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Social> Inclusión Social 02 dic 2024

¿Qué es la diversidad funcional?

El término diversidad funcional es un término que hace referencia a que todos tenemos diferentes niveles de funcionamiento y reivindica la diferencia como algo positivo. Esta no tiene, por ahora, un impacto legal pero sí sirve para cambiar la conciencia colectiva y la visión peyorativa sobre la discapacidad y poner así la atención en las capacidades de todas y cada una de las personas.

 

En su primer año en Oxford, Stephen Hawking no lograba encajar. Como muchos nuevos estudiantes, pensaba que el deporte le haría ser más popular, pero no era alguien con una constitución especialmente atlética. Sin embargo, había algo que se le daba muy bien: ser timonel de las embarcaciones de remo. Pronto se puso a los mandos de una de las barcas y su equipo empezó a cosechar éxitos (a la par que aumentaba la popularidad de Hawking en Oxford). Solo tres años más tarde, cuando tenía 21, al joven estudiante le fue diagnosticada esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que lo acabaría apartando de cualquier actividad física y deportiva.

Hawking sobrevivió 55 años con una enfermedad que lo postró en una silla de ruedas e incluso le quitó la capacidad de hablar. Pero esto no le impidió ser uno de los físicos más influyentes del siglo XX. Su caso no es único. John Forbes Nash, premio Nobel de economía, sufría esquizofrenia paranoide aguda. Stevie Wonder era ciego. Y Jesús Vidal, actor ganador de un Goya por la película ‘Campeones’, tiene miopía patológica. La lista es infinita, sobre todo, si buceamos más allá de los titulares y los nombres de los famosos. Todas las personas tenemos diversas formas de funcionar y una condición particular no tiene por qué influir en todas las tareas que llevemos a cabo ni en nuestra independencia.

¿Qué significa la diversidad funcional?

Hawking, Nash, Wonder o Vidal son, médicamente, personas con discapacidad. Sin embargo, en los últimos 50 años, algunas de las reivindicaciones de este colectivo amplio y diverso se han centrado en la importancia de que sea la persona con discapacidad la que defina su propia vivencia y que esta no sea etiquetada por un tercero. “Hasta los años setenta del siglo pasado, la discapacidad siempre se trató como un tema médico. Era otra persona la que te decía cuál era tu condición, cómo rehabilitarte o cómo volverte una persona activa, pero nunca era la propia persona la que decidía qué necesitaba”, explica Wendy López Mainieri, investigadora de la Escuela de Orientación y Educación Especial de la Universidad de Costa Rica.

“Entonces, en estos años, aparece el Movimiento de Vida Independiente, que busca definir las reglas del juego desde la evidencia de una persona con discapacidad para que ésta logre ser autónoma e independiente tanto en la toma de decisiones como en sus posibilidades de realizar actividades”, añade. De la filosofía de ese movimiento, que rápidamente se extendió por América Latina y Europa, nace el concepto de diversidad funcional, acuñado en 2005 por el humanista, activista social e inventor español Javier Romañach Cabrero y desarrollado por la coordinadora de la sección de discapacidad de la Cátedra Norberto Bobbio de Igualdad y No Discriminación de la Universidad Carlos III de Madrid, Agustina Palacios.

Bajo este enfoque, diversidad funcional no es un nuevo término para hablar de las personas con discapacidad, sino una forma de poner la atención en las capacidades diferentes de todas y cada una de las personas, dejando en un segundo plano los problemas que pudieran existir. A su vez, el término reconoce la falta de respeto de las mayorías hacia las diferencias, lo que provoca que se generen situaciones de discriminación o segregación en los procesos sociales y en los espacios físicos.

“La discapacidad se entiende como la falta de una capacidad, va siempre ligada a la connotación peyorativa que se ha perdido algo. Sin embargo, la diversidad funcional presume de que todos tenemos diferentes niveles de funcionamiento y reivindica la diferencia como algo positivo y que nos es común a todos”, señala Wendy López. “Obviamente hay personas que tienen mayores dificultades para acceder a servicios y recursos que otras porque tienen una mayor diversidad en cuanto a su funcionamiento y requieren de ciertos apoyos. Pero reconocer la diversidad como algo positivo es muy importante para generar una cultura que sea realmente inclusiva”.

Tipos de diversidad funcional

Las clasificaciones hablan de cinco grandes tipos de diversidad funcional: física o motriz, intelectual y psíquica, visual, auditiva y multisensorial. Bajo esta perspectiva, se incluirían todos los factores que pueden generar una condición de discapacidad, desde ceguera hasta enfermedades raras. Sin embargo, la idea principal del concepto de diversidad funcional es precisamente la contraria. En algunos entornos, el término diversidad funcional ha acabado utilizándose como sinónimo de discapacidad, a pesar de las diferencias que existen entre ambos conceptos. Es convertirse en un paraguas lo más amplio posible bajo el que esté incluida toda persona que quiera identificarse como funcionalmente diversa.

“En este colectivo cabe cualquier tipo de persona que no responda a un estándar socialmente dictado con respecto a lo que una persona puede o no puede hacer o cómo lo debe hacer”, concluye Wendy López. “No estamos hablando de un término que haya tenido por ahora un impacto legal o a nivel de derechos, sino en un cambio del lenguaje que sirve para construir y deconstruir ciertos mitos y expectativas, la visión que se tenía hasta ahora. El concepto de diversidad funcional busca, sobre todo, cambiar la conciencia colectiva y trabajar para resaltar que la diferencia es algo que nos une a todos”.

Stephen Hawking no pudo seguir cimentando su popularidad en el remo, pero revolucionó la astrofísica y nuestra idea de entender el universo. Algunos de sus compañeros en la embarcación, por otro lado, no sumaron grandes logros científicos, pero sí consiguieron ganar la regata contra Cambridge dos años consecutivos. La diversidad funcional es común a todos los seres humanos, independientemente de que una valoración médica nos diga que tenemos o no tenemos una discapacidad.