Más relación, más esencia de los barrios: beneficios de comprar en comercios de proximidad
Productores, vendedores y compradores del territorio, de la ciudad y el pueblo. En el comercio de proximidad, el lugar es importante. Frente a la rapidez, lo barato y el consumo masivo, comprar en el negocio local favorece la economía, promueve el empleo, refuerza la cohesión y reduce el impacto en el medioambiente.
A medio camino entre la praza del Obradoiro y el parque de Belvís, en la zona antigua de la ciudad, se encuentra el mercado de abastos de Santiago de Compostela (Galicia). Un mercado que reúne vendedores, compradores, turistas y curiosos hasta el punto de ser uno de los lugares más visitados y concurridos de la ciudad después de la catedral.
Al otro lado, en Barcelona, el mercado de La Boqueria también mantiene vivo el espíritu de los mercados de abastos. Los primeros documentos que nos hablan de vendedores en los alrededores de la Rambla nos hacen viajar hasta el año 1217. Entonces, pescadores, ganaderos y agricultores llegaban a la ciudad dispuestos a montar mercados ambulantes.
En Ciudad de México, la Central de Abasto presume de ser el mercado de este tipo más grande de América Latina. Sus más de 300 hectáreas de superficie reciben alimentos suficientes para abastecer a más de 22 millones de personas en un solo día y dan forma al principal centro de abastecimiento de alimentos del país.
A un lado y otro del Atlántico, los mercados de abastos reflejan la importancia del comercio de proximidad. Este dinamiza la economía, genera empleo y riqueza, refuerza la cohesión social y favorece un modelo de producción y consumo más sostenible y eficiente. Motivos más que suficientes para que cada vez más personas reclamen la importancia de volver a comprar como antes.
La importancia del comercio local en la sostenibilidad de tu ciudad
Existen muchas formas de definir qué es el comercio local, pero todas hacen referencia a un mismo elemento: el territorio. Esto es así porque se trata de aquel que comercializa productos de proximidad y que tiene como protagonistas a productores, vendedores y compradores de un determinado lugar.
El comercio local se diferencia, así, del que favorecen las grandes superficies comerciales que venden productos que han viajado cientos o incluso miles de kilómetros para llegar a los frigoríficos y los estantes. Superficies comerciales que en las últimas décadas se han popularizado en pueblos y ciudades de prácticamente todos los lugares del mundo.
En un contexto como el actual caracterizado por el consumo masivo, el comercio local sigue representando el valor por lo auténtico, lo artesanal y lo cercano. El modelo de producción y consumo en el que se basa tiene numerosos beneficios que se traducen, sobre todo, en riqueza, bienestar y sostenibilidad para los pueblos y las ciudades. Estos son algunos de los principales:
- Favorece la economía local: al comprar en un negocio local, el dinero que se gasta se queda dentro de la comunidad y es muy probable que se invierta en otros servicios o productos de proximidad. Esto favorece el desarrollo, la prosperidad y la estabilidad económica de la zona y la región.
- Genera empleo: el comercio local favorece el emprendimiento y, con él, la creación de nuevos puestos de trabajo. Esto es especialmente relevante en poblaciones pequeñas y en las regiones que ven cómo su población se desplaza por falta de oportunidades laborales.
- Refuerza la cohesión social: los negocios locales favorecen la interacción entre las personas y, con ella, mejoran la vida dentro de las comunidades. Cuantas más relaciones sociales existan, más respuestas se pueden dar a las diferentes necesidades que van surgiendo. Esto es de especial importancia, por ejemplo, para personas mayores o con movilidad reducida.
- Da carácter y vida a los barrios: la presencia de comercios contribuye a mejorar la vida de los barrios y a mantener su cultura, sus tradiciones y su forma de ser. Favorece, también, que sean lugares transitados y seguros para todas las personas.
- Reduce el impacto medioambiental del consumo: el comercio local evita que los productos se vendan a cientos de kilómetros de distancia y favorece que los compradores se desplacen a pie por el centro de las ciudades, lo que contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y los niveles de contaminación del aire.
Cercanía, asistencia y sostenibilidad
Los comercios de las ciudades y los pueblos presentan una doble cara. Por un lado, una antes impensable, pero hoy cada vez más habitual, de grandes superficies, productos empaquetados y cajas de autoservicio en las que una máquina permite pagar sin necesidad de interactuar con otro ser humano. Por el otro, tiendas pequeñas en las que es necesario pedir incluso uno a uno los productos que necesitamos. La primera favorece la rapidez y la inmediatez. La segunda, la atención y el trato personalizado.
La forma de ser del comercio local genera numerosas ventajas para los compradores. En primer lugar, fomenta las relaciones sociales y deja espacio para las recomendaciones, el asesoramiento y la conversación.
En segundo lugar, mantiene un modelo de consumo más sostenible. Mediante diferentes estrategias de marketing, las grandes superficies promueven la compra impulsiva e incitan, a menudo, a llevarse más cantidad de la necesaria. El pequeño comercio favorece una compra más lenta, más pausada y, en definitiva, más consciente.
La nueva cara del comercio local: el caso de Kibus
En los últimos años, el estilo de vida de las ciudades ha alejado a muchas personas del comercio local. Sin embargo, las nuevas tecnologías pueden dar la vuelta a esta situación y crear nuevas vías de venta y distribución. Un ejemplo lo tenemos en Kibus, una iniciativa que nació en 2019 como ‘marketplace’ de productos a la venta en los mercados de abastos.
“Kibus nació por una necesidad personal: la de dar de comer a mis hijos productos locales y sostenibles”, explica Eduardo Sanjurjo, gerente de Kibus. “El mercado de abastos en el que yo suelo comprar, el de la plaza de Lugo de A Coruña, está cerrado cuando yo salgo de trabajar. Con una herramienta como esta, podemos aumentar las opciones de compra y dar más oportunidades a los vendedores”.
Kibus permite realizar un pedido ‘online’ y seleccionar la franja horaria en la que se desea recibir el pedido. Ofrece, también, la posibilidad de recogerlo directamente en el mercado. Desde su nacimiento en 2019, la plataforma ha ayudado a vender y distribuir productos de 25 mercados de abastos de toda España y en la actualidad sigue operando en 15.
Más recientemente, el proyecto ha creado una nueva línea de negocio B2B (de negocio a negocio, o business to business, en inglés) que conecta productores locales con grandes clientes. “Hemos ido un paso atrás en la cadena. El germen surge de la mano de Inditex, que vio la necesidad de que sus empleados comiesen mejor y detectó una oportunidad para favorecer a los productores locales. Desde Kibu, digitalizamos el proceso de compra para que los pequeños productores puedan acceder a grandes clientes. De otro modo, esto sería prácticamente inviable”, explica Sanjurjo.
De acuerdo con el gerente de Kibus, estas iniciativas no hacen más que responder a las exigencias de la sociedad. De padres que quieren saber de dónde viene la comida que le dan a sus hijos y de trabajadores que quieren consumir productos locales y sostenibles. Y el resultado tiene numerosas consecuencias positivas a nivel económico: se refuerza al pequeño agricultor y, con él, la economía de la zona.
“Pensemos por ejemplo en los agricultores. No tienen que salir a vender ni a realizar entregas, pueden centrarse en la producción, que es su fuerte. Al tener un producto de calidad y un buen canal de venta, no tienen miedo a la presencia de las grandes superficies. Se atreven a competir”, señala Sanjurjo.
Entran en juego, también, los beneficios medioambientales. “Al encargarnos de las recogidas y las entregas, reducimos la huella de carbono de todos los desplazamientos que de otra forma tendrían que hacer cada uno de los productores”, señala el gerente de Kibus. “A esto hay que añadir que estamos dando salida a excedentes de grandes superficies: en 2023 conseguimos evitar el desperdicio alimentario de 13.000 kilos de alimentos. A nivel macro puede ser poco relevante, pero para mí significa mucho evitar que se tire toda esta comida”, añade.
Iniciativas como Kibus se suman a los pequeños comercios y productores que, cada día, llevan los productos locales a los ciudadanos. Suponen, también, una alternativa a quienes quieren escapar de un modelo de consumo globalizado y poco sostenible.
“Yo creo que el comercio local volverá a tener la importancia que tenía antes, ya sea por las vías tradicionales como a través de plataformas como la nuestra”, señala Sanjurjo. “Comer sano, saludable y de proximidad tiene todo el sentido. Yo no puedo saber si esto va a ser una tendencia, pero el sentido común me dice que debería ir a más. Y hay demanda”.