Motivar a los alumnos es el gran reto de los profesores el curso que viene
Preocupación y esperanza son los dos sentimientos predominantes entre los docentes españoles de cara al próximo curso escolar. Desde el punto de vista pedagógico, para el 76% de los profesores, el gran reto del próximo curso escolar será la motivación del alumnado. Tras vivir la peor crisis sanitaria de la historia reciente, que ha afectado a más de 1.500 millones de estudiantes en todo el mundo y con el cierre total de escuelas en 194 países, los docentes, en el caso de España, piden la implicación de toda la sociedad.
A casi siete de cada 10 docentes les preocupa la falta de dispositivos entre el alumnado para la enseñanza a distancia y alertan sobre el riesgo de exclusión de los alumnos y familias más vulnerables. Al 63% la falta de personal en los centros para hacer frente a las nuevas necesidades; y al 60% la disponibilidad de medidas de seguridad e higiene. El 61% señala como dificultad la gestión de las emociones y el 60%, que sus alumnos puedan ser autónomos y autogestionar su aprendizaje.
Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio ‘Panorama de la educación en España tras la pandemia del COVID-19: la opinión de la comunidad educativa’, realizado por un grupo de investigadores de las Universidades de Granada y Málaga y coordinado por el profesor Fernando Trujillo. En la investigación, que ha sido promovida conjuntamente por BBVA y Fad (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción), han participado más de 5.000 docentes, alumnos y familias.
Los docentes se muestran escépticos ante una administración educativa que, en su opinión, se ha limitado durante el curso 2019-2020 a invocar la autonomía de los centros sin aportar soluciones, ni recursos, ni inversiones. La falta de instrucciones claras y criterios unificados para abordar la actividad docente durante el cierre de los centros ha provocado un acusado sentimiento de abandono y un profundo cansancio entre los profesores y los equipos directivos que confiesan haber recurrido a la improvisación.
A pesar de todo, se desprende un sentimiento generalizado de esperanza porque los docentes, al igual que los alumnos y sus familias, viven la crisis con profundo deseo de transformación que posibilite alcanzar un sistema educativo fortalecido y desean formarse para estar a la altura.
Esta investigación supone el paso previo a la inminente puesta en marcha de 'Educación Conectada', un proyecto de BBVA y Fad que comprende un conjunto de acciones de emergencia dirigidas al ámbito educativo tras la crisis causada por el COVID-19. El objetivo es paliar las graves consecuencias que la actual crisis está teniendo en toda la comunidad educativa y está dirigido especialmente a la población más vulnerable.
'Educación Conectada' nace de la experiencia acumulada en los más de quince años de vida del proyecto Acción Magistral, que se reinventa para prestar un mayor apoyo a la comunidad educativa en esta crisis pos-COVID. Las líneas principales de trabajo que se desarrollarán en los próximos meses plantean como prioridades la adaptación de los centros escolares a la nueva realidad tras la crisis del coronavirus; acciones de reducción de la brecha de uso digital (formando en competencias sobre todo); dar apoyo a las familias vulnerables y reducir la brecha de acceso por la falta de equipos disponibles y posibilidades de conectividad.
En este sentido, BBVA y Fad lanzan hoy un reto para estudiantes en el que se les invita a proponer ideas innovadoras para adecuar los espacios en los centros escolares y dinámicas educativas que puedan favorecer una mayor motivación. El reto está accesible en la web educacionconectada.com.
Fernando Trujillo, docente e investigador de la Universidad de Granada, durante la presentación del estudio, promovido por BBVA y Fad.
Para la directora de programas de inversión en la comunidad de BBVA, Lidia del Pozo, “BBVA lleva 15 años apoyando a los centros educativos y a los docentes en España, a través del proyecto Acción Magistral. Ahora debemos evolucionar y ser capaces de apoyar a la educación donde más se necesite, para que los efectos de la COVID-19 no dejen a nadie atrás. Esperamos poder contribuir con nuestros recursos, impulso y experiencia a solucionar los desafíos de la nueva realidad educativa y poner al alcance de todos las oportunidades de esta nueva era, tal y como enuncia nuestro propósito”.
Por su parte, la directora general de Fad, Beatriz Martín Padura, ha explicado que “estamos ante un momento de crisis sin precedentes en todos los niveles: sanitaria, económica y social, por supuesto, pero también ante una crisis educativa. Nunca se habían cerrado los centros escolares durante tanto tiempo y tenemos que ser capaces de dar respuesta a las grandes necesidades de todo tipo que plantean centros, docentes y familias”.
La enseñanza presencial no es solo un deseo o una añoranza del tiempo previo al confinamiento, sino que se concibe como una necesidad por muy diferentes razones. Según el profesorado, la enseñanza presencial garantiza la igualdad, entre otras.
Los docentes asumen el reto de la educación a distancia durante el confinamiento y están preparándose para abordar el próximo curso con las mejores garantías de éxito. Plantean propuestas concretas como la necesidad de dar un nuevo sentido educativo a edificios municipales que pueden ser destinados a la enseñanza para poder garantizar así la distancia física entre el alumnado o la colaboración de los servicios sociales y sanitarios.
El punto de vista de las familias
Las familias se muestran preocupadas por la brecha social que parece haber marcado la crisis. Entienden que es fundamental detectar las necesidades de las familias y para ello demandan que en el sistema educativo no se pierda la presencialidad y se cuente con personal de apoyo.
En lo relativo a estructuras, recursos y personal, las familias también demandan más financiación y más dotación para los centros. Faltan dispositivos en los centros y en los hogares, especialmente en el caso de familias en situaciones desfavorecidas; la conectividad no es la mejor posible y las infraestructuras son, en su mayoría, deficitarias.
En general, a las familias les preocupa la conciliación y entre otras cuestiones, especialmente que los meses del confinamiento y la educación telemática afecten a la socialización (sobre todo de aquellos estudiantes más jóvenes) y generen problemas psicológicos. También les preocupa que haya un problema de adicción a las pantallas en sus hijos e hijas, que estaban ya conectados antes de la pandemia y que ahora están todo el día delante de las pantallas, tanto por ocio como por cuestiones académicas.
Por último, las familias demandan que se realice una reestructuración curricular en profundidad y que se produzca un cambio real en las metodologías de enseñanza, con propuestas concretas como gamificar los aprendizajes o hacer uso del aprendizaje basado en proyectos.
Y los alumnos…
El alumnado que ha participado en esta investigación muestra tener una visión responsable del sistema educativo. Es crítico con las infraestructuras de sus centros. Los estudiantes reclaman empatía por parte del profesorado, dadas las circunstancias. Expresan que han pasado por etapas de mucha confusión y estrés, en parte debido a la pandemia y al estado de alarma pero también debido a algunas situaciones de descoordinación y exceso de tareas que han experimentado durante el curso 19-20.
Los estudiantes reclaman un cambio metodológico por parte del profesorado para ajustar su manera de enseñar a la nueva situación, incluyendo en este ámbito la necesidad de usar recursos audiovisuales y en línea de calidad, aunque esto suponga que parte del profesorado tenga que reciclarse y formarse para incorporar nuevas destrezas y competencias docentes.
En todo caso, ofrecen un discurso exigente con el propio sistema educativo: reclaman una educación de calidad que no olvide a los estudiantes que tienen problemas o más dificultades. Por esta razón, esperan que no se parcheen los problemas, sino que se produzca una auténtica reconstrucción del sistema educativo como salida a esta crisis del COVID-19.