Otro modo de ahorrar energía: borrar los archivos que no quieres en tu móvil
Guardamos datos y más datos en la nube pensando que no ocupan lugar ni contaminan. La realidad es muy distinta, los almacenes de información se encuentran entre los mayores consumidores de energía eléctrica y son los responsables del 2,5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI).
En medio del festival de Woodstock de 1969, un cantante pidió a los cerca de medio millón de asistentes que encendieran sus mecheros, para poder ver así hasta donde llegaba el público que cantaba sus canciones. Casi al momento, miles de luces se encendieron marcando un concierto que pasó a la historia.
Más de medio siglo después, la costumbre de encender luces durante los conciertos sigue muy viva. Sin embargo, rara vez se trata de mecheros: lo más habitual es que el público tenga encendidos sus teléfonos móviles para sacar fotos y grabar vídeos que, probablemente, acaben guardados en la nube y no se vuelvan a visualizar.
Los servidores de Internet están repletos de archivos como estos. Fotos, vídeos y documentos que se almacenan para no usarse jamás. Su impacto medioambiental es importante, aunque, a diferencia de otros contaminantes como el plástico, los datos que almacenamos en la nube pasan desapercibidos, ya que no podemos verlos.
Una nube muy real
Oscuros, de un solo uso o de usar y tirar. Existen diferentes formas de referirse a los datos generados por empresas y personas individuales que se almacenan sin cuantificar y a los que no se da ningún uso. De acuerdo con el informe ‘The state of dark data’, elaborado por Splunk, más de la mitad de los datos que generan las organizaciones son oscuros.
“Las organizaciones recopilan grandes cantidades de datos digitales de forma constante, desde información sobre los consumidores hasta la generada por los sensores de IoT (Internet de las cosas)”, explican Tom W. Jackson e Ian R. Hodgkinson, profesores de la Universidad de Loughborough. “Intentar procesar, codificar y almacenar estos datos conlleva numerosos desafíos. Por ello, a menudo se utilizan una vez, o incluso no se utilizan en absoluto, y se olvidan. Son lo que conocemos como datos oscuros”.
A menudo, decimos que estos datos se almacenan “en la nube”, lo que puede hacer pensar que son elementos etéreos, que no ocupan espacio y, por supuesto, no contaminan. Sin embargo, esto está muy lejos de la realidad. El ‘cloud’ (la nube) es una realidad gracias a millones de servidores que procesan y almacenan estos datos. Para que funcionen es necesaria la electricidad.
De acuerdo con Digital Decarbonisation, una iniciativa de los profesores Jackson y Hodkinson centrada en el análisis de la descarbonización digital, los almacenes de datos se encuentran entre los mayores consumidores mundiales de energía eléctrica. Actualmente, son responsables del 2,5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
“Tienen una huella de carbono mayor que la industria de la aviación”, señalan los profesores. “Calculamos que una empresa con 50 empleados a tiempo completo genera unos 2.295 GB de datos por día, lo que equivale a 550.800 GB anuales y conlleva la emisión de 1.102 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año. Nuestra calculadora predice que la huella de carbono de estos datos es la misma que se generaría volando de Londres a Nueva York un total de 1.281 veces”.
Datos de usar y tirar
Playas llenas de plásticos, toneladas de ropa que se acumulan en los desiertos y basura en lo más hondo de los océanos. En los últimos años, ha crecido la concienciación en relación con el consumo de plásticos y otros productos de un solo uso. Sin embargo, el impacto medioambiental de los datos no está todavía presente entre la población.
“El plástico no reciclable y la moda de usar y tirar son problemas tangibles. Cualquiera que haya caminado por una playa habrá visto plásticos en la arena. Es una consecuencia visible y tangible de su consumo, que tiene un impacto muy claro en el medioambiente. Los datos digitales, sin embargo, no se pueden tocar ni sentir”, explican Jackson y Hodgkinson. “En consecuencia, el coste de carbono de los datos digitales no está en la conciencia pública ni es tenido en cuenta por la mayoría de las organizaciones”.
De acuerdo con los expertos en descarbonización digital, durante muchos años los datos digitales fueron considerados neutros en carbono. Es solo gracias a desarrollos recientes que podemos entender cómo su uso ineficiente y la tendencia a almacenarlo todo pueden tener un impacto perjudicial en el medioambiente: se calcula que la digitalización en su conjunto estará detrás del 14% de todos los gases de efecto invernadero emitidos a nivel global en 2040 de no tomar medidas. En la actualidad, la cifra está entre el 2% y el 4%.
Los datos oscuros suponen una parte importante de este porcentaje. Sin embargo, añaden Jackson y Hodgkinson, no es un problema fácil de resolver para las personas individuales, las organizaciones o las empresas, ya que la mayoría de las veces ni siquiera se conoce la cantidad de datos digitales que se ha recopilado o el impacto medioambiental de los mismos. “Este es el problema oculto de los datos de un solo uso”, señalan los profesores de la Universidad de Loughborough.
Seis consejos para la descarbonización digital
En su camino hacia la descarbonización, muchas empresas y organizaciones tratan de reducir su huella de carbono. A menudo, sus enfoques se centran en mecanismos reactivos al problema, como los de compensación. Optan por plantar árboles o reducir el uso de combustibles fósiles pero, ¿qué pasaría si optasen por ser más ordenados y minimalistas en el mundo digital?
Para ayudar a reducir esta huella, Jackson y Hodgkinson proponen la idea de descarbonización digital: limitar la huella de carbono de los datos digitales con un enfoque basado en seis preguntas que pueden hacerse tanto en el lugar de trabajo como, en algunos casos, a nivel personal. Son las siguientes:
- ¿Dónde se almacenan mis datos digitales?
- ¿Por qué necesito nuevos datos e información?
- ¿Tiene mi organización la capacidad de transformar estos datos en información útil y de utilizarlos para generar conocimiento?
- ¿Quién tiene la responsabilidad de compartir nuevos datos e información?
- ¿Qué opciones tengo para reutilizar estos datos y este conocimiento?
- ¿Cuándo se evalúan los datos digitales y se eliminan los desechos digitales?
De acuerdo con los creadores de Digital Decarbonization, la descarbonización digital no solo traerá beneficios ambientales, sino también beneficios directos para las organizaciones. “Al optimizar y administrar conscientemente los datos que recopilan, se reducirán tanto la dependencia energética como los costes relacionados”, concluyen.
Los datos son nuestro mayor activo, pero tenemos suerte si podemos encontrar la mitad de los que tenemos, señalan en el informe ‘The state of dark data’. Se trata de bienes fundamentales para cualquier empresa u organización, por lo que encontrar un modo de almacenarlos de forma más limpia y organizada –y evitar que se pierdan para siempre– es fundamental para avanzar hacia un futuro sostenible.