¿Qué es un Sistema de Gestión Integral (SGI) y por qué sin él una empresa no obtendrá los resultados deseados?
Un Sistema de Gestión Integral es un enfoque estratégico que busca coordinar y optimizar todos los aspectos relevantes de una organización, desde sus procesos internos hasta su impacto en el medioambiente y su consumo energético. Integra diversas normativas y estándares para ofrecer a las empresas un marco estructurado que promueva la eficiencia, la transparencia y la responsabilidad, y que permite optimizar sus procesos, reducir costos y mejorar la eficiencia operativa.
En el dinámico panorama empresarial actual, donde la sostenibilidad y la eficiencia son clave, la implementación de un Sistema de Gestión Integral (SGI) se ha convertido en una herramienta fundamental para las organizaciones que buscan optimizar sus procesos y garantizar su éxito a largo plazo. En este contexto, la ISO 14000/50001 y las siglas SGA/SGMA, se destacan como referentes esenciales. Eso permite a las empresas no solo cumplir con estándares internacionales, sino también mejorar su desempeño ambiental y energético.
De hecho, muchas organizaciones optan por implantar estos modelos para dar cumplimiento a los requerimientos de los diferentes grupos de interés. Así los convierten en un signo diferenciador frente a sus competidores.
“Los SGI optimizan los recursos, simplifican la documentación del sistema de gestión y reducen duplicidades en procedimientos o políticas. También agilizan procesos o procedimientos, aumentan la eficacia y eficiencia, la realización de auditorías integradas…”, enumera Natalia Orviz, coordinadora del Máster Universitario en Sistemas Integrados de Gestión de la Prevención de Riesgos Laborales, la Calidad, el Medio Ambiente y la Responsabilidad Social Corporativa (SIG) de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Por qué los Sistemas de Gestión Integral son importantes para sostenibilidad medioambiental
El componente ambiental de este procedimiento es crucial. La norma ISO 14001 establece los requisitos para un Sistema de Gestión Ambiental (SGA). Por su parte, la ISO 50001 se enfoca en la Gestión de la Energía (SGMA). Estas reglas, desarrolladas por la Organización Internacional de Normalización (ISO), proporcionan un marco sólido para que las organizaciones gestionen de manera efectiva sus aspectos ambientales y energéticos. La primera permite identificar, controlar y mejorar su desempeño ambiental, reduciendo su impacto en el entorno y demostrando un compromiso con la sostenibilidad. La segunda, ayuda a establecer políticas y procesos que fomenten el uso sostenible de la energía.
Uno de los principios sobre los que se sustentan las normas ISO que definen los requisitos para implementar un SIG, es la mejora continua, lo que significa que precisamente estos “son flexibles y están diseñados para adaptarse a cualquier cambio que pueda existir dentro del funcionamiento habitual de la organización, como pueden ser los cambios normativos”, apunta Orviz. Dentro de su implementación, la organización debe ser capaz de detectar todas las oportunidades de mejora que necesite poner en marcha con el fin de cumplir con los requisitos de sus partes interesadas, corregir defectos y adaptarse a los cambios.
“La certificación bajo la norma ISO 50001 es un reconocimiento a la gran labor de eficiencia energética que lleva realizando el Grupo desde hace más de 15 años”, afirma Desirée Granda, responsable global de Inmuebles y Servicios en BBVA. En el marco de su Plan Global de Ecoeficiencia y siguiendo políticas ambientales y de gestión de la energía, BBVA ha conseguido certificar en todos los edificios y sucursales en España un sistema de eficiencia energética, amparado bajo la norma ISO 50001. “Para BBVA es una herramienta esencial para asegurar que hacemos la mejor gestión de los recursos energéticos generando la mínima huella ambiental en nuestros inmuebles”, añade.
Los beneficios de implantar un SGI son diversos e impactan en activos intangibles como la reputación y la legitimidad. Jorge González, profesor del Área Estrategia y Sistemas de Información y director académico del Plan de Transformación Digital para la Pyme de la Universidad de Deusto, señala que permiten disponer de un repositorio centralizado de información y procesos único y sin duplicidades, de modo que los flujos de información “fluyen sin esfuerzo a través de toda la organización, alimentando y posibilitando los procesos tanto productivos (cadena de valor) como los procesos de soporte (finanzas, contabilidad, compras, relación con el cliente…)”, explica. “Si el procedimiento de gestión es verdaderamente integral, la calidad, el medioambiente, la seguridad e incluso otros requerimientos (sostenibilidad, eficiencia, ratios financieros, gestión del talento, paridad…) son parte del todo. Se integran con el resto de procesos productivos”, añade el académico.
Desafíos más comunes que enfrentan las empresas al adoptar un enfoque integral en la gestión
Según Orviz, “Los más comunes son la pérdida de la identidad de cada uno de los sistemas de gestión, la falta de recursos materiales y humanos, y cuestiones de organización interna como la departamentalización de funciones”. Para González, el primer reto es la selección de la herramienta o solución. “Una vez seleccionada deben analizarse cuidadosamente tanto la estructura y gobierno de datos como de procesos ya existentes en la versión estándar de la herramienta. Adaptar la realidad de la organización al estándar probado, robusto y con garantía de soporte y actualización permanente”, apunta.
La participación de la dirección de todos los trabajadores es fundamental a la hora de implementar y mantener un SIG. De hecho, el liderazgo es un principio básico definido en todas las normas de sistemas de gestión ISO. “Los líderes dentro de una organización deben establecer un propósito y un compromiso claro con este modelo administrativo, creando y manteniendo un ambiente interno adecuado que involucre a todo el personal en el logro de los objetivos. Además, la motivación de todo el personal es clave a la hora de obtener una participación e implicación en la implementación del sistema de gestión integral”, opina Orviz.
En este contexto, el compromiso con la implementación y mejora constante de un Sistema de Gestión Integral no solo se traduce en beneficios tangibles, como la reducción de costos y el cumplimiento de estándares, sino que también contribuye al desarrollo sostenible a largo plazo. La visión holística de un SGI, abarcando aspectos ambientales y energéticos, no solo es esencial para enfrentar los desafíos actuales, sino que también posiciona a la empresa como un agente de cambio positivo en el mundo empresarial y la sociedad en general. Así, la adopción de un SGI no es solo una elección estratégica, sino un compromiso con la construcción de un futuro empresarial responsable, eficiente y sostenible.