¿Qué es el desperdicio alimentario y cómo evitarlo?
Comida desechada por estética o intereses comerciales, porque tiene errores en el etiquetado o defectos en el envasado, o porque el consumidor no ha planificado o no conoce cómo conservar bien los alimentos. El desperdicio alimentario se da en toda la cadena, desde la tierra hasta el hogar, una montaña de 2.500 millones de toneladas al año.
Zanahorias que se enroscan sobre sí mismas, tomates que se dividen en dos y patatas con formas insospechables. Muchas de las frutas y verduras que crecen en los huertos no llegan a pisar nunca los supermercados. De hecho, son desechadas, catalogadas como comida fea y poco atractiva, inadecuada para terminar en nuestros platos. Todo ello, por mucho que su calidad y su sabor sean tan buenos –o incluso mejores– que los de las demás.
A estos alimentos que terminan en los contenedores nada más salir de la tierra, se unen aquellos que se desperdician a lo largo de toda la cadena de procesamiento y distribución, en la hostelería, en los comercios y en los hogares. Si juntásemos todos los que se tiran cada año, formaríamos una montaña de más de 2.500 millones de toneladas. El 40 % de toda la comida que se produce a nivel mundial. Toda esta corresponda a una cantidad más que suficiente para alimentar a millones de personas que pasan hambre.
El desperdicio alimentario es uno de los grandes problemas del siglo XXI, un fallo más en nuestro imperfecto sistema que acarrea importantes consecuencias sociales y medioambientales. El lado positivo de esta situación es que cada vez hay más interés, opciones e iniciativas para hacerle frente.
Causas del desperdicio alimentario
El desperdicio de alimentos se da a lo largo de toda la cadena alimentaria y tiene diferentes causas. “Entre ellas, cuestiones comerciales y de estética. Se tiran porque son productos que están próximos a alcanzar su fecha de consumo preferente o de caducidad, o porque tienen errores en el etiquetado o defectos en los envases, entre otras razones”, explica Marie Lindström, directora general en España de Too Good To Go, una ‘app’ que hace de intermediaria entre los consumidores y los restaurantes o tiendas que ofrecen (a precio reducido) productos o alimentos que no han vendido.
“En lo que respecta al consumidor también hay algunos motivos, como son las compras por impulso, la falta de planificación o muchas veces la falta de información o desconocimiento de cómo conservar y almacenar correctamente los alimentos para alargar su vida útil o sacar el máximo partido de ellos en la cocina”, añade Lindström.
¿Y cuáles son los alimentos que más se tiran? De acuerdo con la Comisión Europea, en las viviendas el listado lo lideran las frutas y las verduras, productos frescos y perecederos. “Si se compran de manera impulsiva sin tener en cuenta las cantidades o no se conservan correctamente en la nevera o en la despensa, se corre el riesgo de que se acaben estropeando y de no consumirlos a tiempo”, explica Lindström.
Consecuencias del desperdicio alimentario
Al pensar sobre el desperdicio alimentario, la primera consecuencia que suele venir a la mente es la social. Y no es para menos: el mundo continúa siendo un lugar muy desigual en el que millones de personas pasan hambre cada día. En 2021, más de 190 millones tenían problemas para satisfacer sus necesidades diarias más básicas y, de acuerdo con la FAO, la situación empeora debido a problemas como los conflictos y las consecuencias del cambio climático.
Muchas veces, los problemas se encuentran muy cerca de los lugares en donde más se desperdicia. Más del 8% de la población de la Unión Europea no puede permitirse una comida de calidad (es decir, lo suficientemente nutritiva) cada dos días.
Además, el desperdicio alimentario tiene también una huella económica importante tanto para la industria como para las familias. “Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España, supone unos 250 euros por persona al año. Por ello, reducir el desperdicio de alimentos es clave también para ahorrar”, señala Lindström.
En los últimos años se está prestando cada vez más atención también al impacto medioambiental. Se calcula que el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se lanzan a la atmósfera cada año están relacionadas con el desperdicio de comida. Pero lo cierto es que esta huella medioambiental no se limita a las emisiones. Está relacionada también con la contaminación, por los residuos de envases que se tiran sin que su interior se haya consumido; por la sobreexplotación de la tierra, que se fomenta para producir cada vez más alimentos; o incluso por la crisis de biodiversidad, ligada a la pérdida de variedad de cultivos para ganar en eficiencia (de nuevo, para producir más alimentos que terminarán en gran parte en la basura). Y la lista continúa.
Los protagonistas de la lucha contra el desperdicio alimentario
En 2022, el Instituto de Investigación Capgemini publicó su estudio ‘Reflejar. Reflexionar. Reconsiderar. Por qué el desperdicio alimentario es un problema de todos’, que concluía que el 60 % de los consumidores se siente culpable al desperdiciar alimentos. Pero fue otra de las cifras la que llamó la atención: durante el año anterior, las búsquedas de iniciativas y soluciones para evitar el desperdicio de alimentos en internet había aumentado un 80%.
“Está habiendo un gran cambio y una mayor sensibilización respecto a esta problemática. Esto viene motivado en parte por la inflación, pero también por una creciente conciencia medioambiental que nos ha hecho valorar aún más la comida y la importancia de no desperdiciarla”, explica la directora general de Too Good To Go en España.
“En nuestro caso, estamos observando este cambio de tendencia porque solo el año pasado registramos un aumento del 37% de usuarios salvando comida en la ‘app’ y también un increíble aumento de establecimientos que se han sumado a la iniciativa. Esto nos hizo incrementar un 42% el número de packs de comida salvados”, añade.
Too Good To Go nació en Dinamarca en el 2015, después de que sus creadores vieran cómo la comida sobrante de un bufé terminaba en los cubos de la basura. Hoy, la ‘app’ está disponible en 17 países y tiene una comunidad de más de 81 millones de usuarios y 140.000 establecimientos. “Se han salvado a través de la ‘app’ más de 250 millones de packs de comida, el equivalente a haber evitado el desperdicio de más de 250.000 toneladas de alimentos”, explica Lindström.
A la lucha de Too Good To Go se suman muchas otras, que tienen un carácter desde local hasta internacional. Entre los muchísimos ejemplos están TALKUAL, una iniciativa de Lleida que vende por internet fruta y verdura que hubiese terminado en la basura por fea o por rara; Naria, una startup que facilita que la comida que sobra a las empresas pueda llegar a las entidades sociales con tecnología ‘blockchain’; Oreka, la iniciativa que aprovecha los excedentes de los comedores de las oficinas como la de Ciudad BBVA en Madrid, y los distribuye a entidades sociales; o RedAlimenta, una asociación que entrega, a través de un sistema de voluntarios y voluntarias, el excedente de alimentos de diferentes establecimientos de hostelería a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Para que todo esto funcione hace falta, también, legislación y acción por parte de las empresas. “Se requiere colaboración y una combinación de esfuerzos a nivel individual, empresarial y gubernamental. Esto implica una mayor concienciación pública, educación sobre la gestión de alimentos, planificación en la compra y consumo, mejoras en la cadena de suministro de alimentos, así como regulaciones y políticas que impulsen e incentiven la reducción del desperdicio”, enumera Lindström.
En España, la futura ley contra el desperdicio alimentario fue aprobada en el Congreso en mayo de 2023 y está a la espera de su aprobación definitiva en el Senado. En mayo de este mismo año, por otro lado, la Comisión Europea lanzó la propuesta de establecer objetivos para reducir el desperdicio de alimentos que sean jurídicamente vinculantes.
“Sabemos que es un reto de grandes dimensiones y que hay mucho trabajo por hacer en España, pero, como decía antes, está habiendo un cambio no solo en la sociedad sino dentro del sector y de la industria alimentaria. Esto me hace ver el futuro con optimismo y estoy convencida de que, a través de la colaboración y uniendo fuerzas entre la sociedad, la industria y las administraciones, vamos a frenar el contador del desperdicio alimentario”, concluye Lindström.
Consejos para reducir el desperdicio alimentario en casa
Si llegados a este punto te estás preguntando qué puedes hacer tú para reducir el desperdicio, aquí tienes algunas recomendaciones:
- Planifica tus comidas, aplica el ‘batch cooking’ y compra sólo aquello que sea necesario.
- Echa un vistazo a lo que ya tienes antes de ir a comprar.
- Almacena los alimentos correctamente y congela aquellos que no vayas a consumir próximamente.
- Utiliza tarros o ‘tuppers’ herméticos para mantenerlos frescos.
- Aprende la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente. La segunda es solo un indicador de la calidad: si el producto está en buen estado (sabe bien, huele bien y tiene buen aspecto) no está caducado ni hace falta tirarlo.
- Si tienes muchos productos, coloca los viejos delante de los nuevos, para darles prioridad.
- Calcula las cantidades antes de cocinar.
- Si ves que un alimento puede estropearse pronto, cocínalo. Una vez cocinado, permanecerá en buen estado más tiempo.
- Aprovecha los restos de los alimentos para otras comidas o para picar entre horas.
- Elige la comida fea. Es probable que nadie más lo haga y termine en la basura.