¿Qué es la energía eléctrica?
La energía eléctrica es aquella que se origina de la diferencia de potencial eléctrico entre dos puntos determinados, que se ponen en contacto a través de un transmisor eléctrico. Este contacto genera una corriente eléctrica basada en la transmisión de cargas negativas (llamadas, más comúnmente, electrones) hasta su punto de consumo.
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Para lograrlo, se necesita una superficie que contenga un material propicio para ello, como, por ejemplo, pueden ser los metales. La energía eléctrica se suele transformar, después, en otras formas de energía, como térmica o mecánica.
El gasto en energía eléctrica está íntimamente ligado a los ciclos económicos, a pesar de que es un bien que el ser humano necesita para poder llevar a cabo gran parte de sus actividades, por lo que está presente por todas partes, incluso, en el mismo ordenador, en la tableta o en el teléfono móvil a través del que se está leyendo este artículo.
El origen moderno en la utilización de la electricidad (existen testimonios de un uso rudimentario de la electricidad desde el Antiguo Egipto en torno al año 3.000 antes de Cristo) cabe encontrarlo en 1865 en las ecuaciones de Maxwell. Estas describieron los fenómenos electromagnéticos y fueron la base para que, algunos años más tarde, comenzase a generarse electricidad en masa para industrias y hogares. En su momento fueron la pieza fundamental para el impulso de la Segunda Revolución Industrial. En España, la primera central eléctrica se construyó en Barcelona en 1875, y su primer cliente fue la Maquinista Terrestre y Marítima.
Importancia clave de la energía eléctrica
La naturaleza está repleta de electricidad y es parte fundamental de muchos procesos biológicos que son muy importantes en los ecosistemas. Quizá la actividad más visible que podemos observar en su utilización de un modo natural es la de una tormenta eléctrica. En ella, la diferencia de potencial eléctrico entre el suelo y el aire provoca una serie de descargas compensatorias, que reciben el nombre de relámpagos. En el cuerpo humano, tanto las neuronas como los impulsos nerviosos de la médula espinal actúan mediante impulsos eléctricos.
Sin embargo, no es posible recoger ni almacenar directamente de la naturaleza la energía eléctrica, por lo que, a través de la mano del hombre, se ha de generar. Por eso, se dice que la electricidad es una energía secundaria. Las energías que se utilizan para su producción y que sí se obtienen como recursos en el planeta son, por ejemplo, el carbón, el gas natural y el petróleo (junto conforman el grupo de combustibles fósiles), o a través de fuentes renovables, como el viento (energía eólica), la fuerza de las olas (energía mareomotriz) o por el influjo del sol (energía solar).
¿Cómo se produce la energía eléctrica?
La energía eléctrica se produce, habitualmente, en centrales eléctricas que operan favoreciendo el giro de turbinas empujadas por vapor de agua calentada, a partir de reacciones nucleares o de la combustión de hidrocarburos. También existen centrales que se aprovechan de los recursos renovables.
Algunas de esas centrales que se aprovechan de recursos renovables son las centrales hidroeléctricas (que utilizan las caídas de agua o los saltos fuertes), las eólicas (que se apoyan en la fuerza del viento captada por los aerogeneradores) o las termosolares (basadas en paneles, compuestos por unas láminas metálicas semiconductoras denominadas células fotovoltaicas, que reciben las radiaciones del sol). Cuando se genera electricidad en cualquiera de estas centrales, se emite por el tendido eléctrico tanto a las fábricas como a los núcleos de población, así como, también, puede ser almacenada.
Formas y usos de la energía eléctrica
Existen diversos ejemplos de energía eléctrica, entre las que cabe hablar de la dinámica, que se genera en el flujo de corriente eléctrica (el ejemplo más habitual suele ser el de un enchufe de cualquier vivienda); de la estática, producida por la fricción de dos cuerpos que se cargan de electricidad; o de la electromagnética, que se crea a partir de los impulsos electromagnéticos, como los de un imán.
Además de en la naturaleza, la electricidad es insustituible en la vida actual que realizamos en el hogar (el consumo de los electrodomésticos, permitiendo calentarnos o ver de noche), en el alumbrado de cualquier ciudad o en las carreteras, en muchas plantas de producción e, incluso, para poder llevar a cabo procesos que salvan vida, como es el caso de los desfibriladores médicos, que intentan reactivar el corazón cuando se produce un paro cardíaco. Sin embargo, aplicar criterios de sostenibilidad y el ahorro de energía es posible si se cambian, por ejemplo, la iluminación tradicional por bombillas de bajo consumo o LED.
De todos modos, aunque la energía eléctrica es, con mucho, la más utilizada en la actualidad, existen distintos ámbitos que usan otras fuentes de energía, como es el caso de muchos vehículos, que se basan en los combustibles fósiles para desplazarse; o de bastantes cocinas que funcionan, por ejemplo, gracias al gas.