¿Qué es el insomnio climático? Cuando el cambio climático afecta al sueño
El aumento de noches calurosas está provocando una reducción de las horas y la calidad del sueño en muchas zonas del mundo. Los científicos han constatado que el cambio climático afecta más al descanso de personas mayores, mujeres y ciudadanos de países en vías de desarrollo.
Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo y, cuando lo hacemos mal, sufrimos las consecuencias. Sentimos malestar, somnolencia, mal humor y, sobre todo, el deseo de que vuelva otra vez la noche para disfrutar de un merecido descanso. Sin embargo, el aumento de las temperaturas puede hacer que dormir bien termine siendo un lujo.
Un nuevo estudio científico ha constatado que el aumento de las noches calurosas está reduciendo las horas y la calidad del sueño de los habitantes de diferentes zonas del mundo. Además, ha concluido que las consecuencias son peores para las personas mayores, las mujeres y los ciudadanos de países en vías de desarrollo. De no reducirse el aumento de las temperaturas, la calidad del sueño podría convertirse en otro factor de desigualdad a nivel global.
Los datos del sueño
Para entender hasta qué punto el cambio climático está afectando a la calidad de nuestro descanso, un grupo de investigadores de universidades danesas y alemanas ha realizado un estudio en el que se combinan datos meteorológicos con información de pulseras de seguimiento del sueño. En total, se analizaron millones de datos de unos 47.000 individuos de 68 países diferentes.
Las conclusiones del estudio, publicado en la revista científica One Earth bajo el título Rising temperatures erode human sleep globally, no dejan lugar a dudas: el aumento de la temperatura alarga la vigilia, nos quita horas de sueño y hace que las que tenemos sean menos reparadoras.
“Al controlar las tendencias individuales, estacionales y temporales y contrastarlas con las condiciones climáticas, encontramos que las noches inusualmente cálidas reducen la duración del sueño”, explica Kelton Minor, investigador del Copenhagen Center for Social Data Science de la Universidad de Copenhague y autor principal del estudio.
De acuerdo con Minor, la probabilidad de tener una noche de sueño corta (es decir, de menos de siete horas) aumenta de forma relevante durante las noches calurosas. A largo plazo, dormir poco y mal aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, episodios de estrés o diabetes, entre otras enfermedades. A esto se suman problemas a niveles conductuales y psicológicos.
Otro punto de desigualdad
Una de las principales conclusiones del estudio es que el aumento de las temperaturas afecta a personas de todos los puntos del planeta, pero de forma desigual. “La pérdida de sueño por grado de temperatura nocturna es dos veces mayor entre los ancianos, tres veces mayor para los residentes de países de bajos ingresos frente a los de altos ingresos y significativamente mayor para las mujeres que para los hombres”, asegura Minor.
De acuerdo con el investigador, los efectos negativos aumentan en magnitud cuando las noches superan los 10 °C. Esto hace que sean las personas que viven en climas más cálidos quienes pierdan más horas de sueño por cada grado que aumenta la temperatura.
Lo cierto es que superar esta temperatura nocturna es muy habitual en gran parte de las regiones y los países del planeta. En numerosas zonas de España, por ejemplo, se repiten con cada vez más frecuencia las conocidas como noches tropicales, aquellas en las que la temperatura no baja de los 20 °C. Lo hacen, también, las llamadas noches tórridas o ecuatoriales, en las que la temperatura mínima es de 25 °C o superior.
El cambio climático amenaza, así, con erosionar la calidad del sueño de manera desigual y ampliar la brecha de seguridad y bienestar a nivel global. De acuerdo con los autores del estudio, en un escenario de calentamiento moderado (en el que se consigue estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera), las temperaturas podrían hacernos perder una media de 50 horas de sueño al año a finales de siglo. O, en otras palabras, hasta una hora de sueño al día durante más de mes y medio.