Los beneficios de los océanos: sin ellos no habría planeta
La lámina de agua salada que cubre más del 70% de la superficie del globo es reguladora del clima, absorbe dióxido de carbono (CO2), produce buena parte del oxígeno que respiramos y es la despensa del mundo. Pero sufre graves amenazas, encabezadas por el calentamiento global y la contaminación por plásticos.
A punto de cumplir su primer año, la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), proclamada por Naciones Unidas y coordinada por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, defiende un océano sano como clave de un planeta "equitativo y sostenible" y apela a buscar soluciones científicas innovadoras en los océanos que ayuden a revertir la crisis climática. La lámina de agua que cubre más del 70% de la superficie del planeta sufre graves amenazas, lideradas por el calentamiento global y la propia mano del hombre.
"No hay futuro sin los océanos", recuerda Antonio Juan González Ramos, oceanógrafo, profesor en la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULGC). "Antes de que agonizaran, los humanos ya nos habríamos extinguido como especie", incide.
Todo lo que aportan los océanos
Para empezar, porque son los grandes termorreguladores de la temperatura. "Si vas a la playa una mañana de verano, no puedes andar de lo caliente que está la arena, pero esta se va enfriando a partir de las 18.00 horas porque no tiene capacidad de almacenar ese calor; el agua marina sí lo guarda, y lo va cediendo gradualmente; si no fuera por ella, la tierra estaría a -18ºC por las noches", explica González Ramos.
"Los beneficios que los océanos nos brindan en nuestro día a día son innumerables: influyen en los fenómenos meteorológicos más importantes, regulan el clima, producen el oxígeno que respiramos y son los corredores de migración de ballenas, tiburones, tortugas y otras especies", enumera Greenpeace. Según la ONG, “su temperatura, química, corrientes y vida mueven sistemas mundiales que hacen que la Tierra sea habitable para la humanidad. Abarcan más de 700.000 especies y han absorbido más del 93% del calor extra producido por el ser humano desde los años setenta".
A la vista está que los océanos son el gran reservorio de agua de nuestro mundo (en ellos se concentra el 97% del agua y más de un tercio de la que se precipita tierra adentro tiene su origen en el exceso de evaporación oceánica). Pero lo son, también, del oxígeno. "Entre el 60 % y el 70 % del oxígeno que respiramos lo genera el fitoplancton", precisa González Ramos. Se han convertido en los verdaderos pulmones de la Tierra, sobre todo "cuando en la Tierra estamos experimentando procesos de desertificación", observa.
Además, con sus acúmulos de nutrientes y minerales "son la despensa del planeta", añade el profesor. En agosto de 2020, la revista Nature publicó el artículo 'The future of food from the sea' (El futuro de la comida procedente del mar) en el que 22 investigadores plantean que los alimentos comestibles procedentes del mar podrían aumentar entre 21 y 44 millones de toneladas para 2050, "un aumento del 36% al 74 % en comparación con los rendimientos actuales", lo que representa "del 12% al 25% del aumento estimado de toda la carne necesaria para alimentar a 9.800 millones de personas para 2050", según calculan.
La riqueza de los océanos y los mares
“Beneficios de los océanos: biocomercio azul y los servicios ecosistémicos latinoamericanos”, un informe del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), enfatiza los "valiosos recursos y oportunidades de inversión para el biocomercio" que ofrecen los ecosistemas marinos y costeros a lo largo del continente. "Las áreas de bosques de manglares, humedales costeros, estuarios, arrecifes de coral, praderas marinas, formaciones de macroalgas y áreas de marejadas, crean generosas oportunidades para la cohesión social, el esparcimiento y actividades económicas en la región. Adicionalmente, estos hábitats costeros y marinos brindan servicios derivados que benefician a las economías locales y nacionales", escribe.
La investigación de CAF enfatiza la contribución de las masas marinas a la cultura y la identidad del territorio. "Apoyan la agricultura, mitigan los efectos del cambio climático, brindan oportunidades educativas y salvaguardan espacios sagrados. Su aporte a servicios saludables derivados de ecosistemas, a la generación de ingresos, a la riqueza y a una agenda positiva del cambio climático es significativo. E insustituible", enumera.
Dice González Ramos que los océanos son los grandes reguladores de gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono. "Secuestran el CO2 que emitimos, y que es utilizado por las comunidades vegetales marinas", describe, advirtiendo, en este punto, de un grave problema: "Un exceso de CO2 absorbido cambia el ph; los océanos se están acidificando, y corremos el riesgo de que pasen de ser sumideros de CO2 a emisores de CO2", alerta.
"Para devolver la salud a nuestros océanos, lo primero es cortar radicalmente nuestras emisiones de CO2", defiende el oceanógrafo, que apuesta por las energías renovables y por el hidrógeno verde. Lo segundo, solucionar la contaminación por plásticos. "Investigaciones han reportado la presencia de plástico en el estómago de peces y tortugas, que los confunden con alimento. Están apareciendo manchas blancuzas en la superficie del mar; antes estaban compuestas de materia orgánica hidrófoba y ahora, además, contienen microplásticos", señala.
"Por sorprendente que parezca, dos tercios de las aguas oceánicas y de las aguas de los mares —la mitad del planeta en términos absolutos— son aguas internacionales en las que no existe regulación alguna sobre la protección de su biodiversidad", lamenta Greenpeace. Menos del 3% está protegido, cuando de su gestión sostenible "depende el futuro de la humanidad".