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Mujeres y ciencia (STEM): "La educación desde edades tempranas es fundamental para eliminar los sesgos de género"

Hace unas semanas publicábamos el artículo ‘Mujer y STEM, un camino lleno de obstáculos’ donde ofrecíamos una serie de datos que nos pueden dar una perspectiva del problema de la mujer en el campo de la tecnología y la ciencia. Pero para conocer la verdadera dimensión del problema y cómo aportar soluciones es imprescindible entender el punto de vista de sus protagonistas, en este caso mujeres que han atravesado ese camino lleno de obstáculos y que hoy, no solo triunfan en su campo, sino que dedican parte de su tiempo a intentar hacer más fácil el camino del resto de mujeres.

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Hemos conversado con referentes femeninos del sector tecnológico, en diferentes fases de sus respectivas trayectorias, sobre cómo podemos colaborar, ya sea como compañeros o como consumidores de productos y servicios de tecnología, a facilitar las vocaciones femeninas en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, de sus siglas en inglés) y hacer sus carreras un poco menos difíciles.

Cómo lograr mayor representación femenina

Todas ellas tienen una visión clara sobre lo que puede hacer un profesional de la tecnología para favorecer que haya más mujeres en el sector, y colaborar así en su crecimiento profesional. Por una parte, señalan la educación y la forma de presentar este sector a las más jóvenes. Elena Alfaro, responsable de Data y Analítica Avanzada en Client Solutions BBVA, afirma que “hay que demostrar, a través de la experiencia propia, que las profesiones y trabajos relacionados con la tecnología son atractivos, interesantes, divertidos, y, sobre todo, que tienen una gran trascendencia para nuestro futuro como sociedad”. Para Begoña García, del equipo de Corporate Security en BBVA, “la educación desde edades tempranas es fundamental para eliminar los sesgos de género que podrían limitar a las mujeres a acceder a puestos tecnológicos”. Blanca Huergo, presidenta de la Olimpiada Informática Femenina, incide en que “la mayoría de los esfuerzos se centran en ayudar a las chicas una vez dentro de la carrera o tras haber terminado sus estudios; algo tarde, porque ya se han graduado en una promoción con un 5% de compañeras de su género. Si en la mayoría de centros no se llega a programar en lo que dura Secundaria, es muy difícil despertar el interés por esta materia”.

Mentorizar también es clave a la hora de acceder o desarrollar carreras STEM. La tecnóloga Sara Alvarellos, una de las fundadoras de MujeresTech relata que según su experiencia “mentorizar a mujeres jóvenes que están empezando su carrera es una muy buena forma de ayudarles a entender el sector, las dificultades con las que se van a encontrar y los beneficios de trabajar en tecnología. Además les permite tener un referente con el que contrastar dudas, intenciones de cambio profesional e identificar áreas a trabajar para su crecimiento”. Begoña García completa esta visión: “Mediante procesos de orientación profesional, se puede ayudar a que las más jóvenes tengan toda la información a la hora de decidirse para realizar carreras STEM e incluso, contribuir al desarrollo de sus carreras profesionales”.

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Una de las características diferenciales de gran parte de las nuevas profesiones del sector tecnológico es su perfil híbrido, y por eso son imprescindibles la creación y el acceso a redes de apoyo y la promoción de iniciativas. Iskra Velitchkova, experta en diseño de la información, cree que “colaborar para una red transparente de profesionales del sector, promover activamente dentro de ella la visibilidad de mujeres, lograr cada vez un mayor equilibrio entre hombres y mujeres, favorecería una mayor presencia de la mujer en el sector”.  Cristina Aranda, cofundadora de MujeresTech, insiste en la necesidad de “revisar los sesgos propios para detener o cambiar ciertas actitudes, reconocer públicamente los logros o las ideas de las mujeres, motivar a nuestras compañeras para que se presenten a eventos o nuevos retos profesionales, ayudarles a formar parte de una red profesional o una comunidad donde puedan compartir experiencias personales y profesionales. Hacer que brille el talento que tienen muchas y no saben que lo tienen o no se creen que tienen”. Sara Alvarellos aconseja “asociarse en las organizaciones de Mujeres en Tecnología existentes y participar en los programas de voluntariado y diferentes acciones que realizan estas asociaciones”.

Del poder de las iniciativas sabe bien Blanca Huergo, que nos cuenta su experiencia con la creación de la Olimpiada Femenina de Informática. “La principal montaña a escalar era asegurarse de que la oportunidad llegara al mayor número posible de alumnas estudiando secundaria. En años anteriores se apuntaban muy pocas chicas, rara vez había una finalista en la Olimpiada Informática que lo fuera, y más raro aún era que alguna medalla llevara nombre femenino. Tras mi experiencia compitiendo y, finalmente obteniendo una medalla de oro, me di cuenta de que el problema era que, al no tener ninguna amiga que programara, era difícil que a una alumna se le ocurriera motu proprio ponerse a buscar recursos de esta índole por Internet. Lo fundamental era generar una reacción en cadena y nuestros objetivos en los inicios se centraron en difusión”.

A nivel corporativo, Cristina Aranda sostiene que “si se tiene influencia en los planes de diversidad e inclusión de la empresa, se pueden definir y medir indicadores de éxito vinculados a diversidad en el día a día de los equipos como, por ejemplo, la contratación sin sesgos, promoción vinculada a logros no de amiguismos, mismas oportunidades para el acceso a puesto de poder, participación de mujeres de su equipo en eventos o reportajes en medios, auditoría e igualdad salarial, formación sobre igualdad a directivos y cargos ejecutivos, entre otros”. Gema Parreño, lead data scientist en Woom, con experiencia previa en empresas como Google o BBVA, recomienda las buenas prácticas del White Paper de la fundación Anita Borg, cuyos consejos son el fomento de una cultura de trabajo positiva, una gestión flexible del tiempo y un equipo de liderazgo diverso donde se aumente la representación de las mujeres en los puestos directivos.

Laura Lacarra, data engineer en Telefónica y organizadora y ponente en numerosas comunidades y conferencias técnicas, también destaca el necesario papel de la empresa en este tema: “No se puede hacer un cambio si no se cree en él. Construir un entorno bueno de trabajo es esencial para atraer talento femenino. Ahí es donde los empleados aplican todo lo aprendido en las formaciones de concienciación. Las empresas además deben tener sus códigos de conducta y vías de denuncia disponibles a los empleados. Si no existen como profesionales debemos reclamarlos para asegurar que aquellas personas más vulnerables tienen vías anónimas para denunciar conductas”

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Nerea Luis Mingueza, cofundadora de T3chFest e ingeniera en Inteligencia Artificial en Sngular, resume su perspectiva de la siguiente manera: “En primer lugar, es imprescindible escuchar a las mujeres del sector que reivindican mayor presencia del género femenino. Segundo, hacer un esfuerzo por cambiar procesos, procedimientos y flujos de entrevistas de empleo, trabajo y revisiones salariales. Tercero, entender los conceptos de espacios seguros, cuotas y otras medidas que existen y se ha demostrado su éxito empíricamente para abrir paso a que mujeres lleguen a puestos de dirección o de decisión”.

Finalmente, todas coinciden en la necesidad de ser responsables. Elena Alfaro cree que “si las mujeres no nos involucramos en este desarrollo tecnológico, las soluciones serán parciales, y esto puede tener un impacto muy negativo en nuestro propio rol en el mundo”. Begoña García se inclina más por “fomentar el conocimiento tecnológico y concienciar sobre los riesgos que conlleva el uso de la tecnología”. Cristina Aranda lo resume con una cita de Eduardo Galiano: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo".

El papel de la sociedad

Y, ¿qué puede hacer el consumidor de productos tecnológicos para favorecer activamente que haya más mujeres en el sector y colaborar en su crecimiento profesional? Las tendencias sociales están evolucionando y, como señala Elena Alfaro, “cada vez va a ser más importante cómo se hacen las cosas, cómo se diseñan, se fabrican, qué impacto social y medioambiental tienen, etc. Hasta hace poco lo único importante era que el producto cumpliera con su función y que tuviera un precio adecuado, pero cada vez pesan más aspectos relacionados con el cómo y no solo con el qué”.

Detrás de ese cómo está “que los equipos que diseñan productos sean diversos y multidisciplinares - señala Begoña García -. Se recogen muchos más puntos de vista, todos los colectivos se ven mejor representados y se cubren mejor las necesidades de cada uno de ellos en el producto final”. Iskra Velitchkova señala que en una sociedad donde las redes sociales imperan, “generar demanda de productos y servicios diseñados por mujeres y/o dedicados a ellas a través de la interacción en estas redes, promovería una respuesta por parte de la oferta, que deberá ser atendida”. Nerea Luis Mingueza defiende que hay que “escuchar y apoyar las reivindicaciones que realicen las compañeras en redes. Cuando se manifiesta una desigualdad, discrepancia, abuso, falta de representatividad o carteles en conferencias plagados de hombres expertos hay que apoyar abiertamente al colectivo oprimido”. Además, Blanca Huergo sostiene que “si las experiencias con software inteligente de grupos poco representados son negativas, y sufren algún tipo de discriminación, o ven sus necesidades poco atendidas, es difícil que sientan algún tipo de interés por la tecnología”.

Elena Alfaro piensa que como consumidores deberíamos interesarnos por conocer si en las empresas que desarrollan las soluciones digitales que usamos en nuestro día a día cuentan con un suficiente número de mujeres: “Deberíamos pedir que se visibilicen estas cuestiones, y después actuar en consecuencia”. Ser consecuente puede ser, como sostiene Sara Alvarellos, “dar ‘feedback’ como usuarios o clientes, siempre que veamos que un producto o servicio (con vocación de ser universal), no atiende a las necesidades y vivencias del 100% de las personas”.

Una discriminación que puede provenir, como apunta Blanca Huergo, desde la ingesta de datos en ámbitos como la inteligencia artificial y el ‘deep learning’. “Es útil recordar que un modelo matemático solo puede aspirar a ser tan bueno como los datos que se le suministran. La tarea de un modelo no es predecir esa situación para toda la población, sino para una muestra y, por tanto, si está sesgada, el modelo juzgará de manera sesgada, perpetuando esta desigualdad”, afirma.

La educación vuelve a situarse como un factor clave en este sentido, sobre todo en edades tempranas. Cristina Aranda piensa que hay que “apoyar iniciativas que acerquen la tecnología para cambiar el mundo en las primeras etapas educativas, así como cualquier acción donde se dé visibilidad a mujeres referentes. BBVA está haciendo una gran labor con su programa 'Aprendemos Juntos', donde se ha dado visibilidad a mujeres referentes del sector o de las STEAM”. Sara Alvarellos aconseja que “a la hora de regalar, sobre todo a los más jóvenes, buscar tecnologías del aprendizaje, tecnologías creativas, que permitan a las niñas conocer las infinitas posibilidades creativas de utilizar la tecnología para hacer sus inventos, robots y juegos tecnológicos”. Laura Lacarra defiende incorporar en la enseñanza obligatoria asignaturas de programación y electrónica como forma de incrementar el número de mujeres en la industria. “Ya desde jóvenes alguna de ellas se daría cuenta del potencial de la carrera, si le gusta o no.  De joven se tiene muy claro que hace un arquitecto, pero, ¿qué hace un informático? ¿cómo? Por ahora esta elección está más basada en decisiones de la educación familiar, clase social (tener un ordenador en casa o no) o referentes familiares”.

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