¿Qué es la pobreza multidimensional y cómo se mide?
La pobreza no solo es cuestión de dinero e ingresos. Para entender que esta va más allá de las carencias económicas, desde 2010 funciona en más de 100 países el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), una forma más real de medir el acceso a la salud y la educación y otras dimensiones relacionadas con la calidad de vida.
El Chocó colombiano es una región rica en recursos. Las selvas espesas son fuente de madera y minerales y acumulan reservas de agua dulce importantes (es una de las regiones del planeta donde más llueve). Y sus dos mares, el Caribe y el Pacífico, son ricos en pesca. Sin embargo, el Chocó es la región más pobre de Colombia: el 66,7 % de su población vive por debajo de la línea de la pobreza monetaria, marcada por el dinero que necesita una persona para adquirir una canasta básica de alimentos, servicios y otros bienes mínimos para vivir. Sin embargo, bajo la óptica de la pobreza multidimensional, la situación es algo diferente.
De acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el 36,8 % de los chocoanos vive en una situación de pobreza multidimensional. Aunque económicamente sean pobres, el absentismo escolar es muy bajo, la mayoría tiene acceso a atención médica y el trabajo infantil es casi inexistente. Sin embargo, el acceso al agua potable, la informalidad en el empleo o el bajo éxito educativo siguen lastrando el desarrollo de la región.
La pobreza más allá de la carencia de ingresos
La pobreza se ha definido, tradicionalmente, como la falta de dinero. Sin embargo, la experiencia de las propias personas que viven en situación de pobreza va mucho más allá de la carencia de ingresos. Una persona que es pobre puede sufrir otras desventajas, de forma aislada o varias al mismo tiempo, como mala salud, desnutrición, falta de acceso a agua limpia o electricidad o trabajo precario. Con la intención de entender y capturar estadísticamente la verdadera realidad de la pobreza, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en colaboración con la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford, presentó en 2010 un nuevo indicador: el índice de pobreza multidimensional (IPM).
Así, la pobreza multidimensional es “una medida de la pobreza que considera la observación de diversos factores presentes en los hogares, desde su nivel de vida básico hasta el acceso a escolaridad, agua limpia y atención de salud”, tal como señalan desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Es una forma de analizar la pobreza que está profundamente relacionada con la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y que busca reflejar, en números, la experiencia de la pobreza más allá de las carencias puramente económicas.
“El índice de pobreza multidimensional nace del concepto de desarrollo humano, propuesto por Amartya Sen en los años ochenta, que habla del desarrollo como la libertad que tiene el individuo de poder acceder a aquello que quiere hacer. Y para ello necesitas una serie de capacidades más allá del dinero. Es decir, existen más variables que te dan la libertad para ser lo que quieres ser”, explica Borja Santos, Vicedecano School of Politics, Economics and Global Affairs de IE University.
Los 10 indicadores de la pobreza multidimensional
El índice de pobreza multidimensional es una herramienta estadística que hoy se aplica para entender la situación en la que viven 6.000 millones de personas en más de 100 países en vías de desarrollo. Para hacerlo, se estudia su situación en base a tres dimensiones, que a su vez se dividen en 10 indicadores diferentes.
- Salud. Se mide en función de los indicadores de mortalidad infantil por familia y de acceso a la nutrición.
- Educación. Esta dimensión se calcula en base a los años de escolarización de los miembros del hogar y al número de niños en edad escolar que asisten al colegio.
- Calidad de vida. Esta tercera dimensión se mide de forma más amplia en función de seis indicadores: acceso a electricidad, acceso a saneamiento, acceso a agua potable, suelo de la vivienda, combustible en el hogar y bienes materiales como radio, televisión, teléfono o medio de transporte.
De la felicidad al medioambiente: ¿qué no mide la pobreza multidimensional?
El concepto de pobreza multidimensional adoptado por Naciones Unidas ha permitido, en los últimos 15 años, medir mejor las muchas caras de la pobreza. Sin embargo, también deja fuera algunas dimensiones. “Uno de los puntos débiles es que está enfocado en países de renta baja o emergentes y no refleja factores que, en los países más desarrollados, pueden ser esenciales. Por ejemplo, tener acceso a internet. No tener acceso a la red significa, en países como España, no tener acceso a un trabajo de calidad”, asegura Santos. “Tampoco sirve para reflejar en qué medida una persona está privada de vivir tal y como vive el promedio de su entorno y, por tanto, en qué medida uno se percibe como pobre”.
Sin embargo, la pobreza no es algo ajeno a los países desarrollados, ni mucho menos. De acuerdo con UNICEF, 1 de cada 5 niños vive en la pobreza en 40 de los países más ricos del mundo. El país con la tasa de pobreza infantil más baja es Dinamarca, donde aun así el 9,9 % de los niños son pobres. En España, afecta al 28 %. En los países ricos, la pobreza es también mucho más que el nivel de ingresos. Para la mayoría de los niños, la pobreza significa carecer de alimentos nutritivos, ropa nueva o crecer en un hogar sin calefacción.
Sobre esta última situación, el Pacto Verde Europeo incide en la necesidad de favorecer una transición energética que no excluya a nadie. A pesar de ello, entre 2015 y 2022, la población española que no pudo mantener su casa caliente pasó del 10,6 % al 17,1 %. Son los datos de la Encuesta Europea sobre Ingresos y Condiciones de Vida (EU-SILC) que responden al indicador "Población que no puede mantener adecuadamente caliente su hogar".
En los últimos años, algunos países han ido más allá de las dimensiones materiales de la riqueza y la pobreza para intentar reflejar el bienestar o la felicidad de la población. En Bután, pionero en este sentido, la felicidad nacional bruta se mide desde hace 50 años, pero desde entonces otros países y regiones han adaptado la idea a sus contextos. Y, desde 2019, Nueva Zelanda cuenta con un presupuesto específico destinado al bienestar social y medioambiental de su población con el que busca que el mayor número de neozelandeses tengan la opción de ver cumplidas sus propias expectativas.
“Por último tenemos la dimensión medioambiental. Podemos hablar de la pobreza medioambiental como la falta de un medioambiente sano para la supervivencia y el desarrollo. Esto te puede afectar de dos formas: por el agotamiento de los recursos naturales y la contaminación de tu entorno y por los efectos del cambio climático, que aumenta la ocurrencia y la intensidad de desastres naturales”, añade Borja Santos.
La pobreza multidimensional en América Latina
Cada país aplica la metodología del IMP (Índice de Pobreza Multidimensional) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dentro de los procesos de sus oficinas nacionales de estadística y los datos no siempre están armonizados. También hay muchos territorios que directamente no miden la pobreza multidimensional. Pero de acuerdo con los últimos datos disponibles, este es el porcentaje de población que vive en situación de pobreza multidimensional en América Latina:
- Guatemala: 61,6 %
- Honduras: 59,6 %
- México: 43,6 %
- Perú: 35,8 %
- Ecuador: 34,6%
- Argentina: 34 %
- Paraguay: 24,9%
- Chile: 20,7%
- Bolivia: 20,4 %
- Panamá: 19 %
- Colombia: 18,1 %
- Costa Rica: 16,6 %
La Fundación Microfinanzas BBVA, que opera en Colombia, Perú, República Dominicana, Chile y Panamá, fue la primera entidad privada del mundo en utilizar la metodología del Índice de Pobreza Multidimensional para medir las carencias a las que se enfrentan los hogares de los tres millones de emprendedores vulnerables a los que atiende en la actualidad. “Medir la pobreza multidimensional de cada hogar es fundamental para diseñar estrategias precisas que nos ayuden a reducirla y mejorar así la calidad de vida de los emprendedores y sus familias" explica Stephanie García Van Gool, directora de Medición de Impacto y Desarrollo Estratégico de la Fundación Microfinanzas BBVA.
“Si medimos la pobreza adecuadamente, podremos crear una sociedad más justa. Estaremos estableciendo unos estándares independientemente del lugar dónde nazcamos, del género o de la etnia. Podremos conseguir que ninguna de las características adquiridas en el momento de nacer influyan en nuestras posibilidades de futuro, de ser lo que queramos ser”, concluye Borja Santos.