¿Qué es la seguridad hídrica y por qué es importante para las personas?
La seguridad hídrica es la capacidad que tiene una comunidad para disponer de agua –en cantidad suficiente y de buena calidad– para hacer frente a amenazas hidrológicas como inundaciones, sequías, derrumbes o enfermedades. El cambio climático y la destrucción de la biodiversidad influyen cada vez más y solo queda una gestión sostenible del agua.
Situada a orillas de la laguna Setúbal, en la confluencia de los ríos Salado y Paraná, la ciudad de Santa Fe, en Argentina, está acostumbrada a convivir con el agua. Sobre todo, con sus excesos, en forma de inundaciones. Por eso, a finales de la década pasada el gobierno provincial propuso la creación de un sistema de acueductos que repartiese el agua del Paraná en el resto de la provincia. Allí, el recurso no es tan abundante y la población lo obtiene de pozos subterráneos (donde no siempre alcanza la calidad deseada). Luego llegó La Niña.
Entre 2019 y principios de 2023, Santa Fe, al igual que buena parte de Argentina y de sus países vecinos, experimentó un marcado descenso de las lluvias. Sin duda motivado, en gran medida, por la prevalencia del fenómeno natural de La Niña sobre el océano Pacífico. Las exportaciones agrícolas del país descendieron cerca de un 50% y el sistema de acueductos de Santa Fe se detuvo. “El Paraná, que es un río muy caudaloso que nace en el Pantanal, en Brasil, y desemboca en el río de la Plata, en Buenos Aires. Este era apenas una lámina fina de agua”. Así lo señala Marta Paris, directora del Centro de Hidrología y Gestión del Agua y decana de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe).
La sequía de los últimos cuatro años se debió fundamentalmente a un factor natural, La Niña, pero la falta de agua se vio agravada por las altas temperaturas, con olas de calor extremas causadas por el cambio climático. Todo ello puso de relevancia la necesidad de reducir la vulnerabilidad para hacer frente a un contexto climático e hídrico cada vez más desafiante. “En Santa Fe hemos aprendido a ser una ciudad resiliente frente a las inundaciones, pero también a mejorar nuestra seguridad hídrica atendiendo los distintos tipos de vulnerabilidades que tenemos, en las infraestructuras, en la sociedad y en la economía”, añade Marta Paris.
El acceso al agua, un derecho humano protegido
En julio de 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró que el acceso al agua dulce y para saneamiento era un derecho humano. Una década más tarde, 2.200 millones de personas no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura, 4.200 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura y 3.000 millones carecen de instalaciones básicas para el lavado de manos, según datos de UNICEF y la Organización Mundial de la Salud. Proteger este derecho es una parte central de la seguridad hídrica, pero el concepto va mucho más allá.
“La seguridad hídrica es la capacidad que tiene una población, una comunidad, para abastecerse de agua de buena calidad y en cantidad suficiente, para mantener la calidad de los recursos hídricos, para evitar los daños que pudieran surgir por riesgos o amenazas hidrológicas, como inundaciones, sequías, derrumbes, hundimientos o enfermedades de transmisión hídrica, y para mantener la salud de los ecosistemas relacionados”, explica la directora del Centro de Hidrología y Gestión del Agua.
Así, la seguridad hídrica depende de todos los factores que, de una forma u otra, interfieren con estos aspectos, desde las infraestructuras disponibles hasta el conocimiento de los recursos, pasando por la gestión del agua o los procesos naturales que afectan a la disponibilidad del recurso. “La seguridad hídrica 100 % no existe”, subraya Paris. “Las condiciones van cambiando, son dinámicas, porque la población es dinámica y los eventos hidrológicos y sociales son también dinámicos”.
En este sentido, el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad conforman un desafío cada vez más importante para la seguridad hídrica de las sociedades humanas. El primero está haciendo que los eventos hidrológicos, como sequías e inundaciones, sean más extremos. El segundo está reduciendo la capacidad de los ecosistemas de intervenir y regular el ciclo del agua, mediante la evaporación y la condensación o reduciendo la erosión y el riesgo de inundaciones, entre otros factores.
Hacia una gestión sostenible del agua
En enero de 1992, meses antes de la celebración de la Cumbre de Río que sentó las bases del desarrollo sostenible, la ciudad de Dublín acogió la Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente. Tras diez días de negociaciones, la conferencia concluyó con un llamamiento a revertir las tendencias de consumo excesivo y contaminación del agua y a mitigar las amenazas derivadas de las sequías y las inundaciones. La llamada Declaración de Dublín sobre Agua y Desarrollo Sostenible condensa en cuatro principios los pilares de la gestión sostenible del agua.
- El agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida, el desarrollo y el medioambiente.
- El aprovechamiento y la gestión del agua debe inspirarse en un planteamiento basado en la participación de los usuarios, los planificadores y los responsables de las decisiones a todos los niveles.
- La mujer desempeña un papel fundamental en el abastecimiento, la gestión y la protección del agua. En muchas sociedades agrícolas, las mujeres cumplen un rol fundamental en el manejo del agua y no tienen voz en la toma de decisiones.
- El agua tiene un valor en todos sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocerse como un bien económico.
Tres décadas más tarde, la inseguridad hídrica se ha reducido en el planeta, pero estamos lejos de hacer un uso realmente sostenible de un recurso que cada vez está sometido a más presiones. De cara al futuro inmediato, el cambio climático no hará sino multiplicar esas presiones. “¿Cómo nos preparamos? A través del conocimiento”, concluye Marta Paris. “El conocimiento nos hará lograr soluciones innovadoras, nos va a dar un entendimiento detallado y basado en datos del recurso y nos va a permitir reducir la incertidumbre y tener más previsibilidad, anticipándonos a cambios repentinos en la disponibilidad del agua”