¿Por qué los bancos prestarán cada vez más atención a la naturaleza y el agua?
Aunque se trata de una cuestión de la propia supervivencia del planeta, cada vez más entidades financieras son conscientes de que la verdadera oportunidad está en la protección de la naturaleza y su gestión sostenible. La puesta en marcha de estrategias a largo plazo, el papel de inversores y accionistas o una regulación cada vez más estricta dibujan un panorama menos sombrío.
Los bosques son comida, madera, medicinas y empleo. Son un regulador natural del agua, un gran filtro atmosférico y la mejor barrera de contención frente a las lluvias torrenciales y la erosión. Son, también, el hogar de millones de personas y el gran reducto de la biodiversidad terrestre. Y son nuestro mejor aliado para absorber parte de los gases de efecto invernadero (GEI) que están cambiando el clima. Aun así, seguimos destruyéndolos a un ritmo alarmante.
Desde principios del siglo XXI, se ha perdido un 7 % de todo el bosque primario que quedaba en la Tierra, entendido como las masas forestales que se consideran vírgenes, sin influencia del ser humano. Solo en el año 2022 desaparecieron 4,1 millones de hectáreas, según datos del World Resource Institute y la Universidad de Maryland. Detrás de la deforestación, está la expansión de la agricultura (y en particular los cultivos de soja y palma aceitera) así como la ganadería, la minería y el aprovechamiento de la madera, entre otras actividades.
Los cinco grandes motivos para prestar atención a la naturaleza
Proteger de forma efectiva el 30% de la tierra, el océano, las zonas costeras y las aguas continentales; reducir en más de 500.000 millones de dólares anuales los subsidios públicos que provocan la destrucción de la naturaleza; y recortar a la mitad el desperdicio alimentario son algunos de los objetivos prioritarios fijados por el marco de Kunming-Montreal para la biodiversidad global firmado el año pasado por casi 200 países. Y todo antes de 2030.
Living planet report 2020: Bending the curve of biodiversity loss, World Wildlife Fund (WWF), 2020
Proteger la biodiversidad es reforzar la seguridad alimentaria e hídrica de los seres humanos, cuidar la mayor reserva de recursos médicos que poseemos, blindar algunas de las defensas más importantes contra los efectos del cambio climático, proteger la salud humana y animal y robustecer la multitud de actividades económicas que dependen del medioambiente. En este contexto de creciente preocupación por la biodiversidad, la consultora McKinsey & Company señala en el informe ‘Nature, water and banking’ cinco grandes motivos por los que el sector bancario y financiero está prestando cada vez más atención a la naturaleza:
- La presión de la competencia. Los principales bancos del planeta han realizado la mitigación de riesgos relacionados con la naturaleza y algunas de las entidades financieras han empezado ya a construir sus estrategias a largo plazo alrededor de su protección.
- El papel de los inversores, los accionistas y otros grupos de presión. Cada vez más organizaciones están llevando a cabo acciones de presión similares a las que se hacen para reducir el impacto del cambio climático desde hace años, pero centradas en la protección de la naturaleza. La presión nace también de la propia industria, a través de plataformas como Share Action, Nature Action 100 o Portfolio Earth.
- Las regulaciones, cada vez más estrictas. A partir del final de 2024, los bancos que operan en la Unión Europea deberán contar con informes públicos sobre su impacto (y sus planes para mitigarlo) en aspectos como la contaminación, el uso del agua o la pérdida de la biodiversidad. Además, también en la misma fecha, el Banco Central Europeo exigirá a los bancos tener marcos de gestión de riesgos naturales.
- Las pérdidas y los riesgos son reales. Casi el 75 % de los préstamos en la zona del euro se destinan a las empresas que dependen en gran medida de al menos un servicio ecosistémico, entendiendo este último como aquel que se genera por el propio funcionamiento natural de un ecosistema y que suponen un beneficio para la sociedad y mejoran la salud, la economía y la calidad de vida de las personas . Van desde el aprovisionamiento de madera y comida hasta la regulación del ciclo del agua. Las posibles pérdidas derivadas de la destrucción de la naturaleza a medio plazo son similares, en algunos sectores, a las causadas por el cambio climático.
- Las oportunidades comerciales. La transición hacia una economía respetuosa con la naturaleza necesita de cambios importantes y de un esfuerzo financiero considerable. Para los bancos, esto representa oportunidades en forma de desarrollo de nuevos productos tales como fondos ligados a la naturaleza, por ejemplo, de plataformas de comercio y asesoramiento o de apoyo a las empresas posibilitadoras del cambio.
Nature in the balance: What companies can do to restore natural capital. McKinsey & Company
Las oportunidades que surgen del cuidado de la naturaleza
La oportunidad que brinda la transición es muy significativa, según el análisis de McKinsey. “El capital necesario para las actividades relacionadas con la naturaleza y biodiversidad excede la cifra de seis billones de dólares anuales de aquí hasta 2030”, apunta David González, socio senior de McKinsey & Company. “Más allá de la agricultura, las oportunidades de inversión con impacto positivo en la naturaleza comprenden acciones relacionadas con las infraestructuras, la mitigación del impacto de la minería, el procesamiento de los materiales minerales industriales, el ecoturismo o la protección de la biodiversidad, por mencionar algunas”, añade.
En este sentido, estas oportunidades están conectadas, sobre todo, con la remodelación sostenible de edificios; el desarrollo de infraestructuras basadas en la naturaleza; la gestión del agua; el refuerzo de la sostenibilidad del comercio y la logística; el reciclaje y la reducción de residuos; la agricultura y la alimentación sostenibles; la gestión de la tierra y de los bosques; la reforma de las industrias extractivas; el desarrollo de las energías renovables respetuosas con la naturaleza; y la gestión sostenible de los recursos marinos.
El agua, una prioridad
La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), que se celebrará en Emiratos Árabes girará, en gran medida, alrededor de la implementación del Acuerdo de París. Pero también reservará una parte importante de las reuniones para hablar del agua: de la protección y la restauración de los ecosistemas de agua dulce, de la resiliencia hídrica de las ciudades y de la gestión de este recurso en la agricultura.
“De acuerdo con nuestro análisis, el valor anual de inversiones en el mercado global del agua alcanzará 1,2 billones de dólares en 2030, con un crecimiento anual estimado entre 3 y 4% hasta entonces. Las mayores oportunidades se encuentran en la gestión urbana, la industria y la agricultura”, matiza Santiago Fernández, socio de McKinsey & Company. Asimismo, según la consultora, las oportunidades con mayor atractivo para el sector financiero en concreto se encuentran en:
- La tecnología que permita el acceso a fuentes de agua alternativas y el reciclaje de las aguas residuales o el uso eficiente del agua para apoyar la transición energética, entre otros aspectos.
- Las infraestructuras, tanto físicas como digitales, para reducir pérdidas, mejorar la eficiencia y reforzar la gestión de las aguas residuales.
- Las soluciones basadas en la naturaleza. Muchas de las defensas contra los impactos del cambio climático giran alrededor del agua: regeneración de acuíferos, gestión de inundaciones o reducción de la erosión.
La mitigación y la adaptación al cambio climático seguirán siendo una prioridad en los próximos años. Pero cada vez más sectores, y el financiero en particular, se están dando cuenta de que la crisis medioambiental va mucho más allá del clima y que la destrucción de la naturaleza y la escasez de agua se traducen en riesgos reales. Así, bancos y otras instituciones seguirán reorganizando sus estrategias para hacer frente a estas nuevas fuentes de riesgos y, también, aprovechar las oportunidades de la transición hacia una economía respetuosa con el medioambiente.