Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Ciencias> Salud 10 sep 2024

María Mittelbrunn: la científica que encontró la manera de retrasar el envejecimiento

El envejecimiento trae consigo dolores, fallos de memoria y mayor riesgo de enfermedades graves. ¿Es posible retrasar el envejecimiento? Según María Mittelbrunn, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, nuestro sistema inmune podría ser la clave para combatir los efectos de la edad.

María Mittelbrunn: la científica que encontró la manera de retrasar el envejecimiento

Cada año que pasa, es probable que nos duelan más las articulaciones, que nos cueste más recordar dónde hemos aparcado el coche, que tengamos menos resistencia al caminar o que hayamos ganado peso sin darnos cuenta. Estos síntomas indican que enfermedades como la osteoporosis, el Alzheimer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes nos acechan cada vez más de cerca. ¿Es hipocondría?, nos preguntamos. La respuesta es no, porque es una realidad que la posibilidad de padecer estas enfermedades aumenta con la edad. Soñamos con parar el tiempo o, al menos, con ralentizar estos achaques propios del envejecimiento. ¿Será esto posible? Según la investigación de María Mittelbrunn, sí es posible. Además, enfocarse en la sostenibilidad de nuestra salud puede ser clave para prevenir estos problemas y mejorar nuestra calidad de vida a largo plazo.

María Mittelbrunn: la científica que encontró la manera de retrasar el envejecimiento

El papel crucial del sistema inmune en el envejecimiento

El camino que llevará a conseguirlo lo transita, día a día, María Mittelbrunn (Madrid, 1977) en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), un instituto mixto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid. Esta investigadora explica por qué la clave está en la salud de nuestro sistema inmune.

“Esas enfermedades tienen en común dos cosas: que su incidencia aumenta según envejecemos y que todas ellas están asociadas a una inflamación crónica y en todas participan células del sistema inmune”, comienza por explicar esta bioquímica. “De hecho, según envejecemos, aumenta la inflamación crónica, lo que quiere decir que aumentan los niveles de mediadores inflamatorios (citoquinas y quimioquinas) en nuestra sangre. A este proceso se le conoce como inflammaging. Y el objetivo de nuestro laboratorio es investigar si retrasando esta inflamación crónica, que aparece de forma natural con el envejecimiento, podemos retrasar las enfermedades asociadas a la edad”.

Esta investigadora ha recibido el premio talento joven de la Fundación Banco Sabadell a la investigación biomédica, en 2002; el Premio L’Oréal – UNESCO Women for Science en 2015, pertenece al Consejo Científico Asesor de la Fundación Gadea Ciencia y al Foro “Teófilo Hernando” de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME).

La población mundial está envejeciendo y se estima que la población europea mayor de 85 años se triplicará en 2050. “Hay una necesidad urgente de encontrar dianas terapéuticas que prevengan o retrasen todas estas enfermedades para aumentar la calidad de vida de las personas mayores. Y es a esto a lo que nos dedicamos en el laboratorio”, asevera Mittelbrunn.

María Mittelbrunn: la científica que encontró la manera de retrasar el envejecimiento

¿Qué es la inflamación crónica y por qué se produce?

“La inflamación es un proceso protector que sirve para reparar nuestro organismo. Cuando te haces una herida, se desencadena una inflamación local, controlada en el tiempo, para reparar ese tejido y cerrar esa herida. Por el contrario, la inflamación crónica y sistémica, que se mantiene en el tiempo, es un factor de riesgo para todas estas enfermedades asociadas a la edad”, explica esta investigadora.

Y es que, en la actualidad, existen varias teorías que explican por qué aparece esa inflamación crónica o inflammaging, aunque no hay un claro consenso. “Las principales causas de esta inflamación crónica son el deterioro del sistema inmune, los cambios en la microbiota, la acumulación de células dañadas o zombies (células senescentes), infecciones crónicas y la permeabilidad intestinal. También la contaminación ambiental o una mala alimentación pueden acelerar esta inflamación crónica”, advierte Mittelbrunnn.

Su equipo defiende que “el deterioro del sistema inmune es el principal instigador de la inflamación crónica porque puede desencadenar el resto de las principales causas”. “Cuando una célula inmune, como los linfocitos, envejece, empieza a cometer errores. Ya no es tan perspicaz, le falla la memoria y empieza a tener problemas para distinguir lo propio y lo extraño, lo que es una célula sana de una célula infectada o tumoral. Y, por eso, con la edad, nuestro sistema inmune falla, empieza a dañar los tejidos y aparece esa inflamación crónica”.

Cuando una célula inmune, como los linfocitos, envejece, empieza a cometer errores, por eso, con la edad, nuestro sistema inmune falla, señala Mitellbrunn.

Fortalecer el sistema inmune como protección contra enfermedades

Como consecuencia de este deterioro del sistema inmune que ocurre según envejecemos, dice Mittelbrunn, nos volvemos más vulnerables a las infecciones. Algo que ha sido muy evidente durante la pandemia de Covid-19, ya que cuanto más mayores nos hacemos más vulnerables somos al virus. Pero también al cáncer y a las enfermedades autoinmunes. “Esto se sabía ya desde hace muchos años”, explica la investigadora. Pero, recientemente, han ido un paso más allá. “Hemos aprendido que, además, los linfocitos viejos promueven la permeabilidad intestinal, cambios en la microbiota, la aparición de células senescentes y, con todo esto, favorecen la aparición de otras enfermedades, como las enfermedades cardiovasculares y las neurodegenerativas, pérdida de la masa muscular, etcétera”.

Estos resultados sitúan a nuestro sistema inmune en el centro de nuestra salud, son esenciales para la prevención de enfermedades infecciosas, autoinmunes, cáncer y otras patologías que antes no se estudiaban desde el prisma de la inmunología, como las neurodegenerativas o cardiovasculares. “Básicamente, estos resultados vienen a decir que tenemos la edad de nuestro sistema inmune”, concluye la científica.

“Tenemos la edad de nuestro sistema inmune”

La inflamación crónica como causa del envejecimiento

Resulta que durante muchos años se pensó que esa inflamación era la consecuencia del envejecimiento pero no la causa. “De hecho, se pueden usar los niveles de estos mediadores inflamatorios (citoquinas y quimioquinas) para estimar la edad biológica de una persona. La edad cronológica puede ser distinta de la edad biológica. La edad cronológica es la cantidad de años que alguien ha vivido, mientras que la edad biológica se refiere a la edad de sus células y tejidos según la evidencia fisiológica. Si una persona está especialmente sana y en forma para su edad, es posible que su edad biológica sea inferior a su edad cronológica, y que tenga una menor inflamación de lo que le corresponde por edad”, afirma.

Datos precisamente del equipo de esta investigadora han sido de los primeros que han sugerido ahora que esta inflamación “no es la consecuencia sino la causa del envejecimiento, acelerando la aparición no de una sino de varias enfermedades a la vez, lo que se conoce como multimorbilidad asociada al envejecimiento”, asegura la científica.

En 2020, publicaron en la revista Science un experimento que demostraba la importancia que tiene el sistema inmune en esta inflamación crónica y en las enfermedades asociadas con la edad. “Habíamos conseguido desincronizar la edad del sistema inmune del resto de los tejidos. Y lo que observamos es que un sistema inmune envejecido es suficiente para acelerar la inflamación y la aparición de enfermedades cardiovasculares, fallos cognitivos, disbiosis (alteración en la microbiota) y, en general, acelerar el envejecimiento”, explica Mittelbrunn. Poco después, en 2021, un laboratorio de la Universidad de Minnesota publicó en Nature unos resultados muy similares, y ambos estudiosos indican que tenemos la edad de nuestro sistema inmune. Durante la última década, la inmunoterapia ha revolucionado, por ejemplo, el tratamiento del cáncer. Pero en la próxima década veremos cómo puede revolucionar el tratamiento de las enfermedades asociadas a la edad.

María Mittelbrunn: la científica que encontró la manera de retrasar el envejecimiento

Enfermedades relacionadas con la inflamación crónica

Pero, pensando en los posibles pacientes, ¿cuáles serían las enfermedades que podemos padecer que son más susceptibles de derivar en una inflamación crónica? “Las cardiovasculares son las más susceptibles a ello, mientras que el sistema nervioso está mucho más protegido. Aunque esa protección acaba finalmente perdiéndose con los años”.

¿Cómo identificar la inflamación crónica en nuestro cuerpo?

Llegados a este punto, lo que quizás nos preguntamos todos es cómo podemos saber si tenemos una inflamación crónica. Porque el envejecimiento no se considera una enfermedad, y esta inflamación crónica asociada al envejecimiento tampoco. Por lo tanto, no se diagnostica. “Sin embargo”, apunta Mittelbrunn, “están apareciendo, poco a poco, clínicas privadas que te calculan la edad biológica, te miden esta inflamación crónica y te proponen intervenciones para retrasar el envejecimiento y sus enfermedades asociadas. Espero que esto se vaya extendiendo y sea accesible a toda la sociedad”.

Estrategias para detener el envejecimiento

Existen ya tratamientos que se emplean para las dolencias inflamatorias o autoinmunes (como la de Crohn, la artritis reumatoide, la psoriasis, la esclerosis múltiple, etcétera) que podrían tener un efecto beneficioso en las asociadas a la edad. Y quizás la mejor noticia es que, si se logra detener esta inflamación crónica, esto supone una ralentización del envejecimiento celular, según concluyen los datos del laboratorio de María Mittelbrunn en modelos preclínicos.

La buena noticia es que, si se logra detener esta inflamación crónica, esto supone también una ralentización del envejecimiento celular, según concluyen los datos del laboratorio de María Mittelbrunn en modelos preclínicos

Pero cada persona también tiene que ser consciente de que puede poner de su parte para prevenir esta inflamación. La parte que no podemos controlar es nuestra predisposición genética o si tenemos una infección crónica. Pero los hábitos son también importantes a la hora de prevenirla: “Los hábitos saludables que ya sabemos todos: hacer ejercicio, tener buenas rutinas alimenticias, evitar exponernos a contaminantes o llevar una vida tranquila y sin estrés retrasan la inflamación crónica”. Porque el hecho de que esta dolencia no sea una enfermedad en sí, “no significa que no pueda tratarse, y prevenirse o incluso revertirse”, afirma la científica.

Los hábitos saludables: hacer ejercicio, tener buenos hábitos alimenticios, evitar exponernos a contaminantes o llevar una vida sin estrés retrasan la inflamación crónica

“Porque la prevención es la mejor medicina”, prosigue. Y las administraciones públicas también pueden contribuir a ello: “En este campo está todo por hacer. Sería conveniente empezar a desarrollar políticas preventivas para identificar personas que, por su condición inflamatoria, estén en mayor riesgo que otras de desarrollar todas estas patologías, y poder intervenir antes de que las desarrollen”.