Más allá del turismo: ¿sabes qué es un plan de ocio sostenible?
Aprender, divertirse o experimentar durante el tiempo libre va más allá del turismo. El ocio sostenible engloba actividades recreativas, deportivas o culturales con una trascendencia ambiental, económica o social. Los expertos aseguran que este tipo de ocio promueve la circularidad y reduce la exclusión.
Cuando hablamos de ocio sostenible es fácil imaginarse un viaje ambientalmente responsable en un entorno de naturaleza. Pero el ocio es un concepto más amplio que el de turismo. “Es una actividad que permite al ser humano distraerse y ubicarse mental y físicamente en un contexto diferente, donde puede desarrollar la mente y adquirir mayores conocimientos. Se refiere al uso del tiempo libre de diversas formas, por lo que no necesariamente va a implicar un costo. Tiene una orientación más marcada en la experimentación de vivencias. Su relación con el turismo es que también implica descanso en días libres, pero en éste prevalece el pago de servicios”. Así lo explica un equipo de docentes de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de San José de Costa Rica en este artículo en Trama, Revista de ciencias sociales y humanidades.
“Tenemos una visión reduccionista del ocio”, lamenta Roberto San Salvador, director de la cátedra Deusto Cities Lab. Muy ligada a sectores productivos –turismo, hostelería–, y al consumo, cuando en realidad se trata de un fenómeno social de más calado, “que se manifiesta a través de actividades culturales, deportivas, recreativas y turísticas”, según su propia definición. Una suma de experiencias con trascendencia ambiental y económica que ayuda a la cohesión social y a aminorar las brechas de vulnerabilidad y exclusión, subraya.
Este experto insiste en que los cruces entre el ocio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas son “infinitos”: ambientales, por su “tremendo impacto” en el entorno; económicos, cuando más del 10 % del PIB de un país como España tiene que ver con la industria turística, a lo que hay que sumar la industria cultural y creativa, la economía del deporte y las actividades recreativas; y sociales, al ser foco de empleo y permitir “valores que nos acerquen más a los derechos humanos”. Roberto San Salvador señala lo poliédrico que es este bálsamo para el entendimiento y para el desarrollo cultural: turismo, gastronomía, sector audiovisual, del libro, la moda, las artes plásticas, naturaleza, deporte.
Ocio sostenible: “Un agente muy interesante”
“Un aspecto que es importante rescatar es su contribución al desarrollo humano, lo que en algunos casos ha fomentado crecimiento económico y cambios en los estilos de vida”, precisan las autoras de la UNED.
San Salvador cree que el ocio es “un agente muy interesante” para promover la circularidad, y para reducir la exclusión de las personas con discapacidad, según agrega, recordando la lectura adaptada o las audioguías en cines, los Juegos Paralímpicos como ejemplo universal de integración deportiva o la eliminación de barreras arquitectónicas en hoteles.
Desde este entronque con los ODS, propone planes de ocio sostenible, la mayoría de los cuales no implica un gasto económico:
Reconectar con la naturaleza
No es necesario viajar miles de kilómetros, basta con internarse en un espacio natural cualquiera, individualmente o en grupo reducido, para entrar en contacto con la vida que lo habita. Puede ser desde un área recreativa en la montaña a una playa.
“Un ocio responsable tiene en cuenta el suelo que pisa, la contaminación, el ruido o el consumo de energía que provoca”, detalla San Salvador. Las actividades lúdicas de masas tienen un impacto sobre la movilidad y presionan espacios y recursos.
Una actividad de consumo consciente
Ir al cine, comprar un libro, asistir a un concierto, contratar una excursión o una actividad para conocer y comprender un destino. Por supuesto que sí. Pero ese consumo ha de ser consciente y responsable, pide San Salvador.
Una experiencia de descubrimiento
No hace falta tomar un avión e ir a la Patagonia argentina a maravillarse con el glaciar Perito Moreno. A veces es algo tan sencillo como que una persona de 70 años se matricule en la Universidad de Mayores para estudiar aquello que no pudo cursar de joven, y disfrute del aprendizaje por el aprendizaje. “Lo que da sentido es el descubrimiento, el aprendizaje, la experiencia”, remacha San Salvador.
Un libro, una película, una canción
Dice este experto que la lectura, el cine y la música deberían estar presentes en el ocio de todas las personas, como elementos “que nos aportan creatividad y diversidad”. Defiende que las manifestaciones culturales son un excelente vehículo para acercarnos al otro y reducir brechas intergeneracionales, étnicas o de género.
Recuperar el contacto social
El director de la cátedra Deusto Cities Lab cree que nos falta tiempo de socialización física, de proximidad, de charlas de sobremesa que terminan de madrugada o del compañerismo que se genera en los deportes de equipo. “Es fundamental el diálogo intergeneracional, intergénero y transocial”, haciendo hincapié en el rol del ocio social para conocer la realidad del migrante o de la diversidad funcional.
Micro-planes de ocio cotidiano
El día a día tiene horas fuera de la jornada laboral y de las labores domésticas o de cuidado; un tiempo no productivo que los ciudadanos pueden emplear para hacer deporte, socializar o consumir cultura. Por eso San Salvador da tanta relevancia a los equipamientos públicos urbanos, que permiten tales interacciones. Parques, jardines y zonas verdes, bibliotecas, piscinas, polideportivos, casas de cultura, asociaciones vecinales con actividades de baile o talleres de alfabetización digital. "Las ciudades como espacios no tanto de producción como de intercambio", reclama.