Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Social> Inclusión Social 10 ene 2025

Inclusión digital: Acceso, educación y habilidades para el futuro

La inclusión digital va más allá de acceder a dispositivos tecnológicos y tener conexiones de red robustas y continuas. Para romper las brechas es necesario que la ciudadanía disponga de habilidades y saberes digitales que le permitan aprovechar todas las oportunidades y beneficios de esta transformación.

¿Qué es la inclusión digital?

En el estado mexicano de Aguascalientes casi todo el mundo tiene acceso a internet. Pero eso no significa que se use. Según los datos del Instituto Federal de Comunicaciones, solo un 0,02 % de la población de este estado vive en lugares donde es imposible conectarse a la red por cable o por móvil. Sin embargo, casi uno de cada tres hogares no puede permitirse contratar el servicio y más de la mitad no tiene un ordenador en su casa para usar internet. Y es que hablar de brecha digital y de inclusión digital es mucho más que hablar de tecnología.

Los datos muestran tendencias similares en el resto de América Latina. La disponibilidad de la conexión a internet se ha multiplicado en los últimos años, pasando de 220 millones de latinoamericanos con acceso a la red en 2014 a más de 400 millones en la actualidad, según la asociación de operadores de telecomunicaciones Global System for Mobile Communications. Estos números significan que solo un 7 % de la población no tiene acceso a internet. Sin embargo, un 31 % de los que sí tienen no se conecta por falta de asequibilidad del servicio.

¿Qué es la inclusión digital?

“Las principales causas de la brecha digital son la desigualdad estructural de la región, ya que América Latina es la región con mayor diferencia entre ricos y pobres del planeta; y la falta de políticas públicas que compensen con cobertura de redes y accesibilidad de precios los problemas que el mercado, por sí solo, no resuelve”, explica Martín A. Becerra, profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad de Buenos Aires. “En estas dos dimensiones se advierte que las brechas digitales están correlacionadas con otras brechas, como socioeconómicas y geográficas, y, a su vez, las potencian en un proceso de mutua influencia”.

La inclusión digital es más que tecnología

La existencia de brechas digitales es un asunto que preocupa a los países de todo el mundo. Desde la firma por las naciones del G8 de la Carta de Okinawa sobre la Sociedad de Información Global en el año 2000, la inclusión digital ha sido objeto de discusión en multitud de foros internacionales. Este debate, además, ha ido ganando importancia a medida que internet y los servicios digitales se han ido volviendo omnipresentes en nuestro día a día. A través de la red podemos teletrabajar y acceder a nuevas oportunidades laborales, disfrutar del ocio y la cultura, comunicarnos con nuestro círculo cercano y con el resto del planeta, mantenernos informados o gestionar nuestras finanzas y la economía doméstica. Así, la inclusión digital es el esfuerzo para garantizar que todos puedan contribuir a este mundo digital y beneficiarse de él.

“La inclusión digital consiste en garantizar el acceso a dispositivos tecnológicos, a conexiones de red robustas y continuas y a la construcción de habilidades y saberes de aprovechamiento de los servicios y aplicaciones digitales para la ciudadanía”, señala Martín A. Becerra. “Cuanto mayor sea el porcentaje de personas que acceden a dispositivos, conexiones de red y que, a la vez, cuentan con habilidades y saberes adecuados, más eficaz es la inclusión digital”. Además, señala el experto, al igual que sucede con las habilidades de lectoescritura, hay diferentes niveles de inclusión digital, que van desde la exclusión total o la pobreza digital hasta los grados de alta digitalización.

¿Qué es la inclusión digital?

La disponibilidad de red y de dispositivos es clave para la inclusión digital, pero no son los únicos factores para tener en cuenta. De acuerdo con la estrategia para configurar el futuro digital de Europa, la inclusión digital debe trabajarse en los siguientes frentes:

  • Accesibilidad web. Es importante hacer que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) sean más accesibles para todos, especialmente para las personas con discapacidad.
  • Competencias digitales. La mejora de las capacidades digitales de la mano de obra a través de las TIC en la educación es clave.
  • Barreras lingüísticas. También es necesario que las políticas de inclusión digital fomenten el uso de otras lenguas además del inglés.
  • Conectividad. Debe ser fiable, rápida y segura para todos y en todo el territorio, incluidas las zonas rurales y remotas y las regiones ultraperiféricas.
  • Acceso. Las políticas destinadas a cerrar la brecha deben incluir medidas para que el coste de los servicios digitales y de telecomunicaciones no sea una barrera para el acceso.

“La inclusión digital involucra principalmente a la organización social antes que a la dotación de recursos tecnológicos, sin menospreciar su importancia. La construcción de habilidades y saberes pone en movimiento las prioridades de asignación de recursos públicos y privados, los cambios en el currículum educativo, las reformas en los contenidos mediáticos y en las plataformas digitales y la restructuración de aplicaciones y servicios de gobierno, además de políticas que faciliten el acceso a dispositivos tecnológicos y a conexiones robustas y continuas de red”, añade Martín A. Becerra.

La importancia de la inclusión digital en la educación

En las últimas dos décadas, la economía digital no ha dejado de crecer a buen ritmo. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la economía digital ha mantenido un ritmo de crecimiento superior al 7 % anual desde 2015 y ha demostrado ser mucho más resistente a las turbulencias que otros sectores económicos. En países como España, la economía digital representa más de un 15 % del producto interior bruto (PIB). Y es que, aunque es difícil medir su impacto en detalle, el acceso a internet parece mejorar la productividad, incrementa las oportunidades para los trabajadores y facilita el acceso a todo tipo de mercados, estimulando la economía.

¿Qué es la inclusión digital?

Los beneficios de la inclusión digital, sin embargo, van mucho más allá de los factores puramente económicos. Para Martín A. Becerra, el mayor beneficio es una sociedad más equilibrada, menos desigual y con mejores competencias para identificar las prioridades de atención comunitaria e inversión, tanto pública como privada, con mayor acceso a la información y, en consecuencia, con mayores posibilidades para analizar y tomar decisiones sobre el presente y el futuro, a nivel personal y comunitario. Para todo ello, el experto tiene claro que es fundamental trabajar la inclusión digital desde la educación.

“Sin inclusión digital, la educación reproducirá las brechas socioeconómicas, de género y geográficas que estructuran nuestras sociedades”, concluye. “La inclusión digital, junto a políticas que atiendan esas otras desigualdades, permite identificar estrategias y pasos para superar problemas. Por consiguiente, la educación es fundamental para poner en movimiento los recursos intelectuales y materiales necesarios para que todas las personas, con independencia de su origen socioeconómico, su género y su lugar de residencia, puedan ejercer la soberanía en la construcción de su futuro en la estructura de la sociedad”.

En definitiva, las soluciones para avanzar en la inclusión digital pasan por la educación, no solo como herramienta clave para reducir las desigualdades, sino también para asegurar que todo el mundo dispone del conocimiento y las habilidades necesarias para aprovechar los recursos digitales. Pero estas soluciones no solo se quedan en el ámbito educativo y en el conocimiento: apostar por políticas públicas y estrategias empresariales que aumenten la cobertura de internet y reduzcan los precios de los servicios, asegurar que toda la población tiene acceso a la tecnología necesaria y reducir las barreras de accesibilidad para las personas con discapacidad y las minorías son también esenciales para cerrar la brecha digital.