¿Qué es la taxonomía de las finanzas sostenibles?
La Comisión Europea ha publicado su taxonomía de las finanzas sostenibles, que sirve de instrumento para ayudar a los agentes financieros y las empresas a definir qué actividades son consideradas como tal. La inversión en proyectos y actividades que persiguen los objetivos ambientales de la Unión Europea contribuye a la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Las emisiones de dióxido de carbono han aumentado durante el último siglo de forma casi ininterrumpida. El Acuerdo de París, aprobado en 2015, obliga a los países firmantes a recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Contribuir a la transición hacia la descarbonización está en manos de compañías de prácticamente todos los sectores. Entre ellos, el financiero, que tiene la capacidad de apostar por la financiación verde e infraestructuras sostenibles. La Comisión Europea ha publicado su informe final sobre la taxonomía de las finanzas sostenibles cuyo principal objetivo es ayudar a destinar el capital privado a actividades que favorezcan al medio ambiente a largo plazo.
Arturo Fraile, manager de Regulación dentro del área Regulación y Control Interno de BBVA Research, define esta taxonomía como un diccionario oficial de la Unión Europea, que ayudará a los agentes financieros a determinar qué actividades económicas se consideran medioambientalmente sostenibles. “Nos servirá para saber si las inversiones, los productos financieros y la financiación están alineados con ella y en qué medida”, explica. De la misma forma, señala que contribuirá a aumentar la transparencia y ayudará a comprobar hasta qué punto se está contribuyendo a la consecución de los objetivos del Acuerdo de París. Este pacto, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en uno de sus artículos indica que el sector financiero debe canalizar los flujos de una manera conducente a un mundo sostenible.
Arturo Fraile: “Nos servirá para saber si las inversiones, los productos financieros y la financiación están alineados con ella y en qué medida”
La Comisión Europea ha fijado seis objetivos ambientales: la mitigación y adaptación al cambio climático, la protección de los recursos hídricos y marinos, la transición a una economía circular, la prevención y el control de la contaminación, y la protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
El documento publicado el pasado 9 de marzo, establece las actividades económicas que contribuyen sustancialmente a los dos primeros sobre mitigación y adaptación al cambio climático. Será de aplicación a finales de 2021. Una taxonomía que se completará con las actividades que contribuyen a los otros cuatro objetivos ambientales en los próximos meses, que entrará en vigor un año más tarde, a finales de 2022.
Desde la perspectiva de la regulación y de la supervisión financiera, Arturo Fraile destaca cuatro hitos para el corto y medio plazo. Por un lado, la ampliación de la taxonomía para que también recoja qué actividades económicas son socialmente sostenibles más allá de los objetivos medioambientales. La elaboración de una clasificación que identifique qué actividades económicas perjudican significativamente al medio ambiente será otro de los aspectos. En tercer lugar, la actualización de la directiva de información no financiera prevista para 2020, que contribuirá a mejorar la transparencia gracias a una divulgación de información más fiable y comparable . Y por último, las pruebas de resistencia que consideren los riesgos derivados del cambio climático.
El documento también aborda la necesidad de evitar que los agentes financieros caigan en trampas de empresas que intenten hacer pasar por sostenibles actividades que no lo son. La Comisión Europea respaldará exigir a las compañías que aclaren con un lenguaje común la sostenibilidad de sus estrategias de inversión. Es decir, deberán explicar cómo y hasta qué punto se alinean sus productos financieros con la taxonomía. En función de sus argumentos, la Comisión planea introducir en el futuro etiquetas ecológicas para clasificarlas.
Este plan, según la Comisión, puede resultar útil para los legisladores europeos de cara a crear definiciones comunes de actividades sostenibles y prácticas de inversión. También para poner los datos ambientales en contexto, recompensar a empresas que siguen las directrices indicadas y permitir a los inversores comparar productos financieros que tienen en cuenta el medio ambiente.
A Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA, no le cabe duda de que la taxonomía es la pieza angular del Plan de la Comisión Europea y se va a convertir en el diccionario de referencia para los bancos. “Se va a utilizar para informar al mercado, los inversores y los supervisores sobre la actividad de finanzas sostenibles”, afirma Ballabriga, que también es presidente del Comité Directivo de UNEP FI (la alianza de las Naciones Unidas y el sector financiero para promover las finanzas sostenibles).
En los últimos años, el sector financiero, y en concreto BBVA, ha avanzado en soluciones sostenibles para los clientes particulares. Por ejemplo, con su crédito promotor sostenible así como el crédito verde para vehículos eléctricos e híbridos. Apostar por la sostenibilidad, asegura Ballabriga, es rentable.
Antoni Ballabriga: “Se va a utilizar para informar al mercado, los inversores y los supervisores sobre la actividad de finanzas sostenibles”
La Comisión sostiene que un buen punto de partida para comenzar a aplicar la taxonomía en las estrategias de inversión es segmentar las actividades de las compañías en las que un fondo ha invertido y comprobar cuáles son elegibles. Al empezar a apostar por las que son sostenibles, se contribuirá al crecimiento de los sectores con bajas emisiones de gases de efecto invernadero y a la descarbonización de los que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono.
Según Antoni Ballabriga las finanzas sostenibles van a ganar peso progresivamente en la estrategia de las entidades financieras, explica. UNEP FI y la Federación Europea Bancaria han puesto en marcha un proyecto para próximamente ayudar a los bancos a aplicar la taxonomía diseñada más para el mercado de capitales y así poder disponer de unos criterios comunes para toda la industria. “Es el momento de que el sector privado, en nuestro caso el sector financiero, dé un definitivo paso adelante. La agenda global implica a los estados y a las empresas, al sector financiero y, por supuesto, a las sociedades en su conjunto”, concluye.