¿Qué contamina las playas y cómo podemos evitarlo? De los residuos tras un tsunami a las colillas de los bañistas
Cada año las playas reciben todo tipo de residuos. La actividad humana produce contaminantes que provienen de fosas sépticas, vehículos, granjas, tierras de cultivo o empresas, derrames de petróleo… Y también colillas, plásticos y microplásticos. Esta contaminación altera los ecosistemas, reduce la riqueza y empeora la salud.
En junio de 2012, una parte de un muelle de pesca llegó flotando hasta las costas de Oregón, EE. UU., lo que despertó la curiosidad de los vecinos. Se descubrió que el muelle pertenecía al puerto de Misawa, Japón. Este había sido arrastrado durante el fuerte tsunami de 2011 y estuvo viajando por el océano durante 14 meses y medio.
El tsunami no solo lanzó el muelle al océano, sino que también millones de toneladas de diversos materiales fueron arrastrados por las corrientes marinas. Esto llevó especies japonesas a playas de todo el mundo. La investigación científica iniciada con el descubrimiento del muelle en Oregón reveló que al menos 300 especies animales japonesas habían sobrevivido a viajes trasatlánticos a bordo de estos residuos.
La introducción de especies invasoras marinas es solo una de las consecuencias de la presencia de residuos en nuestras playas y océanos. Además, la contaminación en las playas tiene causas y efectos muy variados, muchos de ellos invisibles a simple vista.
Las causas de la contaminación de las playas
De acuerdo con la National Oceanic and Atmospheric Administration de Estados Unidos (NOAA), si queremos entender las causas de la contaminación en las playas, tenemos que dirigir nuestra mirada hacia un punto muy concreto: la actividad humana. Cada año, miles de millones de kilos de elementos contaminantes llegan al litoral y a los océanos, la mayoría provenientes de las poblaciones costeras y del interior.
Muchos contaminantes llegan a las playas y al mar de forma más o menos constante. Se trata de los que provienen de fuentes como fosas sépticas, vehículos, granjas, tierras de cultivo o empresas. Otras veces los vertidos son puntuales y menos frecuentes, pero tienen un impacto mucho mayor. Por ejemplo, los que provienen de derrames de petróleo.
En ocasiones, señala la NOAA, lo que determina la contaminación no es la naturaleza del vertido, sino su concentración. Encontramos un ejemplo en el mar Menor, en España: los nutrientes que llegan de las actividades agrícolas pueden ser beneficiosos para las aguas en pequeñas cantidades, pero su alta concentración ha provocado una eutrofización de las aguas en el mar de Murcia.
Otros contaminantes son mucho más visibles a nuestros ojos. A lo largo de las últimas décadas, las playas de todo el mundo se han llenado de desechos que van desde pequeños microplásticos o colillas de cigarro hasta grandes aparejos de pesca abandonados. Las malas prácticas de gestión de desechos, la descarga de aguas pluviales o eventos naturales como el tsunami que vivió Japón en 2011 hacen que los desechos se acumulen en los océanos y las playas, aunque no en todas por igual.
“Si comparamos la basura continental con la basura en las islas oceánicas, notamos una tremenda diferencia”, explica Daniela Honorato, bióloga marina e investigadora de ‘Científicos de la basura’, un programa de ciencia ciudadana que nació en Chile para analizar, estudiar y entender mejor el problema de la basura.
“En las islas no hay tantas fuentes de basura, sino que esta llega a través de las corrientes marinas. Por ejemplo, aquí mismo, en Chile, la mayor parte de la basura que encontramos en las playas de la isla de Pascua, o Rapa Nui, viene del continente americano, principalmente desde Chile y Perú”, explica Honorato.
“Esto se debe a la corriente de Humboldt, que va hacia el norte, paralela a la costa, y luego se desvía hacia el ecuador. Esta corriente no lleva los residuos hacia la costa, sino hacia el océano abierto. Por ello, las playas de la isla de Pascua están recibiendo basura de toda la cuenca del Pacífico Sur. Además, muchos residuos que se encuentran allá tienen etiquetas con lenguas asiáticas, porque llegan desde los barcos que están operando en altamar”, añade la bióloga.
La contaminación de las playas depende también en gran medida de la vida que las personas hacen en ellas. Vemos un ejemplo en las colillas de los cigarros, uno de los objetos más comunes en los arenales. “Son muy, muy abundantes, sobre todo en las playas turísticas, en las que los orígenes de la basura son sobre todo locales”, añade la investigadora de ‘Científicos de la basura’.
Las consecuencias de la contaminación marina
Las consecuencias de la contaminación del mar son tan variadas como sus causas. Van desde la alteración de los ecosistemas hasta la reducción de la riqueza generada por el turismo, pasando por el empeoramiento de la salud de las personas por exponerse a un medioambiente contaminado.
Actualmente, uno de los tipos de contaminación de las playas que más preocupa es el que tiene que ver con los plásticos, debido a que este material representa al menos el 85 % del total de los residuos que se encuentran en los océanos. Por ejemplo, en las playas de Galicia, en el noroeste de España, la mayor parte de la basura son plásticos que provienen de la pesca, el turismo y la higiene personal, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Español de Oceanografía que recabó hasta 45.000 objetos plásticos en tres playas gallegas durante una década.
“El plástico se encuentra en las playas, en el océano abierto y prácticamente en todos los rincones del planeta”, coincide Honorato. “Esto se debe principalmente a sus características, ya que es un material altamente duradero que no se biodegrada, solamente se fragmenta”.
La presencia de residuos plásticos y microplásticos en las playas tiene consecuencias directas en los ecosistemas. “Los organismos vivos los comen, lo que hace que ingirieran con ellos algunos contaminantes o se provoquen heridas. Además, al llenar sus estómagos con plásticos los animales tienen sensación de saciedad y terminan sin espacio para los alimentos, por lo que dejan de comer y mueren de inanición”, comenta la experta.
A esto se suman otros problemas, como que los animales se enredan en los residuos. Muchas aves los utilizan para hacer nidos, por lo que los pollos que nacen en las playas quedan atrapados en ellos nada más nacer. Y la lista sigue, con problemas como la introducción de especies exóticas invasoras que viajan por los océanos sobre residuos no biodegradables.
Reducción del consumo y ciencia ciudadana: espacio para las soluciones
La presencia de plásticos y otros contaminantes en las playas de todo el mundo está estrechamente ligada a nuestro consumo, por lo que la principal solución a este problema está en reducir la producción de bienes y servicios. “Las soluciones tienen que apuntar a reducir la basura, reducir nuestro consumo y reducir la producción”, señala Honorato. “Debemos regresar a lo retornable. No vamos a conseguir cambios con la mentalidad de lo desechable, y esto no es algo que deba aplicarse solamente al plástico, sino a todos los materiales”.
El camino hacia la reducción de la producción puede complementarse con tareas de limpieza que, aunque no solucionan el problema global, sí pueden marcar la diferencia a nivel local. En ese sentido se ha desarrollado tecnología como el BeachBot, un robot autónomo desarrollado por Microsoft capaz de detectar y recoger las colillas de las playas.
Y, a las tareas de limpieza, se suman también las de educación y concienciación. Una tarea en la que se vuelcan desde 2007 los miembros de ‘Científicos de la basura’. “Hacemos ciencia ciudadana para investigar el problema de la basura en el medioambiente con personas que no necesariamente tienen una formación científica”, asegura la investigadora del movimiento. Sus labores se centran sobre todo en capacitar a los ciudadanos para que ellos realicen tareas de monitoreo en la playa o en los ríos. Con la información recabada, el equipo de ‘Científicos de la basura’ realiza sus análisis de la situación de la contaminación de las playas y otros ecosistemas costeros. El programa comenzó dirigiéndose a alumnos y profesores, pero actualmente cuenta también con voluntarios de todas las edades y profesiones. En 2022 hicieron su primer muestreo internacional, en el que participaron más de 2.000 ciudadanos.
“En este momento tenemos una red súper amplia que abarca la costa oeste de América Latina, desde México hasta Chile”, aclara Honorato. “La ciencia ciudadana es una tremenda herramienta, porque nos ayuda a aumentar la cobertura de los datos. Si no fuera por los voluntarios, nosotros no podríamos estar investigando el problema de la basura entre Chile y México, sería imposible estar en todos estos lugares”, añade.
A esto se suma que la ciencia ciudadana tiene el poder de concienciar a la sociedad sobre la importancia de mantener limpias las playas y los océanos. “Invita a tomar acciones y a presionar a quienes toman las decisiones”, concluye la investigadora de ‘Científicos de la basura’.