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¿Qué son los ecosistemas acuáticos y por qué se están viendo amenazados?

Los ecosistemas acuáticos son sistemas biológicos donde una multitud de organismos vivos crean una interdependencia y ayudan a la supervivencia y salud de las personas. Los hay marinos y de agua dulce: bosques de algas, arrecifes de coral, marismas, ríos, humedales... La contaminación, las especies invasoras o el cambio climático son sus principales amenazas.

Foto cabecera generada por Midjourney (IA)

En Galicia, la ría de Vigo tiene tres guardianas, tres islas labradas por las borrascas del océano Atlántico. La cara oeste de las Cíes, la que mira al océano abierto, es abrupta y escarpada, sin apenas vegetación. La este, la que mira hacia la ría, es más suave y en ella hay espacio para dunas, playas y árboles. Pero el verdadero tesoro de este archipiélago está bajo el agua, en los bosques de kelp, poblaciones de inmensas algas laminarias de cuya salud depende también la salud de muchas de las especies pesqueras más preciadas en la zona, como el pulpo o la centolla.

Sin embargo, en los últimos años, pescadores y científicos han constatado el deterioro de los bosques de kelp de las Cíes y, con él, el descenso de la pesca. Un estudio elaborado desde la Universidade da Coruña concluyó que la razón principal de la destrucción de la laminaria es un pez autóctono, la salpa, que es herbívoro y se alimenta del kelp. Lo que no se sabe es cómo esta especie, presente desde siempre en este ecosistema acuático, se ha convertido en un problema. ¿Qué ha causado el desequilibrio en un sistema que hasta ahora se había mantenido sano?

Los bosques de kelp están presentes en cerca de un tercio de las costas de todo el planeta. Son un recurso importante para el ser humano, tanto por sus beneficios económicos directos como por sus servicios indirectos: las poblaciones submarinas de laminarias filtran el agua, generan oxígeno, eliminan la contaminación por exceso de nutrientes y almacenan carbono. Sin embargo soportan una serie de presiones externas que amenazan con romper el equilibrio que han mantenido durante milenios.

Tipos de ecosistemas marinos

Los ecosistemas son sistemas biológicos formados por una comunidad de multitud de organismos vivos, el medio físico en el que viven y todas las relaciones de interdependencia que los unen. Cuando estos sistemas involucran de alguna forma algún cuerpo de agua, hablamos de ecosistemas acuáticos. Estos se dividen en dos grandes tipos:

  • Ecosistemas acuáticos marinos, como los bosques de kelp, los arrecifes de coral, las marismas, los manglares, las praderas marinas o las albuferas.
  • Ecosistemas acuáticos de agua dulce, como los ríos, los lagos, los humedales o los estanques.

“Los ecosistemas acuáticos son clave para el bienestar humano”, señala Verónica Ferreira, investigadora del Marine and Environmental Sciences Centre de la Universidad de Coimbra (Portugal). “Proporcionan bienes y servicios de los que dependen la supervivencia, la salud física y mental y las actividades económicas de las personas. Algunos bienes son fáciles de reconocer, como el agua que proporcionan los ecosistemas de agua dulce o los alimentos que producen los ríos y los océanos. Pero hay otros servicios más difíciles de ver e igual de importantes, como la regulación del ciclo del agua, del ciclo de los nutrientes y del clima”.

Las amenazas de los ecosistemas acuáticos

Hasta mediados del siglo XX, los salmones y las anguilas poblaban muchos ríos europeos. Era tal su abundancia que en algunos lugares incluso se usaban para alimentar a los animales. Pero en los últimos 50 años han desaparecido: las poblaciones de salmón europeo se han reducido un 93 % y las de anguila un 98%. Su situación no es única, los ecosistemas de agua dulce están entre los más vulnerables del mundo y su pérdida de biodiversidad es cada vez más rápida, impulsada, sobre todo, por la destrucción del entorno, la fragmentación y la contaminación directa.

“En general, cuanto más pequeño sea un ecosistema, mayor será el riesgo que corre. Así, los arroyos o los estanques, por ejemplo, se ven más afectados por las actividades humanas, ya que al tener menos volumen tienen menos capacidad para diluir los contaminantes y las especies no tienen lugares en los que refugiarse”, explica Ferreira. “Podemos imaginar fácilmente cómo un vertido tendrá un impacto menor en un río grande o en el océano que en un arroyo pequeño, que tiene un volumen de agua menor para diluir el contaminante”.

Para la investigadora de la Universidad de Coimbra, los ecosistemas acuáticos tienen hoy cinco grandes amenazas, seis en el caso de los de agua dulce.

  1. Cambio de uso del suelo. Afecta especialmente a ríos, lagos y arroyos. La conversión de terrenos forestales en áreas agrícolas o urbanas altera los aportes de nutrientes al agua, introduce nuevos contaminantes, modifica la sedimentación y destruye la vegetación de las riberas, entre otros efectos.
  2. Contaminación. Los aportes de contaminantes orgánicos y el exceso de fertilizantes han sido la principal fuente de contaminación de los ecosistemas acuáticos en los últimos siglos. El impacto de los plásticos y los contaminantes emergentes (como los químicos industriales o los pesticidas) es más reciente, pero igualmente importante.
  3. Sobreexplotación. Los ecosistemas forman delicados equilibrios entre las especies que los pueblan y los recursos físicos del entorno. La explotación excesiva de cualquiera de ellos por parte del ser humano introduce fuertes desequilibrios en el sistema. La sobreexplotación es especialmente evidente en especies que migran entre los ríos y los océanos (como la anguila o el salmón) y en las especies que están en la parte alta de la cadena alimentaria, como el atún.
  4. Especies invasoras. Son una gran preocupación en las aguas dulces, ya que afectan gravemente a las comunidades nativas y al funcionamiento de los ecosistemas. Por ejemplo, plantas acuáticas invasoras como el jacinto de agua afectan a la navegabilidad de los ríos y a la calidad del agua.
  5. Cambio climático. El calentamiento de las aguas superficiales y profundas altera los patrones de distribución de muchas especies y reduce las opciones de supervivencia de aquellas que no se pueden desplazar. Los cambios en los patrones de precipitaciones también impactan en los aportes que reciben muchos ecosistemas de agua dulce y multiplican su vulnerabilidad.
  6. Alteración del caudal. Esta amenaza sólo afecta a los ríos y arroyos. El establecimiento de presas, azudes y canalizaciones disminuye la conectividad de los ríos, afectando a la migración de especies de peces y al flujo de agua y sedimentos hacia las costas. Según los datos del proyecto AMBER, en los ríos europeos existen más de un millón de barreras y obstáculos, la mayoría de ellas obsoletos.

“Necesitamos llevar a cabo nuestras actividades económicas, es cierto, pero debemos hacerlo de forma que causen el menor daño posible a los ecosistemas acuáticos”, subraya Ferreira. “Soluciones como mantener franjas de vegetación nativa que separen las actividades humanas de los ecosistemas acuáticos o como los proyectos de restauración para recuperar la integridad ecológica de los ecosistemas dañados tienen un impacto muy positivo. También se debe prestar atención a reducir el consumo de productos que no necesitamos y acaban contaminando el agua, como muchos plásticos”.

“Tener ecosistemas acuáticos más saludables nos puede ayudar a resolver la crisis ecológica, ya que son actores clave en muchos ciclos globales, contribuyen a la regulación del clima y mantienen en gran medida la biodiversidad”, concluye la investigadora. “Los impactos del calentamiento global serían mucho peores si no existieran los océanos, que capturan la mayor parte de la energía atmosférica. Pero la temperatura de los océanos también está aumentando y estos están perdiendo la capacidad de amortiguar el calentamiento atmosférico”.