¿Qué es la transición justa? Hacia un mundo más sostenible e igualitario
El objetivo parece claro: producir y consumir de otra manera y poner los cimientos de un sistema sostenible y de cero emisiones. Impulsar la transición justa depende de gobiernos, empresas, organizaciones sociales y ciudadanos. La formación y los empleos verdes son la clave.
Unas 40 mujeres del distrito de Dungapur, al sur del estado indio de Rajastán, salen de sus casas cada mañana para poner rumbo al trabajo. En los últimos seis años han fabricado más de 300.000 paneles solares que han ido a parar a hogares, colegios, centros de salud y empresas de los alrededores. Muchas de ellas no tienen estudios, pero no importa. La compañía Durga Energy les ha dado la formación que necesitan para crear estos paneles solares y transformar así su vida y la de su comunidad.
Entre los objetivos de Durga Energy está dotar de energía solar a las escuelas, para que los niños y las niñas puedan estudiar. También está ofrecer lámparas a sus familias, para que realicen sus tareas domésticas, y empoderar a las mujeres para que puedan tener un empleo, independencia y una carrera profesional. Al mismo tiempo, la empresa busca ofrecer a su comunidad una fuente de energía económica, limpia y renovable.
Cada una de estas mujeres del distrito de Dungapur, así como los vecinos que han dejado de depender de los combustibles fósiles y disfrutan de la energía solar, están siendo protagonistas de una transición energética justa. Aquella que busca un cambio gradual hacia un sistema basado en energías renovables que tiene en cuenta las necesidades y el bienestar de todas las personas, sin excepción.
Una transición para todos y todas
En el último siglo y medio, nuestro sistema de producción y consumo no ha hecho más que crecer. Compramos, gastamos y tiramos cada vez más, generando una dinámica que ha tenido infinitas consecuencias sociales y medioambientales.
A la desigualdad entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres se suman la contaminación, el uso abusivo de los recursos naturales y el cambio climático, acelerado por la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero (GEI) que genera la quema de combustibles fósiles. Para evitar que estos problemas sigan agudizándose, es necesario dar un giro de 180 grados a la forma de producir y consumir y poner los cimientos de un sistema sostenible y de cero emisiones.
Existen muchas formas de definir la transición justa o la transición verde. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que se basa en “ecologizar la economía de la manera más justa e inclusiva posible para todos los interesados, creando oportunidades de trabajo decente y sin dejar a nadie atrás”. También podría definirse como aquella que transita hacia un sistema basado en fuentes de energía renovables y eficientes, alejado de los combustibles fósiles.
“Nos hemos dado cuenta todos, desde la Unión Europea hasta la OIT, pasando por los diferentes países, que es necesario luchar contra el cambio climático. Para hacerlo hay dos tipos de estrategias, las de adaptación a los cambios que ya se están produciendo y las de mitigación, que buscan frenar el calentamiento global”, explica Henar Álvarez Cuesta, catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de León.
“Ambas tienen efectos en muchos órdenes, y uno de ellos es el mundo laboral y productivo y, por consiguiente, las empresas y las personas trabajadoras. Por tanto, lo que pretende la transición justa es que esa lucha contra el cambio climático se haga teniendo en cuenta las necesidades y los beneficios de todos”, explica.
¿Y cuáles son los sectores que más dependen de que se haga esta transición justa? De acuerdo con la catedrática de la Universidad de León, la respuesta corta es que todos. La respuesta larga indica que serían, sobre todo, aquellos que pertenecen al sector primario: “La agricultura, la ganadería o la pesca, por ejemplo. Aunque también es muy importante para el turismo, la construcción, la industria, la logística… Es un objetivo que beneficia a todos”.
La formación, clave para una transición justa
Conseguir una transición justa pasa por dar un impulso a soluciones locales, a economías también locales y de cero emisiones, a la acción climática, a sistemas de transporte inclusivos y a fuentes de energía más limpias y económicas. Y, sobre todo, a la creación de empleos verdes que pueden mejorar las condiciones de vida de las personas y sus comunidades.
“Uno de los principios vertebrales de la transición justa es la formación, tanto la oficial como aquella que se adquiere de forma continua a lo largo de toda la vida”, explica Álvarez. “La transición energética genera oportunidades de empleo, que, además y de acuerdo con la OIT, puede ser digno y decente. Para acceder a estos puestos es necesaria la formación”, añade.
De acuerdo con el World Economic Forum, solamente la transición energética puede generar más de 10 millones de nuevos puestos de trabajo a nivel global de aquí a 2030 (muchos de ellos se dedicarán a la modernización de la infraestructura energética). Aquí se incluirían, por ejemplo, los empleos de las mujeres de Dungapur que recibieron formación para poder trabajar creando placas solares.
Pero la transición justa no se limita a la transición energética. Los nuevos puestos de trabajo pueden ir mucho más allá y abarcar otros ámbitos ligados de un modo u otro a la sostenibilidad, la transición digital y la transición verde. Un informe de la OIT señala que se podrían crear unos 20 millones de empleos invirtiendo en políticas que apoyen la naturaleza y aborden el cambio climático, el riesgo de desastres, la inseguridad alimentaria y otros desafíos.
“Para mí un empleo verde es aquel que respeta y protege el medioambiente, y al mismo tiempo crea condiciones laborales decentes y dignas, con buenos sueldos y niveles de protección”, explica Álvarez. “Puede verse de forma transversal: un empleo verde puede ser el de alguien que trabaje, por ejemplo, en una empresa que utiliza energía limpia, reduce sus desechos y promueve que la movilidad para ir al trabajo tenga una menor huella de carbono. La idea de la transición justa es que todos los empleos aspiren a tener un menor efecto en el medioambiente”, añade.
Objetivos, financiación y colaboración
Impulsar la transición justa está en manos de los gobiernos, y a su responsabilidad se suma la de las empresas, las organizaciones y, también, la de los ciudadanos. Si el objetivo es conseguir un sistema que favorezca a todos, es fundamental escuchar e involucrar a todos los agentes de la sociedad.
Uno de los desafíos de esta transición justa es que, para resultar efectiva, debe darse a nivel global, sin dejar a nadie atrás. Para lograrlo, son necesarias la colaboración y la financiación. En 2009, los países desarrollados se comprometieron a entregar 100.000 millones de dólares anuales para financiar la acción climática de los estados en vías de desarrollo a partir de 2020.
Tres años después, este objetivo no se ha cumplido. De acuerdo con un informe reciente de Oxfam Intermón, el valor real de la financiación no pasó de los 24.500 millones en 2020. Además, en la COP27 (última cumbre del clima, celebrada en Egipto en 2022) se aprobó un mecanismo de compensación por pérdidas y daños para que los países desarrollados compensen a los más vulnerables por los daños que les causa y les ha causado ya el cambio climático. Sin embargo, no se pactó quiénes serán estos países emisores y receptores.
“Hace falta dinero para formación, para anticipar los riesgos y las oportunidades, para invertir en la tecnología y las actividades que nos llevan hacia una transición justa. Por otro lado, hace falta implicación de todos los agentes para que la transición justa no quede solamente en una frase muy bonita”, explica la investigadora.
“Antes siempre se hacía la disyuntiva de ‘esta fábrica contamina, pero va a crear puestos de trabajo’. Lo que se busca con la transición justa es que esto no vuelva a ocurrir, que no se ponga el interés económico por encima del social o del medioambiental”, añade. “El resultado sería un mundo más igualitario. Un mundo en el que se puedan crear puestos de trabajo dignos y a la vez proteger el medioambiente”, concluye.