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“Las matemáticas encajan en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible”

Asignatura más temida para algunos, ciencia de las ciencias para otros… Lo que es innegable es que si buscamos, podemos encontrar matemáticas prácticamente en todo lo que nos rodea. Manuel de León, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y ex director del Instituto de Ciencias Matemáticas, ha analizado en un podcast de OpenMind (la comunidad del conocimiento de BBVA), el papel que pueden tener las matemáticas para la resolución de algunos de los grandes problemas de nuestro tiempo. En esta entrevista, compartimos algunas de sus predicciones sobre el presente y el futuro de esta ciencia.

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P: ¿Cuál es la situación actual de la investigación matemática en España?

R: Ha habido una mejora enorme. Hoy en día la investigación matemática española tiene un nivel comparable al de cualquier país. Hemos dejado de ir detrás de los que marcaban tendencia para marcar tendencia en algunos campos y el nivel es muy alto. La producción española de artículos científicos ha pasado de ser testimonial a ser casi el 4% a nivel mundial. Hoy ya se pueden ver en cualquier revista científica artículos de investigación de matemáticos españoles. Esto en los años 60 o 70 era casi anecdótico.

P: ¿Este éxito se produce gracias a la divulgación científica?

R: De todos los países, España es uno de los que más tiene en cuenta la divulgación científica. En otros países no hay tal cantidad de divulgadores. En particular, las matemáticas tienen el problema de que resultan más complicadas de contar contarlas a la gente que otras ciencias, porque no cuentan con muchos elementos de apoyo.

David Mumford y John Tate, dos de los matemáticos vivos más importantes, consideran que “el problema de intentar acercar el mundo de los matemáticos al de los demás científicos o al del público en general es muy serio y creo que los matemáticos podríamos esforzarnos más por encontrar conexiones”. En España empezamos a esforzarnos por la divulgación desde el 2000, que fue el Año Internacional de las Matemáticas, y ahora ya tenemos la lección aprendida.

P: ¿Cómo han cambiado las matemáticas gracias a las nuevas tecnologías?

R: El uso de los ordenadores fue el primer cambio importante para las matemáticas, porque permiten hacer simulaciones de una manera mucho más rápida para abordar problemas de otra escala. Ahora el segundo gran cambio es la necesidad de tratar la gran cantidad de datos que generamos. El ‘big data’ es el nuevo paradigma: requiere patrones, algoritmos y matemáticos trabajando en la gestión de datos. La profesión del matemático, que antes era la investigación o la docencia, ha cambiado: ahora son las empresas las que contratan matemáticos para tratar los datos. Este cambio ha supuesto un problema porque, aunque hay mucho trabajo para los matemáticos, se ha producido una despoblación de la docencia y en algunas facultades se echan en falta docentes.

Hemos reaccionado tarde. Si nos hubiésemos fijado en otros países, nos hubiéramos dado cuenta de que había que reaccionar al cambio. La ciencia de datos todavía no ha entrado en los currículum de las universidades. Por ahora sólo existen másters en esta especialidad. No se puede seguir impartiendo las mismas asignaturas cuando el mundo de fuera ha cambiado.

P: ¿Qué son los problemas del milenio?

R: Hay siete problemas que se diseñaron en el año 2000 con motivo de la conmemoración de la conferencia de matemáticos de 1900. Se reunieron una serie de matemáticos y, con el apoyo de la familia Clay, una familia de multimillonarios americanos, pusieron en marcha un instituto y los premios que se otorgan por resolverlos. A día de hoy solo se ha resuelto la conjetura de Poincaré. Son problemas muy complicados, lo han intentado cientos de personas sin éxito.

P: ¿Por qué las matemáticas no son atractivas en el periodo escolar? ¿Cómo podría solucionarse?

R: Las matemáticas nos resultan atractivas cuando somos muy pequeños, porque son como un juego. Después, dejan de ser tan interesantes y en ese periodo es donde hay que atacar. Yo siempre digo que las matemáticas son la prueba del algodón del modelo educativo, porque si salen bien las matemáticas… se ve la buena salud del sistema educativo. Pero no es una tarea fácil: no todos los alumnos son iguales y tenemos una educación que es general y obligatoria. No todos los estudiantes van a tener las mismas capacidades. Por lo tanto, es necesario ofrecer un menú para distintos paladares.

Las matemáticas tratan de establecer relaciones entre elementos. Tenemos que dedicar esfuerzos a crear recursos que ayuden a tener el gusto por las matemáticas. Es difícil y requiere de más recursos.

P: ¿Tenemos una perspectiva demasiado occidentalizada de las matemáticas? ¿Qué papel tuvieron otras civilizaciones en su desarrollo?

R: Las matemáticas surgen con la aparición de la inteligencia: en todos los pueblos primitivos surge la necesidad de contar. A partir de ahí se van desarrollando en varios sitios del globo: en Babilonia, Egipto, India, China y, más recientemente, en América con los Incas, los mayas, los aztecas… A continuación, llega una corriente de matemáticas que se junta con lo que desarrollan los griegos, que son los grandes matemáticos de la historia. Y de India vienen los números, que los traen los árabes. Y de toda esa combinación de las teorías de los griegos con las procedentes de Asia entra en Europa y se empieza a desarrollar la la matemática moderna.

Por lo tanto, estas civilizaciones fueron pioneras de muchos desarrollos de conceptos matemáticos, pero el mayor avance de las matemáticas se produce en Europa y, más adelante, en Norteamérica.

P: ¿Por qué las mujeres han tenido históricamente problemas para dedicarse a las matemáticas? ¿Sigue existiendo la brecha de género a día de hoy?

R: La brecha de género siempre está ahí. O se toman medidas drásticas o no acabaremos con ella. Ha habido matemáticas brillantísimas que han tenido una vida dura para poder desarrollar su trabajo. Hay cuatro que para mí tienen un particular valor: Sophie Germain, a quien prohibieron estudiar matemáticas y lo tuvo que hacer con un sobrenombre; Sonia Kovalévskaya, que tuvo que contraer un matrimonio de conveniencia porque no se le permitía estudiar fuera de su casa; Emmy Noether, que se le prohibió dar clase en la universidad pese a tener el apoyo de Einstein; y una más reciente, Julia Robinson, que abandonó su profesión al casarse y sólo la recuperó tiempo después.

¿Cómo resolvemos este reto? Primero hay que poner el problema de manifiesto. Segundo, intentar que desde muy pequeñas, las niñas tengan referentes de que las matemáticas no solo son cosa de hombres. Por último, poner medidas como se hizo en Australia o en Holanda: conceder plazas solo para investigadoras. Eso no significa que se contrate a una mujer solo por ser mujer, sino de reservar plazas para que haya igualdad. Si una candidata no cumple con los requisitos no se le contrata, pero ya de entrada se espera que sea mujer.

P: ¿Cuál es el futuro de las matemáticas?

R: Las matemáticas han estado y cada vez están más en la solución de cualquier problema. Por ejemplo ahora se está trabajando mucho en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y es importante que la gente se dé cuenta de que está en juego la sostenibilidad del planeta. Y en matemáticas, el ejercicio que nos queda por hacer es ver, de los 17 objetivos, dónde encajan las matemáticas. Pues resulta que encajan en todos, porque las matemáticas son los modelos para solucionar cualquier cosa. En el ámbito de la inmigración, los modelos matemáticos se usan en ciencias sociales para tratar con flujos migratorios o para analizar los recursos como el agua, o estudiar el cambio climático, o bien investigar la transmisión de enfermedades.

Las matemáticas están en todo. Los primeros que tenemos que creerlo somos los matemáticos. Ese es el futuro que tienen las matemáticas: el integrarse más y más con los problemas reales del mundo. Sin abandonar la propia investigación matemática, claro, porque sin eso no avanzamos