Consumo y producción sostenible: una nueva oportunidad para el mundo
El aumento de la población mundial y la creciente demanda de bienes y de servicios por parte de la sociedad amenazan con un deterioro cada vez mayor en los recursos naturales de nuestro planeta. Por este motivo, es importante la tendencia hacia un consumo sostenible que asegure la sostenibilidad de los ecosistemas en el medio y largo plazo.
La producción y el consumo sostenible ocupan el puesto número 12 en la lista de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Casi un tercio de la comida que se produce (1.300 millones de toneladas, según la ONU) se desperdicia, se estropea y se pudre. Una cifra que permite explicar por qué uno de los puntos de partida en torno al consumo sostenible es el de fomentar un cambio de mentalidad global. Para ello hay que dejar de relacionar el crecimiento económico con la destrucción paulatina del medioambiente. Trabajando activamente en este cambio de paradigma es posible empezar a considerar la producción y el consumo sostenible como una alternativa para lograr, poco a poco, el ODS 1 (el fin de la pobreza). También para virar hacia las economías verdes.
Hacia una economía circular
Una economía circular se basa en tres acciones: reparar, reutilizar y reciclar. La Unión Europea, por ejemplo, la define como “un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido y extender, así, el ciclo de vida de los productos”.
La Comisión Europea presentó un nuevo Plan de Acción para la Economía Circular con propuestas para diseños más sostenibles, reducción de residuos y empoderamiento de los ciudadanos. El objetivo era abandonar el modelo existente de usar y tirar y aprovechar al máximo y cuantas más veces mejor las piezas de un producto cuando este deje de funcionar y crear así otros usos.
Es importante este giro de guión en la economía mundial porque se impone una adaptación del ser humano al medio natural, que no es una fuente inagotable de materias primas. La economía circular supone para la Unión Europea una apuesta por la competitividad, la innovación, el crecimiento económico y el empleo. En este último vector, las previsiones comunitarias estiman que se pueden crear hasta 700.000 trabajos de trabajo relacionados directamente con la economía circular hasta el año 2030.
De América Latina, Colombia fue el primer país en lanzar una política pública de economía circular. Con la Estrategia Nacional de Economía Circular pretende transformar las cadenas de producción y consumo del país, por medio del manejo eficiente de materiales, agua y energía. Una iniciativa con la que además se pretende incentivar a productores, proveedores, consumidores y demás actores de los sistemas productivos a que desarrollen nuevos modelos de negocio que incorporen la gestión de los residuos, el manejo eficiente de los materiales y el cambio en los estilos de vida de los ciudadanos. Entre los objetivos marcados dentro de este plan está el aumentar significativamente la tasa de reciclaje y reutilización de residuos para que ascienda en el año 2030 al 17,9%.
A través del Programa Nacional Innóvate Perú, este país cofinancia proyectos relacionados con el tratamiento de efluentes, residuos, productos servicios asimilables a industria verde y a la eco-innovación. Según palabras del ministro de la Producción del gobierno peruano, Raúl Pérez-Reyes, en el ‘I Foro Internacional de Economía Circular: Producción del Futuro’, “Este modelo busca generar eficiencias y mejorar la productividad, reutilizando, reparando y reciclando. La idea es pasar de un modelo de producción económica lineal, -que se basa en extracción, producción, consumo y descarte de los productos- a uno circular, que se enfoca en reciclar, reutilizar productos, evitar residuos sólidos y hacer uso más eficiente de la materia prima del planeta”. Entre los proyectos cofinanciados destaca una planta piloto para la fabricación de ladrillos de construcción, a partir de la reutilización de los relaves provenientes de la minería artesanal en la región de Arequipa.
México es otro de los países que también busca impulsar la economía circular. Por ello, a finales del 2020 el gobierno federal presentó en el Senado un proyecto de decreto para establecer la ‘Ley general de economía circular’ a nivel estatal. Una iniciativa que entró en vigor en 2023 y que se sumaría a la hoja de ruta de lanzadas por Ciudad de México, donde el gobierno concienciado con la necesidad de implantar modelos de desarrollo que beneficien al medioambiente, lanzó ‘Basura Cero’, un plan de acción para la economía circular en esta ciudad mexicana. ¿El objetivo? El uso y aprovechamiento de recursos que permita la eficiencia productiva y reduzca la huella ecológica para cumplir con los compromisos establecidos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Este modelo busca generar eficiencias y mejorar la productividad, reutilizando, reparando y reciclando
El Plan Nacional de Acción de Economía Circular de Uruguay identifica acciones que buscan generar información sistemática para el diseño de políticas públicas en clave de economía circular, fomentar la investigación y la innovación, identificar acciones tempranas e implementarlas, promover el conocimiento de los modelos de negocio basados en economía circular e incentivar prácticas y procesos fundados en los principios de economía circular en diferentes actores sociales.
En Argentina, donde se generan un promedio de 45.000 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos, lo que equivale a una tonelada de basura cada dos segundos, el gobierno federal ha establecido varios planes para transformar el actual modelo de producción y consumo con el fin de hacer del planeta un lugar más sostenible para todo. Por este motivo, cuenta con El Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto; con el programa ‘Modelos de negocios sostenibles para la producción de biogás a partir de residuos sólidos urbanos orgánicos', mediante el cual financian diferentes iniciativas que permiten reducir el impacto ambiental y generar energías renovables para su utilización en el sistema productivo; además de políticas de promoción de la gestión integral de residuos con inclusión social y distintas líneas de acción tendientes a fortalecer el trabajo de las cooperativas de recicladores y recicladoras, desde una perspectiva ambiental, sanitaria, social y económica.
La Oficina de Economía Circular del gobierno de Chile tiene como objetivo reducir el impacto ambiental relacionado a la generación de residuos y promover un modelo de Economía Circular, que propone un cambio en los sistemas lineales de producción, negocios y consumo incorporando el eco diseño, la reutilización, reciclaje y valorización. Para lograr este propósito, sus dos ámbitos principales de acción son la implementación de la Ley 20.920 que establece el marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y el Fomento al Reciclaje; y por otra parte catalizar un entorno de innovación, un marco regulatorio y otros instrumentos que permitan avanzar hacia un modelo de economía circular en el país.
Dentro del presente círculo virtuoso, en el que los bienes se diseñan y se producen, se reutilizan, se reparan y se reciclan, las ventajas son claras: menos costes, más valor añadido, motivación de los trabajadores, disminución de riesgos y fidelización de los consumidores cada vez más concienciados. Sin embargo, hay un enemigo a las puertas: la obsolescencia programada de los productos tecnológicos.
Otros modelos económicos sostenibles
Un bien sostenible es aquel que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar un grave daño al medioambiente. Este axioma es el común denominador de todos los modelos económicos sostenibles, junto a otros como la innovación, la inclusión social, el respeto y el cuidado del medioambiente, el desarrollo económico e incluso el éxito moral. Junto a esta definición, es importante conocer otros conceptos relacionados con el consumo sostenible:
- La economía compartida o colaborativa. Se relaciona con la actividad de intercambio de bienes y servicios, ya sea en plataformas digitales como entre particulares, pero realmente aún está por definir.
- Economía funcional. Consiste en sustituir el concepto de venta del bien por el de venta del uso del bien. Es decir, pasar de la propiedad al uso. Por ejemplo, los servicios de vehículos urbanos cero emisiones o de bicicletas.
- Economía del bien común. Un concepto humanista ideado por el austríaco Christian Felber y que se apoya en la confianza, la cooperación, el aprecio, la co-determinación, la solidaridad y la acción de compartir. En este modelo, el éxito empresarial no es meramente financiero (de hecho, este pasa a ser un medio y no y un fin) sino sobre todo moral, de contribución al bien común.
- Finanzas sostenibles. En 2019, la Comisión Europea lanzó la Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles (IPSF) en la que, además de la UE, estaban Canadá, China, India, Argentina, Chile, Kenia y Marruecos. Desde su lanzamiento, se han unido países como Australia, Indonesia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Senegal, Singapur, Suiza, Sri Lanka y Reino Unido. El objetivo es desarrollar y potenciar las finanzas sostenibles, que toda la estrategia financiera tenga en cuenta no sólo la cuestión financiera a corto plazo sino también la viabilidad y sostenibilidad a largo plazo, con una meta común: la agenda 2030.