Migraciones climáticas: La protección de la infancia en la emergencia climática
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una oportunidad para la protección de la infancia. Y es que los menores son los grandes olvidados de las migraciones climáticas. También los más vulnerables. BBVA profundiza en los desplazamientos de las personas a través de un monográfico gratuito basado en estudios y testimonios de expertos en esta temática.
Para dar voz a los más pequeños, UNICEF ha elaborado ‘el primer marco mundial sobre la protección de los niños y niñas en tránsito en el contexto del cambio climático’. Aquí destacan que “el cambio climático converge con las condiciones medioambientales, sociales, políticas, económicas y demográficas que empujan a las personas a tomar la decisión de desplazarse”. Esta organización, junto con el Grupo Temático Mundial de Protección y la Oficina del Alto Comisionado de las naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), trabaja para frenar los impactos en situaciones de emergencia cuando se dan erupciones volcánicas, terremotos, maremotos, ciclones o inundaciones y proteger a los más vulnerables.
Casi 10 millones de niñas y niños se vieron obligados a desplazarse por motivos climáticos en 2020. Un número que, sumando las últimas catástrofes, habrá ascendido considerablemente. La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell advierte que:
“Cada día, el aumento del nivel del mar, los huracanes, los incendios forestales y las malas cosechas están empujando a más y más niños y familias a abandonar sus hogares”. El impulso de políticas ambiciosas es la base para el cumplimiento de los derechos de la infancia, como asegura Antonio Vitorino, director general de la OIM: “Con estos principios rectores pretendemos garantizar la visibilidad de sus necesidades y derechos, tanto en los debates políticos como en lo programático. Gestionar la migración y abordar el desplazamiento de los niños en el contexto del cambio climático, la degradación ambiental y los desastres es un desafío inmenso que debemos abordar ahora”.
Perspectiva de género en las migraciones climáticas
La trata de niñas, niños y adolescentes, la desigualdad en la asistencia, las disputas por las tierras y propiedades, la falta de alimentos o la violencia sexual y de género son otras de las situaciones a las que se enfrentan muchos habitantes de cada lugar donde se produce un desastre natural. Es la cara más devastadora del calentamiento global, que especialmente recae en las niñas y mujeres.
Así lo refleja el estudio de ‘Perspectiva de género en las migraciones climáticas’, publicado por Migraciones climáticas, una iniciativa referente en esta materia impulsada desde ECODES con la colaboración de Ayuda en Acción y Entreculturas. Su autora, la investigadora y doctora en Derecho Beatriz Felipe Galindo, señala que además de enfrentarse a los impactos, muchas mujeres, al quedarse solas sacando adelante sus casas, son víctimas del tráfico con fines de explotación sexual, la precariedad laboral, el racismo y la xenofobia, entre otros modos de violencia basadas en el género: "Debido a los roles de género y a las desigualdades existentes, las mujeres y las niñas se ven especialmente afectadas en contextos de crisis climática y de movilidad forzada. Aunque poco a poco se está avanzando, la todavía limitada existencia de mecanismos de protección jurídica para las personas migrantes climáticas, especialmente para quienes cruzan fronteras internacionales, hace que se expongan a fuertes vulneraciones de derechos humanos. Los países empobrecidos y los grupos de población en situación de vulnerabilidad son quienes sufren las peores consecuencias. Por ello, es necesario actualizar el derecho internacional y los ordenamientos jurídicos internos a las realidades del siglo XXI, marcadas por la emergencia climática".
Ante el colapso, soluciones
Latinoamérica es uno de los continentes más afectados por los desastres naturales. El informe de la Organización Meteorológica Mundial sobre ‘El estado del clima en América Latina y el Caribe’ lo confirma: en la última década ha subido la temperatura 0,1°C. Durante estos años, los glaciares de los Andes tropicales han perdido al menos un 30% de la superficie. El nivel del mar también ha subido, y a todo esto hay que añadirle la sequía, las precipitaciones extremas, la temporada de huracanes del Atlántico y la deforestación amazónica brasileña.
El climatólogo peruano José Antonio Marengo advierte en el diario El País que “si la adaptación se hubiera alcanzado, no habría tantos muertos cada vez que llueve”. También menciona los desplazamientos de población. Si no se frenan, el Banco Mundial los cifra en este continente en 17 millones para 2050.
A pesar de esta situación todavía se pueden aplicar las líneas con las que los investigadores Rapahaël Stevens y Pablo Servigne, creadores del neologismo ‘colapsología’, terminan su libro que lleva el mismo nombre. “Ya es demasiado tarde para muchas cosas, pero nunca es tarde para entrar en acción”.
Muchas de las respuestas están en la propia naturaleza, como apuntan científicos e investigadores. Lo confirma el sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC): "proporciona beneficios de adaptación y mitigación del cambio climático, además de contribuir a otros Objetivos de Desarrollo Sostenible" (ODS). En esta dirección, en América Latina se está invirtiendo en soluciones innovadoras competitivas basadas en la naturaleza que promueven la conservación del agua para garantizar la seguridad hídrica.
Para impulsar medidas globales y acelerar alternativas que incluyan las de movilidad por clima, diferentes ciudades del mundo se han unido a la iniciativa ‘Global Mayors Task Force on Climate and Migration’. Como resultado de este trabajo, en la COP26 se presentó una Agenda de Acción Global de Alcaldes sobre Clima y Migración.
Otros rostros del cambio climático
Dependemos del bienestar del medioambiente para vivir. Lo vemos y sentimos. Nos lo recuerda ACNUR, mostrándonos el rostro de las historias que hay detrás del cambio climático. A Edesi Waiti y su nieto, la llegada de la tormenta tropical en Malawi les pilló durmiendo. Sus vecinos les avisaron a tiempo y se salvaron, aunque perdieron todo lo que habían acumulado durante años. Más de 190.000 perdieron sus casas y cerca de un millón sufrieron daños en sus hogares y sus cultivos. Meses después, siguen en 141 campamentos en Malawi.
En una situación similar se encuentran muchos de los 800.000 afectados por las lluvias de Sudán del Sur, que tuvieron que huir de su tierra. Por lo contrario, y con la impotencia de la falta de equilibrio entre la escasez y el exceso, la sequía en Níger y el norte de Camerún y los incendios en Mauritania también han desplazado a miles de personas. Más de un millón recorren internamente Somalia por las fuertes sequías desde enero de 2021. En el Sur de Asia, en Pakistán, que ya arrastraba una intensa ola de calor, las inundaciones del pasado verano acabaron con más de mil vidas y provocaron millones de desplazados y daños por valor de más de 10.000 millones de euros. África, América, Asia, Europa y Oceanía: los cinco continentes están en estado de emergencia climática aunque no lo sufrimos igual.