¿Qué es la pobreza y cuál es su situación actual? Cuando falta lo más básico
La pobreza se puede definir como la carencia o la escasez de aquello que necesitamos para vivir de forma segura y digna. Ya no solo cuentan los ingresos para medir la exclusión. El acceso a la educación, la sanidad, la energía o la falta de oportunidades conforman el mapa.
En 2020, la temporada de huracanes fue tan intensa en el Atlántico que los meteorólogos tuvieron que utilizar el alfabeto griego para ponerles nombre. Tras Arthur, Bertha, Josephine o Laura, se sucedieron tormentas como Alpha, Gamma, Eta o Iota. Estas dos últimas resultaron especialmente desastrosas en una zona del mundo en la que son habituales estos fenómenos meteorológicos extremos: Centroamérica.
El huracán Eta tocaba tierra el 3 de noviembre en el norte de Nicaragua. Tan solo 15 días después, Iota repetía su trayectoria e impactaba de nuevo en la misma región. Cuatro meses más tarde, medio millón de personas seguían sin acceso a agua potable en Nicaragua. Miles de familias dependían de la lluvia para su consumo y saneamiento. Todas ellas veían peligrar su situación a medida que se acercaba el inicio de la temporada seca.
El cambio climático y la pobreza
Uno de los principales riesgos de los fenómenos meteorológicos extremos y las consecuencias del cambio climático es que a menudo afectan de forma más violenta a aquellos en situaciones más vulnerables. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha reportado 11.788 desastres climáticos e hidrológicos en el último medio siglo, que causaron la muerte de al menos dos millones de personas en todo el mundo. Como ha reconocido el responsable de la OMM, Petteri Taalas, “desgraciadamente, las comunidades más vulnerables se llevan la peor parte de los peligros meteorológicos”.
El calentamiento global, con todas sus consecuencias –temperaturas sin precedentes, incendios forestales, episodios de sequía, contaminación del aire, olas de calor marinas, etc.–, se presenta así como uno de los obstáculos para acabar con la pobreza en el mundo. Una pobreza que se había reducido en los últimos años, pero que amenaza con regresar con fuerza en gran parte del planeta, sobre todo tras la emergencia sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus y los conflictos armados surgidos en el Este europeo y Oriente Medio.
¿Cuál es el umbral de la pobreza?
A nivel internacional, las Naciones Unidas establecen que está en situación de pobreza extrema aquella persona que vive con menos de 1,9 dólares al día. Se trata de una medida absoluta, pero existen también otras relativas, que ayudan a comprender el impacto de la pobreza a nivel regional o nacional — algo fundamental si partimos de una premisa tan básica como que 1,90 dólares no tienen el mismo valor en una ciudad de Estados Unidos que en una de Somalia, Nigeria o la India.
Según el Índice de Pobreza Multidimensional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 2023 la población mundial ascendía a más de 7.800 millones de personas, de las cuales 1.100 millones eran pobres. La Fundación Microfinanzas BBVA ha sido la primera entidad privada del mundo en usar el Índice de Pobreza Multidimensional para medir las carencias a las que se enfrentan los hogares de los 3 millones de clientes a los que atienden sus entidades en cinco países de América Latina. Estos datos se recogen en el Informe de Desempeño Social de la Fundación, que mide su progreso.
“La pobreza es un concepto más complejo y multidimensional. Las personas en situación de pobreza no solo suelen carecer de ingresos, sino que también tienden a carecer de educación, salud, capital y otros recursos productivos, además de oportunidades (…) La pobreza hoy se debe contemplar desde una perspectiva más amplia, que incluya variables como la energía o el empleo, entre otros”, explica el Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo de Fundación CODESPA.
“La pobreza tiene matices diferentes en los países desarrollados y en vías de desarrollo”, explica Ángeles Sánchez Díez, profesora del departamento de Estructura Económica y Economía del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “En los primeros se aborda desde el concepto de exclusión social, mientras que en los países emergentes la pobreza se refiere a la ausencia de recursos suficientes para poder alimentarse, vestir y tener un lugar donde vivir”.
Por ello, además de las líneas establecidas por la ONU, los estados nacionales ponen su propio umbral de la pobreza para ajustar el límite a la realidad de su país. “No hacerlo, y aplicar los mismos criterios a todos los países por igual, haría invisible el problema de la pobreza en los estados desarrollados”, explica la profesora de la UAM.
Los retos para acabar con la desigualdad y la pobreza se enmarcan dentro de las fronteras de cada país, pero también son globales. Actualmente, el mundo se enfrenta a un desafío sin precedentes: poner freno al retroceso más grave en la lucha para reducir la pobreza de las últimas décadas.
Una de las posibles soluciones planteadas por la comunidad internacional es el punto número uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por la ONU dentro de la Agenda 2030. Este tiene como meta acabar con la pobreza a nivel global, mediante el compromiso de actuación de todos los países de Naciones Unidas.
Una nueva curva ascendente tras la pandemia
Después de varios años de tendencias positivas a nivel global, la pandemia provocó que la pobreza extrema aumentara de nuevo y a ritmos alarmantes. De acuerdo con el informe ‘Pobreza y prosperidad compartida 2020: Un cambio de suerte’, elaborado por el Banco Mundial, el objetivo de poner fin a la pobreza sufrió un retroceso de al menos tres años y las cifras volvieron al nivel de 2017. Se trata de un duro revés en un mundo en el que se esperaba reducir la tasa de pobreza extrema al 7,9 % en 2020.
En 2019, numerosos factores –que no todos– permitían tener una visión optimista a nivel global. “Los principales avances se habían realizado en Asia y particularmente en China, en donde un elevadísimo número de personas había salido de la pobreza extrema. Al tratarse de la región más poblada del mundo, su impacto sobre las cifras globales era determinante”, explica Ángeles Sánchez.
De acuerdo con la profesora, el porcentaje de población en pobreza extrema en China había pasado de suponer el 66 % en 1990 al 11,2 % en 2010. Desde entonces, las cifras se habían ido reduciendo hasta situarse en un porcentaje inferior al 5 %. “Esto no quiere decir que China no tenga problemas de pobreza”, puntualiza. “Hay que tener en cuenta que este es un indicador muy restrictivo, por lo que estar por encima de estas cifras no garantiza un nivel de vida aceptable”.
Vulnerabilidad a ambos lados del Atlántico
América Latina era otra región que había conseguido reducir sus tasas de pobreza antes de la pandemia. Sin embargo, fue una de las más afectadas por la crisis. De acuerdo con el informe ‘Panorama Social de América Latina 2020’ de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza y la pobreza extrema alcanzaron en 2020 niveles que no se habían observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente.
Ya antes de que la COVID-19 trastocase los niveles de pobreza a nivel mundial, la región con peores índices era África subsahariana. “Sigue teniendo los niveles más elevados del mundo. En 2018, más de la mitad de la población de Sierra Leona vivía con menos de 1,90 dólares al día”, explica la profesora.
En el caso de África, el mundo se enfrenta a un duro desafío para acabar con la pobreza debido a su fuerte crecimiento demográfico, el aumento de los conflictos violentos y las consecuencias del cambio climático, que pueden afectar de forma significativa a regiones tanto costeras como del interior del continente.
La importancia de atajar la pobreza infantil
Vivir en una situación de pobreza es especialmente complicado para niños, niñas y adolescentes por un sencillo motivo: carecen de algunas de las vías que están en manos de los adultos para cambiar su posición. Además, una de las características más representativas de la pobreza infantil es su cronicidad.
“Se estima que, en España, cuatro de cada cinco menores en situación de pobreza van a ser pobres en la edad adulta”, explica Alexander Elu Terán, técnico de incidencia política en Save the Children Cataluña. “La pobreza infantil tiene consecuencias a largo plazo en la vida adulta de las personas y, por lo tanto, en la sociedad. Genera pobreza, exclusión y desigualdad, y por lo tanto un aumento del gasto social para revertir situaciones que se podrían haber mejorado durante la infancia”, añade.
De acuerdo con el técnico de Save The Children, hablar de pobreza infantil es hablar de una vulneración de los derechos humanos. Se trata de un tipo de pobreza muy permeable, que se traslada y es a la vez consecuencia de multitud de ámbitos. “Se manifiesta en términos económicos, de vivienda, de nutrición o de salud, entre muchos otros”, subraya.
Para muchos niños, por ejemplo, la escuela es la única vía para tener acceso a una buena alimentación y servicios de salud. Sin embargo, las condiciones sociales y económicas no siempre favorecen que estos niños puedan asistir a diario a clases, convirtiéndose en una población especialmente vulnerable. Tal y como denuncia UNICEF, muchos de ellos corren el riesgo de no regresar nunca a las aulas y verse forzados a trabajar o someterse al matrimonio infantil.
Aumentar las oportunidades durante la infancia contribuiría en gran medida a romper el círculo de la pobreza y garantizar la inclusión. “Lo que invirtamos en los niños es algo que vamos a recuperar en el futuro, no solo en términos de vidas dignas e inclusión en la sociedad, lo cual ya es suficientemente importante, sino también en términos de prevención de gastos en protección social”, explica Alexander Elu.
En un momento en el que se reflexiona sobre la importancia de las transiciones verde y digital y el futuro de nuestra economía, es especialmente relevante tener en cuenta el papel que los más pequeños de la sociedad tendrán en las próximas décadas. De acuerdo con el técnico, para llevar a cabo esta transformación es necesario contar con profesionales preparados, listos para tomar las riendas. La inversión en la infancia es necesaria para emprender cualquier proyecto de futuro en una sociedad igualitaria y justa.