¿Qué es y cómo se mide la huella hídrica? El 'agua que comemos'
Es uno de los indicadores de la sostenibilidad que sirve para cambiar el rumbo del planeta. Junto con la huella de carbono y la huella ecológica, la huella hídrica también juega un papel importante en el cuidado del medioambiente ya que supone “el agua que comemos”. Es decir, mide el volumen de agua que usas de manera directa por tus actividades cotidianas, y el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios que consumes. Su finalidad es buscar una gestión más eficiente de este recurso limitado.
¿Te has parado a pensar los litros de agua que se consumen a diario? La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) intenta concienciar de la importancia de la huella hídrica. Este concepto nació en el año 2002 de la mano del profesor de la UNESCO, Arjen Hoekstra, y mide el agua necesaria durante la producción de un tomate o un grano de arroz, por ejemplo. Un hecho del que no siempre se tiene conciencia a la hora de consumirlos.
El organismo especializado de la ONU asegura que, dependiendo de la dieta que se tenga, los alimentos que consume a diario una persona equivalen al uso de entre 2.000 y 5.000 litros de agua para su producción. Además, ha calculado que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con lo que se come, y avisa: “Si no cambiamos nuestros hábitos ahora, la demanda mundial de agua podría aumentar un 50% para 2030”.
Alimentos que más impactan en la huella hídrica
En ese sentido, la FAO también pone de manifiesto un hecho importante y poco conocido: desperdiciar alimentos es equivalente a desperdiciar agua. Una afirmación fundamentada en que no se está teniendo en cuenta los recursos hídricos destinados a la producción de alimentos. De ahí que sus expertos han determinado qué alimentos son los más (y los menos) sostenibles a la hora de ser producidos respecto a su consumo de agua.
Por ejemplo, para producir un kilo de carne se precisan, nada más y nada menos, que 15.000 litros de agua. Sus expertos determinan que para producir un kilo de carne de vacuna se necesitan 13.000 litros de agua, una cifra muy lejana de los 1.250 l. de agua que se necesitan para generar un kilo de lentejas.
Esa brecha entre los alimentos cárnicos y los vegetales se puede apreciar de mejor manera en el estudio “Evaluating the Water Footprint of the Mediterranean and American Diets”, publicado por el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). En él se confirma que la dieta mediterránea es saludable y sostenible en términos de consumo de agua en comparación con la dieta americana. Algo que se debe a un menor consumo de carne y productos procesados, los cuales tienen unas huellas hídricas más elevadas, que los productos naturales sin procesar.
Otras instituciones dedicadas al impacto hídrico que tienen los alimentos, como Water Footprint Network, aportan otros datos interesantes. Por ejemplo, el chocolate, que requiere un consumo de agua por cada kilo de 17.196 litros. En el lado opuesto, esta institución sitúa a las calabazas, pepinos y melones entre las opciones más sostenibles de cultivo. Un kilo de pepino, por ejemplo, requiere 353 litros.
El impacto del agua en el cambio climático
El agua no es solo un recurso limitado y que hay que cuidar. Es necesario recordar que su extracción y gestión también tiene un impacto en la emisión de CO2 debido a la energía requerida para el tratamiento y la distribución del agua. Por tanto, la huella hídrica pretende fomentar un consumo responsable que evite la explotación indebido de los recursos hídricos y ayudar así a combatir el cambio climático.
El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares son posiblemente dos de las consecuencias del calentamiento global que mejor ejemplifican la relación entre agua y cambio climático. Pero no son las únicas.
Según las previsiones científicas, esta relación provocará una variabilidad o modificación de los recursos hídricos. Esto provocará que los episodios de sequía en regiones ya áridas sean más frecuentes y duraderos en el tiempo. El agua potable y un saneamiento adecuado serán más complicados en muchas zonas en las que ya de por sí experimentan dificultades para acceder a ellos.
Por otro lado, la alteración del ciclo del agua modificará las precipitaciones incrementando la humedad del suelo. Esto producirá un impacto en el escurrimiento, la evaporación, el vapor atmosférico y la temperatura del agua que conducirá a condiciones y fenómenos más extremos.
Hablar de agua y cambio climático supone por tanto hacerlo sobre las consecuencias de una crisis que ahonda en los problemas de abastecimiento de agua en muchos lugares del planeta, debido a una creciente demanda que puede todavía aumentar. Estas son algunas maneras que nos muestran cómo afecta el cambio climático al agua.
Cómo se calcula
Para calcular la huella hídrica hay que medir el volumen (litros o metros cúbicos) de agua utilizada en la producción de cualquier bien y servicio. Esto incluye no solo el agua incorporada al producto, sino toda la que de alguna forma interviene en el proceso: la que se ha podido contaminar, la devuelta a otra cuenca o al mar e, incluso, la evaporada.
Por tanto, la huella hídrica es el resultado de tres indicadores, divididos en colores, en función de la procedencia del agua:
- Huella hídrica verde: Procede directamente del agua de lluvia o nieve y que se almacena en el suelo en capas superficiales al alcance de las plantas.
- Huella hídrica azul: Agua que procede de fuentes naturales o artificiales mediante infraestructuras o instalaciones operadas por el hombre.
- Huella hídrica gris: Relacionada con la calidad del agua y su posible contaminación debido a los vertidos en un determinado proceso. Es necesaria para que el medio receptor asimile los contaminantes vertidos.
Calcula tu huella hídrica diaria
Es posible realizar un ensayo de lo importante que resulta la huella hídrica en la vida diaria de las personas. Para ello, cualquiera puede recurrir a algunas calculadoras sencillas, que pueden otorgar una aproximación suficiente. Aquí proponemos dos:
- 'Water Footprint Calculator', de la GRACE Communications Foundation, que trabaja con estándares de los EE. UU.
- ‘Personal water footprint calculator’, de Water Footprint Network, que emplea métrica internacional.