Proteger al consumidor es vital para mejorar su comportamiento financiero
La crisis del COVID-19 ha puesto en jaque a grupos vulnerables que están sufriendo sus consecuencias a nivel económico. Leora Klapper, economista principal del Grupo de Investigación para el Desarrollo del Banco Mundial y miembro del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA, analiza las claves para conseguir una mayor resiliencia económica en estos grupos y favorecer su inclusión financiera.
En plena crisis provocada por la pandemia global, los actores económicos deben establecer medidas para proteger a los grupos más vulnerables. Un buen ejemplo, sería la facilitación del envío de remesas. “Las remesas proporcionan una fuente financiera importante para los países pobres y juegan un papel primordial a la hora de gestionar el riesgo económico”, explica Leora Klapper. “Alentar a las ‘fintech’ podría ayudar a reducir las tarifas de envío, fomentar el flujo de dinero y asegurar que la gente reciba el dinero cuando lo necesite”.
La importancia de la digitalización
En este contexto de crisis, la digitalización se perfila como una medida necesaria que favorece las transacciones económicas y, al mismo tiempo, protege la salud de las personas al permitirles pagar electrónicamente, lo que es particularmente importante en esta época de distanciamiento social. “Las transferencias digitales de beneficios sociales pueden reducir los costos administrativos para los gobiernos y mejoran la conveniencia para los beneficiarios”, afirma Klapper.
Sin embargo, la digitalización plantea otros retos. “Por un lado, los pagos digitales pueden ser difíciles para las personas que carecen de experiencia financiera o que se enfrentan a la falta de alfabetización básica o aritmética”. Por ello, es necesario desarrollar productos e infraestructuras que faciliten la inclusión financiera de los grupos más vulnerables. “Idealmente, los pagos deben hacerse en cuentas interoperables que la gente pueda usar para otros fines financieros, como ahorros y pagos y que ayudará a los adultos en situación de pobreza a administrar mejor su dinero”.
Claves de inclusión financiera
La inclusión financiera es la base de una economía saludable, con un papel relevante en la recuperación de la crisis. “Cuando las personas tienen acceso a servicios financieros, pueden hacer inversiones en negocios y en oportunidades de educación. Los servicios financieros también pueden ayudar a las personas a manejar emergencias económicas, como los costos de la atención médica o la pérdida de un trabajo y así prevenir que se empobrezcan”. Asimismo, la inclusión debe extenderse al entorno de las empresas, donde la digitalización juega un papel importante. “Los servicios financieros digitales, como el dinero móvil, pueden reducir el riesgo de robo y mejorar la eficiencia de las transacciones para los comerciantes, lo que les ayuda a prosperar en la economía”.
Los factores que influyen en la inclusión financiera son numerosos y abarcan varios aspectos sociales y económicos. “Para mí las prioridades serían: digitalizar pagos responsablemente, mejorar el diseño de productos para poblaciones excluidas como las mujeres, mejorar la infraestructura financiera, fortalecer la protección de los consumidores y garantizar que las personas tengan acceso a la tecnología que necesitan para obtener servicios financieros”, enumera Klapper.
El papel de las mujeres
Todos estos avances sólo serán posibles cuando el sector financiero se abra a la diversidad y coloque a las mujeres en un lugar de igualdad. “Es necesario contratar a más mujeres ejecutivas porque la diversidad de género estimula la innovación”, afirma Klapper. Dicha innovación se traduciría en nuevos productos y soluciones para la población femenina. “Las mujeres y los hombres pueden tener intereses financieros diversos, algo que rara vez se refleja en las ofertas de productos”.
El contexto cultural también influye en la necesidad de incluir a más mujeres en las entidades financieras. “Se debería contratar a más mujeres en puestos orientados al cliente porque, particularmente en economías con normas de género restrictivas, las clientas podrían preferir realizar transacciones con proveedores de servicios de su propio género”. En este caso, tener datos sobre la representación de género en el sector “ayudaría a los proveedores de servicios financieros a identificar barreras y oportunidades para el progreso”. Oportunidades que solo serán posibles si se construyen entornos seguros para las personas, “si el objetivo es mejorar el acceso de las personas a productos financieros adecuados, es mejor centrarse en mejorar la transparencia y la calidad de la información que reciben los consumidores”.
Otro punto de vista
En esta lista de factores que conducen a la inclusión, la educación financiera debe estar presente, pero teniendo en cuenta algunos matices. “Creo que es un error suponer que las personas primero se alfabetizan financieramente y luego llevan a cabo comportamientos financieros correctos”. “Pienso que es más experiencial”, aclara Klapper. “Las personas desarrollan conocimientos y capacidades financieras a través de la experiencia de realizar transacciones en un ecosistema financiero saludable”.
A la hora de analizar el porqué de las dificultades de un sector de la población por entender algunos conceptos básicos de alfabetización financiera, esta experta propone una mayor amplitud de miras. “Si una encuesta muestra que las personas están luchando con conceptos como el interés compuesto, ¿es realmente por falta de educación financiera o es un reflejo sobre los desafíos que deben afrontar las personas a la hora de tomar decisiones financieras complejas?”. Por ello, hace hincapié en la necesidad que haya fuertes salvaguardias para el consumidor y en la importancia que las empresas presenten a la gente información sencilla y clara sobre los productos financieros para que los consumidores puedan usar productos financieros con confianza para mejorar sus vidas.