¿Qué es un préstamo ligado a métricas ambientales?
Un hotel sostenible en Colombia o una funeraria que busca reducir su huella de carbono en España. Los préstamos ligados a métricas ambientales o sociales son una fórmula de financiación cada vez más utilizada. De hecho, el precio del préstamo dependerá del desempeño de esos objetivos.
La península de Barú (Colombia) es famosa por sus arenas blancas y sus aguas turquesas. Es uno de los destinos más famosos del país y, desde hace décadas, su entorno se ha transformado enormemente para acoger turistas que llegan de todas partes del país sudamericano y del resto del mundo.
En los últimos años, sin embargo, una nueva ambición ha ido creciendo en Barú: lograr un turismo más sostenible y responsable con el medioambiente. Un modo de conseguirlo es apostar por un desarrollo turístico financiado con préstamos ligados a métricas ambientales. Esto es, precisamente, lo que hizo el Grupo Aviatur para construir y poner en funcionamiento el hotel ecológico Las islas.
El hotel es, hoy, todo un referente de turismo sostenible en la zona. Para su construcción no fue talado ni un solo árbol de la zona, y en él se fomenta el reciclaje y el uso de materiales orgánicos. Además, se espera que estos niveles de exigencia no decaigan: como sucede cuando se trata de préstamos ligados a métricas medioambientales, una consultoría externa se encargará de certificar cada año que el hotel está cumpliendo con las métricas sostenibles pactadas. La concesión y condiciones de ese préstamo están sujetas al cumplimiento de indicadores sociales, ambientales o de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) fijados por las empresas. De hecho, el precio de la financiación dependerá del desempeño de esos objetivos, que serán sometidos a evaluación.
Préstamos con objetivos verdes y sociales
“Los préstamos ligados a métricas ambientales son aquellos en los que los términos y condiciones, como por ejemplo el tipo de interés, están condicionados a la consecución de unas métricas previamente definidas, normalmente de carácter medioambiental”, explica Jaime Marín, responsable de sostenibilidad para empresas de BBVA.
De este modo, estas métricas suelen estar relacionadas con la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) u otros gases, con el uso responsable del agua o con las tasas de reciclado, por ejemplo. También pueden tener un carácter social o corporativo.
Estas métricas deben definirse de antemano y ser relevantes y representativas de la actividad de la empresa. Además, deben tener una senda de consecución en los años sucesivos. “Los indicadores de consecución dependen de varios factores, como el tipo de industria, la actividad o el contexto del país”, explica Marín. “Los fija un consultor externo y deben implicar un compromiso ambicioso de mejora en temas de ESG”
Este consultor externo es también el encargado de evaluar, de forma anual, independiente y rigurosa, el cumplimiento de estos compromisos. Conseguirlo se traduce en beneficios para la empresa. Por el contrario, si no se cumplen se da una penalización en el tipo de interés.
En los últimos años, hemos visto crecer un gran número de proyectos gracias a este tipo de préstamos. Y es que el hotel Las islas de Barú no es una excepción: en México, por ejemplo, los créditos sostenibles han hecho realidad varias iniciativas para que grupos hoteleros gestionen adecuadamente el agua, reduzcan su consumo de energía y apoyen iniciativas para proteger las tortugas marinas de la Riviera Maya.
En España, los préstamos ligados a métricas ambientales y sociales han servido para financiar proyectos de todo tipo de entidades, desde grupos de comunicación hasta empresas del sector funerario. Un buen ejemplo es el de Funespaña, que ha establecido objetivos para reducir su huella de carbono, promocionar el talento femenino y aumentar las acciones de ayuda a colectivos vulnerables.
Los bonos verdes
Los bonos, tal y como explica el Banco Mundial, son un acuerdo a partir del cual los emisores toman fondos de inversores a modo de préstamo y deben devolverlos a una tasa convenida y al cabo de un plazo de tiempo previamente especificado. Como su propio nombre indica, los bonos verdes financian proyectos ligados a la sostenibilidad medioambiental.
“Son instrumentos financieros en los que se garantiza que el dinero se va a asignar a proyectos y activos que tengan un impacto ambiental positivo y relevante”, explica María Cristina Romero Medina, responsable de departamento de finanzas sostenibles en EQA, una entidad de verificación y certificación de I+D+i, calidad y estándares ESG.
Desde que se emitió el primero en 2008, los bonos verdes han servido para financiar todo tipo de proyectos ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y a la consecución de las metas pactadas en el Acuerdo de París. “Cumplir todos estos objetivos nunca sería posible si nos limitásemos a la inversión que llega del sector público. Es necesario derivar flujos de capital privado hacia proyectos sostenibles, que generen beneficios a nivel social y medioambiental”, señala Romero.
Hoy en día, la presión regulatoria y la voluntad de apoyar iniciativas responsables con el medioambiente están favoreciendo que la inversión se canalice hacia este tipo de proyectos sostenibles. A su vez, esto aleja las inversiones de sectores ligados a los combustibles fósiles y a la destrucción del medioambiente. “Para una compañía, no participar en proyectos que generen beneficio medioambiental o social implica quedarse atrás y, en consecuencia, hacerse cada vez menos atractiva para sus inversores”, completa Romero.
De proyectos energéticos al papel de los hoteles
En líneas generales, los proyectos más financiados con bonos verdes cambian en función del contexto económico, la legislación vigente en cada estado, el tipo de empresa que los potencia e incluso la presión social. Sin embargo, la tendencia permite afirmar que el volumen de proyectos financiados con bonos verdes está aumentando y expandiéndose a todo tipo de sectores.
“En 2021 hemos tenido actividad con empresas de todo tipo, desde papeleras hasta hoteleras, pasando por medios de comunicación o funerarias. Es difícil pensar en un sector en el que no hayamos visto interés y actividad”, señala Jaime Marín, responsable de sostenibilidad para empresas de BBVA. “No obstante, los proyectos más habituales están ligados a la energía, la construcción eficiente certificada, la movilidad sostenible, la gestión de residuos, los biocombustibles y, en el caso de América Latina, el sector agro”, completa.
De cara al 2022, señala Marín, la tendencia continuará acelerándose con proyectos de acción climática, entre los que destacan los relacionados con la economía circular o la biodiversidad. Y todo parece indicar que se sumará, además, un nuevo ingrediente en la ecuación: las inversiones vinculadas a temas sociales. “Estamos comprobando con agrado que muchas empresas buscan tener un impacto en objetivos sociales ligados a la inclusión, la igualdad, los derechos humanos, el empleo digno, la formación o el cuidado de las comunidades. Esto será probablemente una tendencia global en los próximos años, si no lo es ya”, indica.
Se trata de inversiones especialmente relevantes en América Latina, en donde los términos social y medioambiental suelen ir de la mano. “No puedes cumplir metas sociales sin tener en cuenta ciertas salvaguardas medioambientales mínimas”, coincide María Cristina Romero, de EQA. “Debido a su contexto social y económico, en América Latina han empezado a centrarse en la emisión de bonos que tienen en cuenta ambas facetas, para tratar de cerrar algunas brechas”.
Los agentes (más) implicados
A través de los bonos verdes, la inversión en proyectos sostenibles puede convertir a bancos y entidades privadas en agentes capaces de movilizar el cambio hacia un mundo más sostenible y contribuir a alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. De este modo, pueden ayudar también a hacer realidad los proyectos de las entidades públicas.
En muchas regiones del mundo, la dirección ya avanza en este sentido: En España, por ejemplo, las empresas, los bancos, las comunidades autónomas y las agencias públicas realizaron emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles por más de 15.000 millones de euros en 2020. Se trata del 54% más que el año anterior, de acuerdo con el informe La financiación sostenible en España en 2020 del Observatorio español de la financiación sostenible (OFISO).
“El sector público y las grandes corporaciones suelen ser las primeras en invertir en políticas sostenibles”, explica el experto de BBVA. “Ya desde hace varios años hemos visto proyectos de energías renovables, como parques eólicos, plantas fotovoltaicas o infraestructura hidráulica, especialmente en la Unión Europea en y España, la zona más dinámica en este tipo de inversiones”.
Gran parte de estos emisores se apoyan en taxonomías, documentos que establecen qué inversiones son consideradas verdes. Algunas de las más relevantes son la que ofrecen la Unión Europea o el Climate Bonds Initiative, una entidad de referencia en América Latina. Entran en juego, también, instituciones como el International Capital Market (ICMA), que establece qué principios deben ser revisados por un agente externo para garantizar que la operación financiera tiene, realmente, objetivos sostenibles. Con esto se busca evitar el ‘greenwashing’ o el 'socialwashing'.
Un futuro de colaboraciones
Ampliar el mercado de bonos verdes y préstamos ligados a métricas ambientales se presenta como una gran oportunidad para apoyar proyectos de baja emisión de carbono, ayudar a los países a mitigar el cambio climático, fomentar la revolución sostenible e incluso generar concienciación en la sociedad. Para todo ello, es fundamental contar con la financiación necesaria y fomentar la colaboración entre el sector público, el privado y la sociedad.
“El reto de transición al que nos enfrentamos es mayúsculo, no solo por la dimensión y la complejidad, si no por la urgencia. La ciencia nos ha demostrado que el impacto del cambio climático es real y puede ser devastador si no actuamos en muchos frentes”, señala Marín.
“Para alcanzar esta descarbonización es imperativo llevar a cabo la que probablemente sea la mayor movilización de recursos financieros de la historia. El sector financiero, a través de su efecto multiplicador, el análisis de riesgos y la capacidad de asignación eficiente del capital, juega un papel fundamental para conseguirlo”, concluye.