¿Qué son los biorresiduos y qué tipos existen?
Los biorresiduos son desechos orgánicos de origen animal o vegetal que pueden descomponerse naturalmente. Hay residuos de alimentos y de cocina procedentes de hogares y establecimientos y los hay vegetales derivados de la poda de jardines y zonas verdes. Su recogida selectiva, gestión y tratamiento es más habitual en los países con altos ingresos, mientras que el vertedero prima como destino final en el resto.

La piel de plátano que se tira al cubo de la basura o los restos de poda de una zona verde son ejemplos de biorresiduos. De hecho, la Unión Europea (UE) los define como aquellos residuos procedentes "de jardines y parques y los residuos de alimentos y de cocina procedentes de hogares, restaurantes, servicios de restauración colectiva y establecimientos de consumo al por menor, y residuos comparables de plantas de transformación de alimentos”. Así lo recoge el Libro Verde sobre la gestión de los biorresiduos en la Unión Europea.
La UE no incluye aquí los residuos agrícolas o forestales, el estiércol, los lodos de depuración ni otros residuos orgánicos biodegradables como textiles naturales, papel o madera tratada. Esto es porque estos ya cuentan con sus propios procedimientos de gestión y reciclaje. También quedan excluidos los subproductos de la industria alimentaria que nunca llegan a ser residuos sino que se convierten en materias primas para nuevos productos, en la lógica de la economía circular.
Los biorresiduos se generan en el ámbito comercial, industrial y doméstico (o residencial). Se dividen en dos grupos fundamentales. El primero, la Fracción Orgánica de Residuos Municipales (FORM), que procede de alimentos y otros elementos de cocina y comercio, y es la más común. El segundo, la Fracción Vegetal (FV), que se genera en lugares con vegetación, tanto de titularidad pública como privada. Así lo explica en su web The Circular Campus, centro de conocimiento para empresas sobre economía circular y envases de Ecoembes, que es la entidad que gestiona el sistema de reciclaje de envases domésticos en España. Ambos grupos “difieren tanto en características y composición como en su eliminación”, añade. Según el tipo, pueden tener mayor o menor humedad y producir mal olor. También dependiendo de la concentración de nitrógeno orgánico, asegura.
El concepto de biorresiduos es con el que trabajan, de manera oficiosa, los académicos en Colombia, explica Verónica Manzi, doctora en Ingeniería y coordinadora del Núcleo de Ingeniería Ambiental de la Universidad Autónoma de Occidente en la ciudad de Cali. El término no está adoptado de manera oficial, y en el resto de América Latina y el Caribe se utiliza, en general, el de ‘residuo orgánico’, que es impreciso, al referirse a materiales no necesariamente biodegradables, subraya.
Estrategias de valorización de residuos en 24 grandes urbes
“La alta proporción de los biorresiduos de origen residencial –y en general de los biorresiduos– en el flujo de desechos sólidos municipales de los grandes centros urbanos alrededor del mundo, y los impactos ambientales relacionados con su gestión, han generado la necesidad de establecer estrategias para su valorización”, explican Manzi en el artículo ‘Estado de la valorización de biorresiduos de origen residencial en grandes centros urbanos’, publicado en 2020 en la Revista Internacional de Contaminación Ambiental.
La investigación puso en evidencia que la implementación de estrategias de valorización es mayor en países de altos ingresos económicos, dentro de los cuales confirmó 24 grandes urbes que las tienen, primando los métodos de tratamiento biológico como compostaje y digestión anaerobia, generalmente precedidos por la separación en la fuente y la recolección selectiva.
Los países asiáticos de altos ingresos son los que reportan mayores coberturas de valorización de residuos de alimentos de origen residencial: entre el 95 % y el 97 % en Seúl, el 99 % en la ciudad de Daejeon, como consecuencia de la prohibición de la disposición final de desechos de alimentos vigente en Corea del Sur desde 2005 y del éxito de los contenedores inteligentes, que identifican el tipo de resto que se deposita dentro y recogen datos de hábitos para mejorar el proceso.
Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), los biorresiduos copan alrededor del 34% de los cientos de millones de toneladas de desperdicios municipales que se generan todos los años en la UE. Desde 2011, la normativa comunitaria contempla la instalación de un quinto contenedor, mayoritariamente marrón, para su recogida selectiva, que aún no está generalizado en estados miembros como España, pero que será obligatorio a partir de 2024.

La mayoría de biorresiduos, al vertedero
En Latinoamérica, la mayoría de los biorresiduos de origen residencial terminan en el vertedero, lamenta Manzi, con algunas experiencias sueltas de valorización en Ciudad de México, Medellín (Colombia) y Rosario (Argentina). “Las tres se enfocan en el compostaje pero difieren en el grado de implementación y en la aplicación de la separación en la fuente y de la recolección selectiva”, expone. Existen otras iniciativas respecto a los biorresiduos de origen no residencial, como los procedentes de establecimientos comerciales, centros de alimentación colectiva o institucionales.
Más del 50 % del total de los desechos que se producen en los municipios de los países en desarrollo son residuos de alimentos y de jardín. Sin embargo, en Colombia no existe una normativa específica al respecto, mientras que en el resto de América Latina y Caribe “no se evidencia una alta preocupación desde la normativa hacia los biorresiduos”, según hace notar Manzi. La investigadora reclama un mayor enfoque hacia su aprovechamiento en el marco de los sistemas de gestión. Añade que, según la experiencia en Europa, la separación en la fuente de los biorresiduos ha conducido a un aumento en las tasas globales de reciclaje, porque evita el deterioro de la calidad de los residuos reciclables secos (como el papel) y la pérdida de su potencial de aprovechamiento.