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Social> Salud y bienestar 27 abr 2020

Los relojes del sueño: ¿Por qué dormimos peor en la cuarentena?

Miles de relojes biológicos regulan algunas funciones básicas del cuerpo humano, como el sueño, la temperatura o la producción de hormonas. El desajuste de este cronómetro corporal puede ser una de las causas por las que los problemas para dormir han aumentado para muchas personas en las últimas semanas de confinamiento.

Durante el pasado mes de marzo, los ciudadanos buscaron la palabra “insomnio” casi un 50% más que en el mes de febrero, según datos de Google Adwords, y en Google Trends se puede observar que en abril esta búsqueda no ha dejado de aumentar. También han ascendido las búsquedas de términos relacionados, como “conciliar el sueño” o “dormirse”. ¿Qué ha sucedido en estas semanas de confinamiento para que, aparentemente, los problemas en el descanso nocturno se hayan multiplicado en la población? La respuesta podría encontrarse en los ritmos circadianos de los humanos y en los relojes biológicos que los regulan.

Ritmos circadianos

Los ritmos circadianos son cambios físicos que experimentan los seres vivos como respuesta a los factores ambientales en los que viven. El más evidente de estos factores es la luz del sol. En 1994, Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young consiguieron aislar el gen que regula el ritmo circadiano, lo que les valió el Premio Nobel de Medicina en 2017. Pero antes de ello, décadas de descubrimientos habían posibilitado que se lograra ese hito. El astrofísico francés Jean-Jacques Dortous de Mairan fue el primero en investigar cómo afectaban estos ciclos a las plantas en 1729. Su experimento se basó en observar como una planta mimosa ubicada en un armario a oscuras continuaba abriendo sus hojas de día y cerrándolas de noche, a pesar de no llegarle la luz del sol, lo que evidenciaba que un tipo de reloj interno mantenía un control de los tiempos.

El astrofísico Jean-Jacques Dortous de Mairan fue el primero en investigar cómo afectaban los ciclos a unas mimosas en 1729.

El astrofísico Jean-Jacques Dortous de Mairan fue el primero en investigar cómo afectaban los ciclos a unas mimosas en 1729

En la década de 1970 se ubicó el reloj circadiano en los seres humanos en el núcleo supraquiasmático, localizado en el hipotálamo del cerebro. Esta estructura cerebral controla varios de los cambios que sufre el cuerpo humano a diario, como su presión arterial o su temperatura, y también le indica a la glándula pineal del cerebro cuando liberar melatonina para inducir el sueño. A parte de este reloj central, hoy sabemos que existen muchos otros relojes periféricos repartidos por el cuerpo para controlar la actividad de zonas específicas, como el corazón, el hígado o la piel. Estos relojes periféricos pueden desincronizarse con el reloj central y provocar desajustes. Esto significa que si un aspecto de la rutina de una persona, como por ejemplo su alimentación, sufre cambios, puede acabar afectando a su sueño.

Aquí es donde entra una posible explicación de los problemas para conciliar el sueño que están experimentando algunas personas a raíz de las últimas semanas de confinamiento. Las rutinas de la población han experimentado enormes cambios que podrían estar teniendo como consecuencia el desajuste de algunos de nuestros relojes biológicos, y como efecto secundario, algunas dificultades en la inducción al sueño.

Poner en hora nuestros relojes biológicos

El agente externo que más influye en el sueño es la luz. Según un estudio publicado en 2012 por los doctores Lirong Zhu y Phyllis C. Zee, la exposición a la luz durante las últimas horas de la tarde y la noche puede provocar en que se retrase el ciclo circadiano del sueño en contraste con la hora del día. Por tanto, un consejo sencillo de llevar a cabo es evitar una iluminación fuerte en las últimas horas del día, así como exponerse a luz lo máximo posible a partir de las 7 de la mañana.

Levantarse más tarde, tener horarios de comida irregulares o una disminución de la actividad física son algunas consecuencias para una parte de la población provocadas por la época de confinamiento que se está produciendo. La sensación de que no pasa el tiempo, debido a que muchas personas han dejado de salir de sus casas para acudir a sus puestos de trabajo o realizar tareas diarias, es inevitable. Sin embargo, las rutinas estrictas son la mejor estrategia para regular los relojes biológicos del cuerpo humano. Por ello, es importante mantener de forma lo más estable posible los horarios de sueño y comidas, y realizar actividad física de forma regular en el interior de los hogares. Crear una “nueva normalidad” en los días de confinamiento se presenta, por tanto, la mejor estrategia para que nuestro descanso no sufra.