¿Qué son los bosques sostenibles y cómo benefician al planeta?
Absorben dióxido de carbono (CO2), son el hogar de más del 80 % de las especies de animales y plantas y fuente de alimentos y materiales, protegen de la erosión, reducen fenómenos como la sequía… La importancia de los bosques es innegable. Una gestión forestal sostenible produce mejoras ambientales, culturales, económicas y sociales.
Hace algunas décadas, las familias de los pueblos más remotos de la región de Caquetá, en la Amazonía colombiana, comenzaron a ver cómo el río les traía barcos llenos de ganado. Animados por la promesa de una vida mejor, decidieron talar los bosques para abrir paso a pastos con los que alimentarlos. Encendieron las motosierras, quemaron hectáreas y acabaron con árboles que siempre habían estado ahí.
Pero la promesa de cambiar su futuro gracias a la ganadería extensiva pronto tuvo otras consecuencias. Estas familias se estaban quedando sin bosque, sin recursos naturales y sin biodiversidad. La erosión estaba dañando su territorio y generando un círculo vicioso. Por este motivo, necesitaban talar cada vez más árboles para sembrar nuevos pastos, lo que llevaba a un mayor deterioro de su entorno.
Hoy, las familias de la zona apuestan por realizar una gestión forestal sostenible con la que recuperar los suelos degradados, crear corredores verdes y garantizar que no se explotan más recursos de los que se pueden regenerar. Estas iniciativas dan esperanza al Amazonas colombiano, una región que pierde cientos de miles de hectáreas cada año debido a la deforestación. Sirven, también, de ejemplo a otras zonas del mundo que apuestan por llevar la sostenibilidad a sus bosques.
El ritmo que marcan los bosques
La gestión forestal sostenible es la que, como su propio nombre indica, gestiona y explota los bosques a un ritmo que permite mantener su productividad y su capacidad natural de regeneración. Aquella que no quita más recursos que los que el bosque puede volver a producir por sí solo.
“La gestión forestal sostenible nos asegura que nuestra interacción con los bosques se realiza de forma respetuosa con el medioambiente”, explica Víctor Resco de Dios, profesor de Ingeniería Forestal en la Universitat de Lleida. “Ahora bien, no debemos confundir gestión forestal con algo cuyo único objetivo sea el productivo: en ocasiones busca mejorar la biodiversidad, la prevención contra incendios y un sinfín de objetivos más”.
Los bosques son, de hecho, grandes aliados para hacer frente a los desafíos medioambientales de este siglo. Al absorber dióxido de carbono (CO2), reducen la cantidad atmosférica de este gas de efecto invernadero (GEI), uno de los principales causantes del cambio climático. Son el hogar de más del 80 % de todas las especies terrestres de animales, plantas e insectos, regulan los ciclos hídricos y protegen el suelo de la erosión, reduciendo la frecuencia y la intensidad de fenómenos como sequías, inundaciones o riadas.
Por otro lado, son una fuente muy importante de alimentos y materiales. De ellos salen miles de especies silvestres, sobre todo vegetales, que se comercian cada año en todo el mundo y que acaban en nuestras manos en forma de cosméticos, medicinas, muebles o prendas de ropa. Sin los bosques, no existiría la vida tal y como la conocemos.
Sin embargo, los últimos siglos han visto el incremento de una actividad extractiva que se ha vuelto insostenible. Nuestro modelo de producción y consumo ya no respeta el ritmo de los bosques: la deforestación y los cambios en los usos del suelo, entre otros problemas, han acabado con una parte muy importante de los bosques del planeta, acelerando la crisis de la biodiversidad y el cambio climático.
“En los últimos 8.000 años, el hombre ha dejado su huella en la práctica totalidad de la naturaleza y, en los últimos 800, la intensidad extractiva ha aumentado de forma insostenible en muchas ocasiones”, explica Resco. “La España del siglo XIX, por ejemplo, era una España deforestada, donde cualquier lluvia podía crear un torrente que inundaba los pueblos de aguas abajo. La dasonomía, la ciencia forestal, nace en ese momento para corregir este problema y asegurar que la gestión que se hacía de los bosques era sostenible”.
Los objetivos de la gestión forestal sostenible
La gestión forestal sostenible asegura la persistencia, la continuidad y la sostenibilidad ambiental de los bosques. Es decir, que lo que se extrae de los mismos sea menor que lo que crece en ellos. Y esto se hace con diferentes objetivos: obtener madera o alimentos como setas, proteger la biodiversidad, fomentar el turismo, prevenir la aparición y la propagación de los incendios…
“Lo ideal, de forma general, es lograr la multifuncionalidad”, explica Resco. “Que se logren varios objetivos a la vez, como por ejemplo la obtención de madera, la mejora de la biodiversidad, la asimilación de carbono y la mejora de las economías rurales. Aunque en algunos casos, evidentemente, puede primar alguna función en particular”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recuerda que la gestión forestal persigue tanto objetivos ambientales como sociales, económicos y culturales. Señala siete elementos temáticos que involucran los diferentes aspectos de la gestión sostenible de los bosques, tanto naturales como plantados:
- Extender los recursos ambientales
- Preservar la diversidad biológica
- Mantener su salud y su vitalidad
- Promover funciones productivas y extraer recursos
- Proteger los recursos y los servicios ambientales
- Garantizar que sigan proporcionando beneficios socioeconómicos
- Establecer marcos legales, políticos e institucionales
La FAO señala además que la gestión forestal sostenible debe concebirse como un concepto dinámico y evolutivo, que cambia con el tiempo y en función de las características de cada bosque. “Esto es así porque nuestra relación con el bosque cambia. A principios del siglo XX, por ejemplo, las inundaciones eran un problema grave en España. En consecuencia, se plantaron muchos árboles de los que ahora nos hemos olvidado y hemos sustituido el problema del agua por el del fuego”.
En la actualidad, la amenaza del cambio climático nos muestra la importancia de evitar perspectivas cortoplacistas. “En un escenario de creciente propensión a los megaincendios, resulta imperativo recobrar la gestión tradicional de los bosques apoyada en los muchos progresos de la ciencia y la ingeniería forestal. Esto permitiría acelerar la recuperación de la biodiversidad y poder convivir con los bosques con seguridad”.
Las muchas vidas de un bosque sostenible
Existen diferentes vías y enfoques para adoptar una gestión sostenible de los bosques, que dependen en gran medida de la situación y las características de cada uno. De acuerdo con el profesor de la Universidad de Lleida, una de las claves es no excederse ni quedarse corto en la extracción de biomasa. Lo primero lleva a la sobreexplotación, mientras que lo segundo (abandonar la gestión forestal) genera, en muchos casos, desequilibrios temporales que redundan en pérdidas de biodiversidad.
Otra es respetar el conocimiento de las poblaciones rurales e indígenas y sumarlo a los avances científicos. “No se les escucha lo suficiente, y eso supone un grave problema. Los pueblos pigmeos de África, por ejemplo, han protegido la biodiversidad con sus técnicas ancestrales de gestión forestal, y ahora se les expulsa de sus tierras en pro de una supuesta conservación de la naturaleza o con fines extractivos. Hacer esto o ignorar sus amplios conocimientos es un craso error que atenta contra los derechos humanos y redunda en pérdidas de biodiversidad”, señala Resco.
Otras soluciones son aumentar la limpieza de los bosques o recuperar técnicas de pastoreo para quitarle densidad, lo que evitaría la propagación de fuegos; volver a apostar por especies autóctonas; crear instrumentos de mercado como sellos de certificación forestal sostenible o cambiar los modelos productivos. Y la lista sigue.
Garantizar la gestión forestal de los bosques implica, sobre todo, alargar su vida. Una vida que puede servir para prestar, una y otra vez, servicios inagotables a la naturaleza, los pueblos y las industrias que dependen de ellos.