgánica en el suelo, donde los nutrientes se liberan y vuelven a ser absorbidos por las plantas. Hoy, esos procesos se han tecnificado. “Este procedimiento se lleva a cabo de manera controlada en los procesos de compostaje, los cuales permiten homogeneizar los biorresiduos, reducir su volumen e higienizarlos, favoreciendo el retorno de la materia orgánica al suelo y evitando la utilización de fertilizante inorgánicos, altamente contaminantes”, señala Inés Moreno García.
De acuerdo con la experta, los biorresiduos también se tratan mediante procesos de digestión anaerobia (en ausencia de oxígeno) para generar una mezcla de gases como metano o dióxido de carbono denominada biogás. Además, existen procesos más específicos para determinados residuos que permiten generar bio-hidrógeno, carbón, materiales de enmienda del suelo o compuestos químicos de interés para la industria.
“Nosotras, en la Unidad de Procesos Termoquímicos de IMDEA Energía, estamos trabajando en la valorización de los biorresiduos mediante un proceso denominado pirólisis, que consiste en la descomposición térmica del biorresiduo en ausencia de oxígeno. Es el mismo proceso utilizado desde hace cientos de años para la producción de carbón vegetal, pero que ahora dirigimos a la obtención de un producto líquido denominado bioaceite”, añade la experta.
En general, todos los residuos orgánicos esconden oportunidades de valorización, aunque no todos son igualmente aprovechables. Que puedan usarse o no depende de su composición, de la demanda y las necesidades de la industria o de que existan tecnologías que permitan aprovecharlos. Sacarles partido no solo creará nuevas oportunidades económicas, sino que servirá para reducir su impacto en el medioambiente y para cerrar un poco más el círculo de la economía.