¿Qué es el 'shipment zero' o reparto con cero emisiones?
Las compras ‘online’ se han convertido en una práctica social habitual. Ya es muy común comprar por internet y esperar que el envío nos llegue a casa. Probablemente muchas personas no son conscientes de la gran contaminación que esto genera. ¿Estamos más cerca de la logística sostenible?
Las entregas a domicilio de todo lo que compramos por internet generan una gran cantidad de gases de efecto invernadero, especialmente en lo que se conoce como ‘la última milla’, es decir, la última parte del recorrido que hace el envío. Es justo en ese momento cuando todos los paquetes que habían llegado juntos desde un mismo proveedor hasta un punto central se empiezan a repartir como ramas de un árbol hasta los miles de destinatarios que los están esperando. Decenas de vehículos empiezan entonces a hacer trayectos, por lo general cortos, pero muy contaminantes.
El comercio electrónico está en pleno auge en todo el mundo, especialmente desde que el confinamiento empujó a millones de personas a comprar a través de internet. Ocurrió en todo el mundo, y España no iba a ser menos. Cada vez son más los ciudadanos que apuestan por la opción ‘online’ a la hora de realizar sus compras.
Un cambio de tendencia por la pandemia
Según el último estudio eCommerce 2020 realizado por el Observatorio Cetelem, un 23% de los ciudadanos reconoce haber cambiado tras la cuarentena su mentalidad a la hora de comprar en línea. Este porcentaje hay que sumarlo al 59 % de los consultados, que ya antes del confinamiento compraban mayoritariamente a través de internet, y manifestaron su intención de seguir haciéndolo.
La alimentación, por ejemplo, es el sector que más transacciones comerciales registra ‘online’, después de los viajes, los electrodomésticos, los productos electrónicos, la moda, el deporte y el ocio.
La compañía estadounidense Amazon ya presentó en 2019 su proyecto ‘Shipment Zero’ con el objetivo de hacer que el 50 % de sus envíos se realicen sin emisión de carbono en 2030. Sus responsables lo explicaban así: “Shipment Zero significa que todas las operaciones de distribución que forman parte de las entregas a los clientes cumplen con la neutralidad, desde el centro de distribución, donde se eligen los productos, hasta los materiales para su embalaje y los medios de transporte que los trasladan hasta los hogares de los clientes. Estamos trabajando para lanzar las entregas Shipment Zero en Europa y Estados Unidos, y posteriormente, en India, Japón y todas las demás regiones geográficas donde operamos a nivel mundial”.
Hay iniciativas para disminuir las emisiones en el reparto que no dejan de ser curiosas. Flytrex, por ejemplo, es una empresa islandesa que reparte paquetes a través de drones. Otro caso es Nimberg, en Noruega, que conecta a personas particulares para que aprovechen sus trayectos diarios para repartir paquetes.
“Hay mucho voluntarismo, pero no todas las prácticas funcionan bien”, dice Rafael Villa Martínez, profesor de Ciencia del Transporte y Logística de la Universidad Camilo José Cela y responsable de logística de Metro de Madrid. “A las empresas les gustaría ir más rápido de lo que van, pero es que todo esto se ha adelantado cuatro años con la pandemia. El tema de los drones es un poco ciencia ficción. Puede ser útil cuando la legislación lo permita en los países y en extensiones de terreno grandes a las que sea difícil llegar, pero en ciudades grandes o muy habitadas es implanteable”.
Entre el 20 % y el 30 % de las emisiones del transporte, según el experto, se producen con la distribución. “En Madrid, por ejemplo, se reparten entre 300.000 y 400.000 paquetes diarios y entre el 30 % y el 40 % del tráfico de la ciudad lo generan los vehículos de reparto”.
Cambio en la forma de repartir los paquetes
Las cifras son abrumadoras. Por eso empresas como Ikea o Decathlon y diferentes hipermercados están utilizando ya sus tiendas en las grandes ciudades para la entrega de un elevado porcentaje de los pedidos que se hacen online. También han aparecido las llamadas “tiendas oscuras”, mitad almacén y mitad supermercado donde grandes marcas de alimentación preparan sus pedidos y desde allí reparten.
El reto de disminuir las emisiones que se generan con el reparto se ha afrontado mediante pequeños centros locales de distribución radial que se reponen en horario nocturno. También se han generado servicios de logística en bicicleta, reparto con vehículos eléctricos, paquetería en transporte público y taquillas inteligentes en comunidades de vecinos (no hay que olvidar que cuando un repartidor no encuentra a nadie en casa debe regresar en otro momento, contaminando con su vehículo el doble).
En Europa existen iniciativas como Lean & Green, promovida por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores AECOC. En España es posible llevarla a cabo gracias al compromiso de 60 empresas que han apostado por la eficiencia en la logística, la sostenibilidad en la cadena de suministro y la reducción de las emisiones de CO2. Lean & Green nació en Holanda en 2008. Estas empresas españolas (Mahou San Miguel, Mercadona o Pikolin están entre ellas) deberán reducir la huella de carbono a través de la medición viable, el análisis de datos, la innovación y la eliminación de ineficiencias. Tienen que reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, al menos, un 20 % en un plazo máximo de cinco años.
¿Llegará el día en el que el reparto sea de verdad sostenible? ¿Estarán todas las empresas implicadas en reducir las emisiones de CO2 a través de sus repartos? De momento, las intenciones parece que son buenas.