¿Qué son los derechos humanos y para qué sirven?
Poco después de terminar la II Guerra Mundial, una declaración universal reconocía por primera vez los derechos que todos los seres humanos tenemos por el mero hecho de nacer y existir. Desde entonces, ha habido avances y retrocesos, pero sigue siendo una guía básica de ética y solidaridad para proteger a las personas.
Cuando terminó la II Guerra Mundial, el mundo pudo detenerse a medir los estragos que la contienda había dejado tras de sí por todo el planeta. Un reguero de muerte y destrucción que mostraba hasta qué punto puede equivocarse el ser humano. Una lista de atrocidades que, también, sirvieron para poner nombre a unos errores que no deberían repetirse.
Pocos años después, en 1948, dirigentes de todo el mundo firmaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este documento reconocía, por primera vez en la historia, derechos que todos los seres humanos tienen por el mero hecho de nacer y existir. Su firma buscaba garantizar la paz y la estabilidad, y dejar atrás por fin los horrores de la guerra.
75 años después, esta declaración sigue siendo un referente a la hora de defender las libertades de todas las personas. Te contamos qué son los derechos humanos, para qué sirven y hasta qué punto hemos logrado que se cumplan.
Una declaración de 30 artículos
Amnistía Internacional define los derechos humanos como “los derechos y las libertades fundamentales que tenemos todas las personas por el mero hecho de existir”. Están estipulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento elaborado por representantes de todas las regiones del mundo y adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.
La declaración contiene 30 artículos, entre los que se detallan derechos civiles y políticos, como el derecho a la vida, a la libertad de expresión o a la libertad de movimiento. Hay también otros más ligados a la cultura y la economía, como el derecho a recibir una educación o a tener un trabajo. A la lista se suman otros como el derecho a no ser sometido a tortura, a expresarse libremente, a buscar asilo o a tener una vivienda digna y adecuada.
“Lo importante de la Declaración es el contexto que motivó su aprobación”, explica Carmen Rocío García, vicedecana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Loyola Andalucía. “El mundo acababa de salir de una guerra mundial y las atrocidades allí cometidas provocaron que los dirigentes tuvieran una voluntad común”.
“El ‘subidón ético’ que supuso el conflicto inspiró años de compromiso y de un mayor respeto por los derechos humanos, entendidos como garantes de la paz, la estabilidad y el bienestar de las naciones. Así sucedió durante muchos años y esto se tradujo en la elaboración de numerosas normas que consagraban obligaciones para los estados de respeto de derechos humanos y derecho internacional humanitario”, señala.
El objetivo de los derechos humanos
¿Y para qué sirven? La respuesta es sencilla (aunque su consecución es compleja). Los derechos humanos sirven para proteger a todas las personas. Sin excepción. Tal y como señalan desde Amnistía Internacional, se trata de derechos intrínsecos, que todas las personas tienen por el mero hecho de nacer, e inalienables. Es decir, derechos que nadie nos puede quitar, en ninguna circunstancia.
Así, garantizan que todas las personas tengan derecho a un juicio justo y a un trato digno, incluso aquellas que hayan cometido crímenes o atentados contra la humanidad. “Los derechos humanos se predican de las personas únicamente por el hecho de ser personas, con independencia de su raza, su religión o su orientación sexual, por ejemplo, y también con independencia de los actos que hayan cometido”, explica García.
Los encargados de garantizar el respeto a los derechos humanos son tanto las instituciones y las autoridades (en primer lugar, los estados) como los propios ciudadanos. Esto implica que, como ciudadanos, tenemos derechos, pero también deberes. A su vez, existen organismos intergubernamentales dedicados a proteger las libertades de todas las personas, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Los derechos humanos funcionan, muchas veces, como una cadena o una gran bola de nieve. Cuanto más se protegen, más fácil es que se respeten. Y viceversa: cuando más se violan o se ignoran, más fácil es que la onda se expanda y más personas vean sus propios derechos vulnerados y despreciados. Un ejemplo claro lo tenemos, tristemente, en las guerras.
Los derechos humanos y los ODS
Poner fin a la pobreza, al hambre, a la desigualdad de género o al trabajo esclavo. Todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU dependen, en gran medida, de que se respeten los derechos humanos. Al fin y al cabo, su objetivo final es que nadie quede rezagado y se garanticen los principios de igualdad y no discriminación. Los derechos humanos deben entenderse además como un fundamento transversal, que requiere múltiples perspectivas y que además busca estar presente en todos los ámbitos de la sociedad (al igual que los ODS).
Pongamos por ejemplo el ODS 10, que busca reducir la desigualdad dentro de cada país y también entre los diferentes estados. Entre sus metas está “potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica de aquí a 2030”. Resulta evidente que para lograrlo deben respetarse derechos humanos tan básicos como el derecho a la educación, el trabajo o la libertad de expresión.
Otro ejemplo relevante lo encontramos en el ODS 1, orientado a poner fin a la pobreza. O en el ODS 17, que busca crear alianzas mundiales para promover el desarrollo sostenible. Su meta de crear sociedades que no dejen a nadie atrás coincide con la verdadera razón de ser de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Hoy, el mundo es muy diferente a como lo era en 1948. Desde entonces, se han dado avances y retrocesos en el cumplimiento de los derechos humanos. Se han respetado y a la vez se han incumplido todos y cada uno de los 30 puntos de la lista. Cada vez que se garantiza la educación de niños o se celebra un juicio justo, se están defendiendo los derechos humanos. A su vez, cada vez que se limita la libertad de expresión de un pueblo o se asesina, se está atentando contra los mismos.
“La voluntad de aumentar el respeto a los derechos humanos decae con el paso del tiempo y después de otro evento devastador, como fueron los atentados de las Torres Gemelas”, explica García. “La reacción fue precisamente la contraria: el recorte de los derechos humanos entendido como garante de la seguridad. El discurso cambió y, con él, el respeto a los derechos humanos”.
Este cambio de discurso, señala la vicedecana de la Universidad Loyola Andalucía, está ligado a recortes en aquellos derechos que tienen que ver con la intimidad y la privacidad de las personas, que fueron aceptados por la ciudadanía a cambio de un aumento de la protección por parte de los estados.
“La población asume con una mayor naturalidad las violaciones de libertades porque el discurso hace primar otras cuestiones, como la seguridad, sobre la obligación de respetar los derechos humanos”, expone García.
Otros muchos factores han contribuido también a cambiar el contexto en el que deben garantizar estos derechos. Un ejemplo es el cambio climático, que afecta de forma más cruda a aquellas personas de países en vías de desarrollo y, muchas veces, a ciudadanos de estados en los que no siempre se garanticen los derechos humanos.
En 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas incluyó tener acceso a un medioambiente saludable en la lista de los derechos humanos. Los estados miembros afirmaron que tanto el cambio climático como la degradación ambiental están entre las principales amenazas para los seres humanos, y que es necesario trabajar para que todas las personas cuenten con un medioambiente limpio, saludable y sostenible. Esto nos muestra cómo los derechos humanos no son algo inmutable, sino una herramienta viva que debe adaptarse a un mundo que cambia y evoluciona.
Las consecuencias del cambio climático –como la pérdida de cosechas y de viviendas o el aumento de las migraciones y los desplazamientos internos– hacen que sea necesario volver a poner los derechos humanos en el centro de nuestros valores. Hacer que, como hace 75 años, la ética y la solidaridad inspiren tratados internacionales y políticas de desarrollo que sirvan de guía a los estados y las personas de todo el mundo.